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Dinamitarlo todo

“Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las malfolladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica”. Con esas contundentes palabras inicia la escritora Virginie Despentes uno de los libros que se ha convertido en una de las lecturas obligadas del feminismo, no se orientó hacia los parámetros academicistas que suelen preponderar en este tipo de literaturas sino que fue escrito en el mismo barro. “Teoría King Kong” se llamó este ensayo hecho desde las tripas de esta autora francesa, publicado en el año 2007, y que 10 años después vale la pena recuperar.

 

Por CLARA CHAUVÍN

 

Despentes, nacida en 1969, se convirtió en una de las más transgresoras escritoras de su generación. Logró popularidad en Francia con la publicación de la novela Fóllame (1993), luego llevada al cine y automáticamente censurada. Alguna vez vendedora de discos, luego trabajadora sexual por propia elección, hasta transformarse en la diva destroy punk de las letras francesas. Es a partir de sus propias vivencias que desarrolla este ensayo rabioso sobre lo que significa la condición de ser mujer, los mandatos sociales que pesan sobre nosotras y la necesidad de revelarse.

La maternidad forzada, la violación, el matrimonio, la prostitución, la pornografía, son algunos de los temas que aborda. Asegura que habla “como proletaria de la femineidad”, y se manifiesta desde sus propias vivencias para deconstruir los mandatos patriarcales. Ya en las primeras páginas de Teoría King Kong, la autora arremete sobre la imagen de mujer idealizada que se puede encontrar en gran parte de la literatura escrita por varones: “Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse (…) A las heroínas de la literatura contemporánea le gustan los hombres, los encuentran fácilmente, se acuestan con ellos en dos capítulos, se corren en cuatro líneas y a todas le gusta el sexo”.

Uno de los capítulos centrales y más impactantes es el que aborda la violación, la cual Despentes la define como “un programa político preciso: esqueleto del capitalismo, es la representación cruda y directa del ejercicio de poder”. Cuando tenía 17 años  fue atacada junto a una amiga por un grupo de hombres que las violaron. Al respecto, afirma que muchas veces las mujeres que pasaron por un hecho como ese tienden a silenciarlo (“la herida de una guerra se libra en el silencio y en la oscuridad”) frente a una sociedad que suele etiquetarlas, ya sea para revictimizarlas o para señalarlas como las mismas culpables de lo ocurrido. La etiqueta social (como tantas otras que nos estigmatizan) se presenta como algo inevitable.

La autora presenta a la violación como un riesgo inherente a la condición de mujer que decide salirse de los parámetros patriarcales que buscan encorsetarnos, un castigo por revelarse a lo establecido. “Sí, habíamos salido afuera, a un espacio que no era el nuestro. Sí, habíamos sobrevivido en lugar de haber muerto. Sí, estábamos en minifalda solas sin un tipo que nos acompañara, de noche (…) Habíamos corrido el riesgo, habíamos pagado el precio, y más que sentir vergüenza por estar vivas podíamos decidir levantarnos y recuperarnos lo mejor posible”.

Otro de los temas desarrollados en Teoría King Kong, y que más se presenta para el debate, tiene que ver con la prostitución. Despentes relata cuando por propia elección decidió dedicarse por un tiempo a esa tarea, algo que, afirma, muchas mujeres alguna vez lo eligen pero pocas se animan a contarlo (una vez más, por la condena social que eso significa). “A la gente le gusta poner cara de incrédula cuando les dices que has trabajado como puta, lo mismo que ocurre con la violación: pura hipocresía (…) La condescendencia, el desprecio, la proximidad, las conclusiones fuera de lugar”.

Rotular a la prostitución siempre desde la explotación sexual y la trata, se transforma es una decisión política. Lo que realmente termina molestando a la moral, es que haya mujeres que lo hagan porque así lo deciden, como vía de autonomía e independencia económica. “Como el trabajo doméstico y la educación de los niños, el servicio sexual debe ser gratuito. El dinero es la independencia. Lo que ataca a la moral en la práctica del sexo pagado no es el hecho de que la mujer no encuentre placer, sino que se aleje del hogar y que gane su propia independencia. La puta es la ‘criatura del asfalto’, la que se apropia de la ciudad”.

La sexualidad, tanto la femenina como la masculina, es uno de los ejes que atraviesa esta obra. Los mandatos sociales son los que buscan imponernos cómo nos debería gustar coger, cuándo y con quién: “Lo que resulta violento es el control que se ejerce sobre cada una y cada uno de nosotros, la facultad de decidir por nosotros lo que es digno y lo que no es”. En este caso, Virginie Despentes defiende también a la pornografía, ya que representa la rotura de esos mandatos. Marcha a contrapelo de la habitual represión de fantasías que habitan de manera inconsciente en nuestras cabezas.

“El porno presenta un verdadero problema: libera el deseo y le promete satisfacción demasiado rápido como para permitir una sublimación (…) El porno interviene aquí como una liberación psíquica, para equilibrar la diferencia de la presión. Pero aquello que resulta excitante a menudo es socialmente molesto”. En esta línea hace referencia a los destructores de la pornografía, que suelen exigir más realismo cuando sabemos que éste es un género de ficción al igual que una película de Marvel o de zombies. De esta forma, el porno funciona como un espejo en el cual nos asusta reflejarnos, revelando crudamente la verdad de nuestros deseos, y por ende, de nosotros mismos.

Finalmente ¿Por qué “Teoría King Kong”? ¿A qué se debe ese título? No vamos a spoilearlo. Creo que realmente vale la pena descubrirlo a través de su lectura. En sus palabras finales Despentes concluye rezando que “el feminismo es una revolución, no un reordenamiento de consigas de marketing”, dando a entender que es una aventura colectiva que necesita tanto de mujeres como de hombres. Quizás en este libro no se encuentre una respuesta concreta de cómo llevar adelante esa aventura, aunque su autora se anima a proponer “dinamitarlo todo”. Romper las formas de dominación que se establecen a través de los estereotipos, estructuras sociales que intentan imponernos cómo ser, pensar y vivir.

Teoría King Kong llega para interpelar como un cachetazo inesperado, obligándonos ante todo a cuestionar. Será este el inicio de esa revolución, partiendo de un cambio radical en nosotros mismos. ¿Acaso no es esa una de las revoluciones más difíciles?

 

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