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Las monjas penitentes

Una investigación de la revista Análisis de Paraná dio cuenta que en el convento de las Carmelitas Descalzas de Nogoyá, se estaban realizando prácticas que incluían vejámenes y torturas. Esto despertó  sentimientos diversos. Aquí solo algunas líneas acerca de la penitencia en el ámbito del cristianismo.

Por ANÍBAL GALLAY

Las noticias que llegan de la ciudad de Nogoyá acerca de la existencia de torturas en un convento de las Carmelitas Descalzas, generaron sentimientos diversos.  Desde la indignación, hasta opiniones que hablan de una cuestión privada.

Este artículo no pretende emitir juicios de valor, sino explicar en la medida de lo posible qué sentido tiene la penitencia en general dentro del cristianismo y su sentido particular en cuanto a las prácticas que de allí se originan. Además esto no es propio de las Carmelitas Descalzas sino que atraviesa a todos los cristianos en mayor o menor medida. Es una transversalidad.

 

El sacramento de la penitencia

Uno de los siete sacramentos es el de la Penitencia llamado también confesión.  Esto consiste básicamente en autoinculparse de determinadas conductas que repugnan a Dios. Implica confesar ante un ministro que se es culpable. Y el acto continua con al arrepentimiento, y finaliza con “Ego absolvo a peccatis tuis”, que se traduce como “yo te absuelvo de tus pecados”. Se le impone al penitente una sanción simbólica consistente en alguna oración. Es lo que se denomina confesión auriculares, dejada de lado por los reformistas seguidores de Lutero.

Vale agregar que esto se fundamenta en el hecho narrado en el Evangelio de Juan cuando Jesús le dice  a la mujer adúltera, que estuvo a punto de ser apedreada: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más."  Hasta aquí se trata de penitencias espirituales, incluyendo lo de perdonar a quienes ofendieron.

La penitencia física

Además del sacramento de la Penitencia la Iglesia admite otras penitencias que tienen carácter colectivo, y la más conocida es la Peregrinación. Así caminar hacia un lugar determinado soportando todas las incomodidades es un sufrimiento que el peregrino acepta. Algunas peregrinaciones son muy populares como la que conduce a la Virgen de Itati en Corrientes, o a Lujan en la provincia de Buenos Aires. En el norte del país son singularmente populares los “promeseros”. Son personas que han prometido una acción especial en agradecimiento a algún favor divino.

Hay otras penitencias para los católicos, como no comer carne el viernes de Semana Santa, y otras más severas como el ayuno y la abstinencia, y la de confesar y comulgar por lo menos una vez al año.

La penitencia física personal

La cuestión se torna  complicada cuando se trata de la penitencia física, pero sobre el propio cuerpo, generando grados de dolor.  Estas prácticas en la actualidad no estas ni siquiera recomendadas a los cristianos, en general. Para los monjes (varones y mujeres) está permitida, con algún control de los superiores. En la actualidad no muchos defienden estas prácticas, salvo el Opus Dei, cuyos miembros utilizan el cilicio.  Este consiste en una cuerda con algunos pinchos metálicos que se colocan alrededor de la pierna, arriba de la rodilla.  Dicha cuerda puede ser manejada como un torniquete o un cinto, de modo que es ajustable. “Sean generosas…” les recomendaba a las mujeres del Opus Dei, su fundador. José María Escrivá de Balaguer. Es decir soporten el máximo dolor posible.

Otra `practica es la disciplina, un eufemismo para referirse a los azotes autoinfligidos, mediante cualquier tipo de elemento. También se la conoce como flagelación.

El sentido de la penitencia

Es bastante complicado explicar qué sentido tiene este sufrimiento físico.

Una antigua explicación expresaba que el cuerpo era una carga opuesto a lo espiritual. El dolor físico ayudaba a domeñar los sentidos para no caer en tentación, o redimirse si se había pecado.

En la actualidad las explicaciones desde la teología, son más amplias. Se trata de una participación en la tarea redentora de Jesús. Dicho de otro modo: Jesús es quien se sacrificó a sí mismo en pro de redimir a la humanidad. Es pertinente entonces que cada cristiano redimido, aporte voluntariamente un pequeñísimo grado de dolor para trocarse en corredentor. No es una destrucción, sino una construcción y un aporte en la tarea redentora.

Los defensores de la Penitencia cristiana responden a sus críticos acerca de ingentes sacrificios a los que se somete una persona para lograr algún objetivo. Se pasa hambre para adelgazar o esfuerzos inmensos para conservar la figura física, .o ahorros extremos para comprar un automóvil…

Estas líneas no pretenden una valoración, es solo ilustrativo y muy general para quienes tuvieren alguna curiosidad en un tema controvertido.  Una valoración adecuada de este caso necesitaría mas información sobre lo ocurrido.

anibalgallay@hotmail.com

 

 

 

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