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Entre Ríos todos los bardos: Los zapatos del señor juez y la hipocresía del fiscal

Echarle la culpa al garantismo de las brutalidades de los jueces machistas e indolentes, es como echarle la culpa al cristianismo de las violaciones del padre Grassi. Algo de eso es lo que se dice en esta columna, un poco más triste, un poco más atribulada, un poco más ofuscada que cualquiera de las anteriores.

 

 

Por A.S. (*)

¿Cómo le va? Estaba esperando su llamada.

¿Me extrañaba?

No, pero como siempre llama a esta hora me parecía raro que aún no lo hubiera hecho.

¿La verdá? No estoy de mucho ánimo. Pero tampoco quería fallarle. Si no, cómo llena usté esas dos páginas de morondanga que tiene en el quincenario ¿no?

Ah, está de vivo. Cuelgue nomás. Con más razón si no está de ánimo.

Na… Si a mí me divierte hablar con usté. Era una bromita, para intentar levantar un poco la moral. Con lo que fueron estos días no es fácil, vio.

Qué quiere que le diga. Supongo que está hablando de toda la angustia, la tensión y la infinita tristeza que produjo el caso de Micaela García. Pocas veces he visto semejante empatía ante un drama de este tipo. La provincia entera estuvo en vilo.

Y buena parte del país. Por eso por unos días los medios porteños, como caranchos hambrientos, van a seguir sacándole el jugo al tema.

Ni hablar. Algunos simplemente haciendo negocio, exprimiendo el ráting, buscando audiencia, tratando de conseguir la nota “reveladora” con el cuñado de la hermana de la sobrina del mellizo que no fue. Y otros, descargando todos sus preconceptos ideológicos, con la máxima bajeza de la que son capaces, para intentar llevar agua para sus respectivos molinos.

En estos días no habría que prender la tele ni escuchar radios ni leer algunas páginas digitales para conservar la salú mental. En serio, eso que usté describe va a ser abrumador. Ya lo está siendo.

Y agréguele las redes sociales: una catarata de catarsis de personas bienintencionadas que procuran procesar el impacto del dolor, algunas con sus creencias religiosas, otras desde sus más profundas convicciones personales, pero muchas otras también dejando salir lo peor de adentro, y a su modo, dando su propia y más descarnada versión de las mismas intencionalidades de los medios. En resumen no habría que ver tele ni entrar a feisbuc ni nada.

Es como mucho. Tampoco uno puede aislarse del mundo en estos tiempos de hipercomunicación. Porque por más que usté no entre a las redes o no prenda la tele, se lo van a mandar por whatsapp, si algo les llamó la atención a alguna de sus amistades.

Entonces también habría que apagar el celu.

Por eso le digo que uno no se puede desconectar de los demás. O sí. Pero también puede ser que lo quieran ubicar por otra cosa, para invitarlo a un asado, o para recomendare algo que sí puede valer la pena.

Que me llamen al teléfono fijo, como hace usté.

Pero ¿quién se acuerda de algún fijo en estos tiempos de pantallas táctiles y app, en estas épocas tan pero tan contemporáneas, como diría Fontanarrosa? No. No es buena receta desconectarse del mundo. Más vale probar otra estrategia: no sumarse a la locura, no echar leña al fuego, no compartir lo que trae solo más rencor o enojo, no engancharse en peleas de fanáticos, solo aportar miradas que ayuden al diálogo, a intercambiar cosas positivas…

Bueno, me parece que se está volviendo algo así como un manual de autoayuda. Mejor lo dejo.

Naaa. No se vaya. Era un poco en broma, eso último.

Mire, no me molesta la gente que hace catarsis. Y no me prendo más en discusiones inútiles. Y al contrario, en mi caso muchas de mis amistades de las redes me ayudan y contribuyen a que yo siga aprendiendo al compartir material muy interesante. Pero es cierto que hay mucho baldazo de caca que circula por ahí. En cierto modo, me parece un fenómeno que ya he vivido…

¿Cómo es eso?

Sí, me hace acordar a los primeros años de la democracia. Cuando recién recuperamos las libertades y parecía que todo era “destape” y porno por un lado, y por el otro todo el mundo se había hiperpolitizado. Pero fue un momento nomás. Es como que en la primera etapa, al recuperar la libertad, hubo una efervescencia en varios sentidos. Todo lo que no podía hacerse, reventó de repente. Pero al poco tiempo todo se fue reacomodando, encontrando su lugar.

Y usté dice que con las nuevas tecnologías pasará algo parecido. Es hasta que le encontremos la vuelta.

