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El grito que anula

En las contiendas electorales lo importante son los votos. Es lo usual, preocuparse por contar cada granito de arena aportado por los sufragistas. Partidos que una vez cada tanto se empapan de estadísticas porque en el ámbito de los porcentajes no cualquiera es ducho.

 

Por JAVIER ALEJANDRO GAUNA

 

Candidatos y electores analizan, cruzan datos, proyectan  números para saber qué suerte va a correr cada uno. El periodismo ayuda haciendo mapas coloridos, se comparan distritos y se habla de influencia en la masa votante. Tanto es así que se teoriza sobre mesas de muestra, cordones poblacionales vulnerables, provincias que definen el rumbo político del país.

Sin embargo poca importancia se le presta al grueso de la información que se obtiene en los fríos números del escrutinio. En las recientes elecciones PASO estuvimos embobados hasta altas horas de la madrugada hilando fino en décimas de porcentuales, a la espera de la definición en una provincia en la cual no votamos. Los medios de cobertura nacional transmitieron en vivo los resultados de Buenos Aires como si fuera la final de un mundial de fútbol. Mientras, aquí nomás, hubo una estadística interesante que pocos hemos visto.

Estuvimos embobados hasta altas horas de la madrugada hilando fino en décimas de porcentuales, a la espera de la definición en una provincia en la cual no votamos.

La provincia de Entre Ríos cuenta con poco más de 1 millón de personas habilitadas para votar. Alrededor de 800 mil personas se presentaron en las urnas alcanzando una participación de más de 75% del padrón. La cifra que pasó casi inadvertida es que con 96,71% escrutado hay una curiosa cantidad de votos nulos. Fueron 37.242, lo cual conforma un 4,66% de los individuos que acudieron a los centros de votación.

Voto nulo corresponde a aquel sufragio que voluntaria o involuntariamente no es correctamente realizado. Sabemos que la gente suele cometer errores, generalmente por desconocimiento del procedimiento. Es alarmante porque a esta altura ya deberíamos tener una educación cívica suficiente como para conocer en detalle estas cuestiones.

A modo de atenuante debo decir que el arcaico sistema de boletas partidarias es un enredo a veces laberíntico. En este sentido podríamos pensar en intentar otras maneras más transparentes, como la boleta única de papel usada en Santa Fe y otros países con menos complicaciones estructurales (Alemania, Francia, Suecia, Finlandia). Ni hablar de caer en la trampa del voto electrónico, que a esta altura ya muchos han prohibido por su falta de seguridad.

Volviendo al tema, el nulo voluntario es más complicado de leer. Supone que el votante acude a las urnas obligado y no por convicción, por lo que en este caso anular deliberadamente se transforma en un acto de rebeldía contra el sistema electoral.

Anular deliberadamente el voto se transforma en un acto de rebeldía contra el sistema electoral.

Se podría pensar que el voto en blanco (18.181 sufragios en esta elección) cumple más o menos la misma función, sin embargo lo único que hace es mostrar la conformidad del votante con el sistema, pero no con los candidatos disponibles. Es por ello que se lo considera un sufragio válido y afecta la estadística porcentual de votos positivos.

Introducir un sobre con elementos fuera de lo permitido constituye una acción que puede tener varios motivaciones; ya sea pura bronca, desdeño por el sistema representativo indirecto, o la idea de que la democracia debería ser distinta. Independientemente de ello, en las PASO que se realizaron este domingo, luego del conteo, el  voto nulo ocupó la tercera fuerza electoral en Entre Ríos, superando incluso a dos partidos minoritarios y a muchas facciones que disputaban internas.

Sería verdaderamente significativo si pudiéramos identificar y clasificar el grado de intensionalidad en este acto, sumando también a quienes directamente descreen de todo el circo y ni siquiera se presentan a participar de la elección. Es una cantidad muy importante de gente que no podemos ignorar.

Quisiera creer que somos bastante inteligentes como para ya no cometer errores involuntarios que invaliden nuestro voto, y que la inmensa mayoría de los nulos provenga de una masa crítica que con silencioso grito declara su inconformismo, pidiendo una democracia más justa, limpia y directa.

 

 

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