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Más de 1500 persona colmaron Rivadavia para ver a La Catalina. (Foto: El Miércoles Digital).

La Catalina desbordó Rivadavia

La murga uruguaya se presentó anoche en el Club Rivadavia, que fue literalmente desbordado por la concurrencia del público que disfrutó de “Un día de Julio”, una ópera murguera de gran nivel. Las murgas locales fueron ovacionadas. Una fiesta que volvió a mostrar la potencia del fenómeno en Concepción del Uruguay y la zona. Todas las fotos de una noche inolvidable.

A.S. de EL MIÉRCOLES DIGITAL

FOTOS: CLARA CHAUVÍN Y MARIO ROVINA

La cita era originalmente en la Plaza Ramírez, pero los pronósticos hicieron que los organizadores decidieran no correr riesgos, y temprano se supo que la noche murguera se haría en el Club Rivadavia. Pero a la hora del inicio (y durante las tres horas que duró la velada) no hubo ni señas de la tormenta. Era una típica noche de verano, con un calor tórrido que, dentro de las instalaciones del estadio, puso a prueba la entereza de las más de 1.500 personas que respondieron a la convocatoria impulsada por Cultura de la Municipalidad.

La entrada era gratuita, pero se comercializaron plateas que se encontraban agotadas ya desde hace algunos días. Muchas de las personas que acudieron a Rivadavia lo hicieron con sillones, pero ya no había donde colocarlos. Por ende hubo centenares de uruguayenses (y también vecinos de ciudades cercanas, como Gualeguaychú y Colón) que presenciaron las actuaciones de pie, en un estadio cerrado y sin refrigeración. Un sacrificio que solo pueden comprender los amantes del género, y que equiparó al público con los artistas populares, esos esforzados guerreros de la murga que suben al tablado con trajes calurosos, gorros pesados y un maquillaje que transforma los rostros en ríos de sudor apasionado.

Nada de eso impidió que se viviera una fiesta extraordinaria, que revela con claridad la fuerza de convocatoria que el género ha adquirido en Concepción del Uruguay, y cuyo mérito le corresponde en primer lugar a los entusiastas de las murgas locales, que desde hace una década trabajan sin especulación alguna para hacer crecer esta movida en la región.

Cuando la fiesta ya estaba en su apogeo, los funcionarios municipales del área –que no ocultaban su satisfacción-- bromeaban con que al menos lloviera un poco, para justificar el cambio de escenario. Y así fue: no alcanzó a terminar el esperado show de Agarrate Catalina que los relámpagos se transformaron en truenos y luego en una torrencial lluvia que ya no se detuvo.

Pero antes, lo que fue torrencial fue la profusión de murga al estilo uruguayo, un temporal que no cesa en Concepción del Uruguay, y que por el contrario parece decidido a crecer y crecer cada vez más.

Podría decirse que la murga al estilo uruguayo es un género consolidado ya en la ciudad, y la fiesta de Rivadavia así lo vuelve a demostrar. Quizás sería hora de que Concepción del Uruguay comience a pensar en fortalecer ese lugar que ya ocupa como pionera en el género, mediante un concurso de murgas al estilo uruguayo. (Foto: El Miércoles Digital).

 

“UN DIA DE JULIO”

La murga uruguaya Agarrate Catalina, una de las más exitosas del país vecino, viene presentando un espectáculo singular desde 2015: se trata de “Un día de Julio”, en el que combina la puesta escénica y musical de la murga con segmentos audiovisuales y una historia de corte teatral, con inicio, desarrollo y final, algo diferente a otros espectáculos.

La trama se basa en un personaje llamado Julio (interpretado por Martín Cardozo) que no sale de su casa pero desde su taller recupera electrodomésticos averiados y propone revisar el consumismo capitalista desde ese insólito lugar. El humor típico de la Catalina –que abiertamente cuestiona los ejes de la sociedad en la que vivimos-- se hace presente en toda la obra abordando asuntos de complejidad y profundidad como la obsolescencia programada, con la cancha de siempre de los hermanos Cardozo y sin ninguna altanería.

El show, que ha sido definido por algunos comentaristas como una “ópera murguera”, surgió de una situación difícil para la Catalina: con ese material se presentaron a la prueba de admisión en 2014 y el jurado los dejó afuera. Yamandú Cardozo, director responsable de la murga, dijo entonces que "quedar afuera del carnaval nos da más libertad para agregarle y acomodar cosas". Y así fue. De ese trago amargo surgió esta joya murguera que al público seguidor de la Catalina no solo no lo decepciona sino que lo complace profundamente, y que a quienes no se han adentrado aún en el fenómeno del género los sorprende y estimula a profundizar su incursión en él.