Sí, eso creo. Vamos cambiando, vamos encontrando la mejor forma de usar cada cosa, descubriendo nuevas maneras de comunicarnos, de relacionarnos. Es como cualquier otro avance. Déle tiempo.

Puede ser. Tengo algunas personas conocidas que en vivo y en directo casi no teníamos relación. O porque no nos caíamos tan bien como para hablar demasiado, o porque alguna era francamente tímida y yo casi no le conocía la voz. Y en cambio,en el féisbuc publica tantas cosas interesantes que hemos mejorado mucho nuestra amistá, dialogamos sobre cosas que nunca habíamos hablado y que yo ni siquiera sospechaba que les gustaban (y supongo que a ellas les pasa lo mismo conmigo…)

Cierto. Me sucede algo similar.

Ahora, en serio le digo, yo estos días me harté. Por un lado con lo del juez Carlos Alfredo Rossi, éste que dejó salir al asesino de Micaela. Está deprimido. Espero que no duerma bien nunca más. Y que lo destituyan. ¡Miserable! Por su culpa pasó lo que pasó. ¡Esos malditos garantistas!

Puf. Espere. Mejor ir más despacio. Primero, el presunto asesino. Aun no se esclareció totalmente qué sucedió. Segundo, yo también creo que el juez Rossi fue, como mínimo, negligente al dejar salir antes que se cumpla su condena efectiva a un doble violador, sin ningún elemento que le permitiera pensar seriamente que ya no cometería actos de ese tipo. Pero no es Rossi solo. Hay un entramado completo que causó ese final.

¿De qué habla?

Rossi es solo la cara, hoy. Es solo una parte. Todo el sistema judicial es el que permite que ese violador condenado hubiera salido de todos modos a lo sumo dos años más tarde. El juicio abreviado, que no debería usarse para delitos tan graves. El tribunal que le concedió 9 años (cuando el máximo son 15 años, y al ser dos hechos podrían haber sido mucho más que eso, quizás más del doble). Los fiscales que no apelan la decisión de dejarlo salir.  Los autores de los informes que desaconsejaban la autorización a que saliera, que, pese a no estar de acuerdo, no se animan a cuestionar la resolución del magistrado. Los legisladores que jamás toman temas como éste ni admiten discutir la ley que permite que acusados de varios delitos sexuales puedan salir de nuevo a las calles, pero hoy, como caranchos, salen a pedir un "jury" contra el juez. Los gobiernos provinciales, el anterior y éste, que no reglamentan el Registro de Violadores, que, por lo menos, podría haber informado a la ciudad de Gualeguay que estaba este hombre en sus calles. El Patronato de Liberados que no funciona, que no controla ni se ocupa de seguimiento de las personas que salen de los institutos penales. Y ahora sí, el juez de Ejecución de Penas, sí, último eslabón de esta cadena, que decide dejar salir a alguien así, sin haber escuchado jamás a las víctimas, sin haberse entrevistado con las organizaciones que trabajan el tema, sin asegurarse de que el violador esté contenido, controlado, asesorado, en tratamiento… Pero ojo: a todos los anteriores se les puede poner nombre y apellido, y es mucha gente. Es todo un entramado, una telaraña que, al no incorporar la perspectiva de género, al no incluir la mirada de las víctimas ni las conclusiones científicas, determina este desenlace.

¿Qué quiere decir con la perspectiva de género?

Una mirada que logre salir del machismo de la justicia, de los códigos penales redactados por varones, que consideran a la violación o al violador un delito o un delincuente como cualquier otro, como si se tratara de un ladrón de gallinas…

¿Usté dice que sueltan a gente como Wagner por machismo?

Parece una síntesis muy dura, pero sí. No tengo ninguna duda. Y en estas situaciones me acuerdo siempre la frase de Gandhi.

¿Cuál?

Esa que decía "Temed la dureza de corazón de los hombres cultos". Se me viene a la cabeza de manera irrefrenable. Y el sistema debe empezar a cambiar. Hoy mismo.

No entiendo. ¿No dice que es el machismo el problema?

Sí, pero el machismo no se puede superar sin "ablandar el corazón", sin capacidad de empatia. Si no, sería una enfermedad. Y creo que estamos de acuerdo en que no lo es ¿verdad? Son "hijos sanos del patriarcado". Como no pueden ponerse en los zapatos de una mujer, no pueden hacer prevalecer esa mirada por sobre la letra fría de la ley. Por sobre sus desvaríos intelectuales, “de hombres cultos”, que creen estar garantizando algún tipo de derechos cuando mandan a la calle a alguien así.

¿Usté dice que el juez no se representa que ese tipo puede violar de nuevo a alguien cuando lo autoriza a salir?

En absoluto. Lo ve como una cuestión, en el mejor de los casos, conceptual. Filosófica. ¿La ley le da el derecho de salir? Bueno. ¿Yo como juez puedo permitírselo? Y dale. Lo decidió pese a un informe en sentido contrario. Lo decidió sin escuchar a quienes fueron sus víctimas. Lo decidió sin contar con la más mínima formación en perspectiva de género. Lo decidió sin considerar que hay enorme, abrumadora, evidencia empírica y científica de que la gran mayoría de los violadores reinciden. Lo decidió como un ejercicio intelectual. Lo decidió como quien dice, a ver qué onda, probemos, en una de esas el violador condenado se porta bien y no viola a nadie más.

Pah. No lo había pensado así. Es peor todavía de cómo lo veía yo. Ahora ¿por qué dice que no puede ponerse en los zapatos de una mujer?

Porque no puede. Porque es varón. No se imagina, jamás se puso a pensar, en qué se sentirá cuando alguien te secuestra, te obliga bajo amenaza de un arma a abrirte de piernas y te incrusta a la fuerza su pene. Nunca se representó eso. No puede hacerlo. Es varón.

Me deja sin palabras. ¿Entonces no hay manera de modificar eso?

Claro que sí. Para eso lucharon y luchan muchísimas… mujeres iba a decir. Pero no. Muchísimas personas, mujeres y varones, que logran superarlo e impulsar cambios para que otros lo superen. Eso hizo mientras integró la corte la jueza Carmen Argibay. Impulsó que todos los funcionarios judiciales se formaran en la perspectiva de género. Pero por eso le hablo del corazón duro. El primer paso para hacerlo es precisamente ponerse en los zapatos del otro. Si este juez indolente se hubiera preocupado por escuchar a las víctimas de Wagner, quizás se hubiera detenido a pensar que podrían ser sus propias hijas, porque las víctimas anteriores de Wagner, ambas, eran estudiantes de nivel superior. Igual que Micaela.

¿Y entonces?

Entonces, quizás, solo quizás, lo hubiera pensado dos veces antes de dejarlo salir. Eso es lo que intentaba decir con lo de la “dureza del corazón” ¿me explico mejor?

Más doloroso y mejor, imposible. Bueno...

Espere, que me quedó algo en el tintero. Eso de ¡malditos garantistas!

¿Qué hay con eso?

Que ése tampoco es el problema. El garantismo es una doctrina, no tiene la culpa de lo que hacen los funcionarios judiciales indolentes. Es como echarle la culpa a Jesús de las aberraciones del padre Grassi. Pero no nos vayamos lejos. El fiscal, el caradura de Diego Young, salió a decir en los medios nacionales que lo que ocurrió fue “gracias a las doctrinas que enseñan en la universidad pública y en la universidad privada, el señor Zaffaroni y toda la banda”.

Ah, y bueno, ve, eso es lo que le digo.

Pero no fue “el garantismo de Zaffaroni y la banda” el que acordó solo 9 años para Sebastián Wagner. Fue él, fue Diego Young, como fiscal.

¿El mismo que salió a decir eso?

Sí. Él consensuó con la defensora oficial solamente 9 años de prisión efectiva, en el juicio abreviado realizado en 2012 en la Cámara Penal de Concepción del Uruguay. Un hipócrita. Dijo a TN que Wagner “tiene una perversidad natural”. ¿Cómo explica entonces esa condena leve, que acordó él mismo?

¿Y cómo lo explica?

No lo explica, por supuesto. Y hay más: fue Young el que confirmó la absolución de Wagner por un tercer caso, surgido cuando ya estaba preso, porque aunque el estudio de ADN lo señalaba, se desligó acusando a su hermano gemelo que tiene el mismo ADN. Fue Young, y no “el garantismo de Zaffaroni y la banda”, alegando que sólo un estudio carísimo en Alemania podía dar un resultado más certero.

Ah, pero en serio es un caradura.

Y aún hay más. No fue “el garantismo de Zaffaroni y la banda” el que dejó libres a todos los acusados por el crimen de Flavia Verónica Schiavo, que sacudió a Concepción del Uruguay en 1999 y permanece impune. Fue Diego Young, en una actuación que fue cuestionada por la propia Corte Suprema en 2006. Como escribimos en El Miércoles por aquellos años: “La única actuación de Young en el caso Flavia fue dejar libres a todos los acusados. Nunca investigó nada. Nunca impulsó ninguna acusación”.

Qué bárbaro. Bueno, debo cortar, en serio. Me gustaría que la sigamos en quince días ¿le parece?

(*) Este artículo fue publicado en la edición gráfica de Análisis del jueves 13 de abril.

 

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