La obra se estructura en torno a Julio, un hombre de 48 años que nunca salió de su ruinosa casa, en la que además de cosas que no funcionan Julio acumula ideas “peligrosas” sobre el sistema, que está “enteramente equivocado” según explica con ingenuidad didáctica y graciosa. Julio vive con su madre (interpretada por Yamandú Cardozo), una matrona de medio pelo, reaccionaria y lujuriosa, y con un montón de ratas.

Como Julio repara gratis los aparatos rotos que la gente le deja, los vecinos lo transforman rápidamente en un ídolo, cuya fama se extiende por las redes sociales y la televisión. Y Julio desde su ridícula trinchera, da la lucha contra el sistema capitalista de consumo y producción, solo, apenas con sus herramientas y con las armas de la lógica y el conocimiento, mezclados con su inocencia a toda prueba. Y por un momento, breve, parece que puede vencer. Hasta que las mismas personas y los medios que lo enaltecieron y lo transformaron en un mito, lo empujan a la destrucción.

Una fábula contemporánea, podría decirse, de la mano de los hermanos Cardozo, que muestran nuevamente el nivel poético, las palabrotas bien usadas y el contenido filosófico que los caracterizan. Al nivel, para sus más conspicuos seguidores, del incomparable “Corso del ser humano”.

Agarrate Catalina viene presentando un espectáculo singular desde 2015: se trata de “Un día de Julio”, en el que combina la puesta escénica y musical de la murga con segmentos audiovisuales y una historia de corte teatral, con inicio, desarrollo y final, algo diferente a otros espectáculos. (Foto: El Miércoles Digital).

 

LAS MURGAS LOCALES

“Manso Guachazo” y “Puntuales pa la Tardanza” no desentonaron, aunque se notó la diferencia en los detalles técnicos (el sonido de las murgas locales estaba ostensiblemente más bajo que el de la estrella de la noche) y artísticos, estos ultimos más razonables en la comparación.

Los Guachazo, que vienen de competir por segunda vez en la competencia de murgas en Paysandú, presentaron un fragmento de su nuevo espectáculo titulado “Prohibido”, su sexto espectáculo consecutivo en seis años de actividad.

Los Puntuales, todavía despidiendo su espectáculo anterior (“Si le digo le miento”) adelantaron solo un cuplé de su nuevo trabajo, aun no estrenado, que lleva por título “Desde abajo”.

Ambas murgas fueron ovacionadas de pie por el público local, que reconoce de ese modo el persistente trabajo, pero también el crecimiento artístico, de esas formaciones.

 

UN GÉNERO CONSOLIDADO

Podría decirse que la murga al estilo uruguayo es un género consolidado ya en la ciudad, y la fiesta de Rivadavia así lo vuelve a demostrar. Quizás sería hora de que Concepción del Uruguay comience a pensar en fortalecer ese lugar que ya ocupa como pionera en el género, mediante un concurso de murgas al estilo uruguayo. La concurrencia masiva y la ovación del público local son indicios de que el terreno ya se encuentra fértil para pensar en tablados propios.

Para las anécdotas, resta contar que “Un día de Julio” se presentó en Concepción del Uruguay por una situación fortuita: Humberto “Samantha” Orique, platillero de la Catalina, es casi un habitué de la ciudad. Forjó una amistad con Mauro Richard, el director musical de los Puntuales. Estando de paseo por Concepción, se los cruzó en la Plaza un colaborador del intendente José Lauritto, y lo llevó a conversar. De allí surgió la posibilidad de traer el espectáculo. Es que el jefe municipal también devino en un apasionado del movimiento murguero: su esposa Flavia Mena, fallecida recientemente, había sido pionera en la instalación del género cuando comenzó a traer murgas (precisamente con la Catalina) como parte del Congreso de Educación Especial.

Cuando el día se iba y la lluvia arreciaba, el Murgalpón de los Puntuales recibió la visita de varios integrantes de la Catalina, encabezados por Yamandú y Martin Cardozo, que no querían irse de la ciudad sin pasar por ese sitio del que ya tenían noticias por su compañero Samantha. La alegría de los murgueros (y de algunos curiosos a los que la lluvia no les impidió acercarse) era gigante.

Yamandú Cardozo firmando la barra del Murgalpón de los Puntuales, en la madrugada del sábado. (Foto: El Miércoles Digital).

 

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