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UNA SINTESIS DE LA CHARLA EN EL ENCUENTRO «DE COSTA A COSTA»

"Nuestra identidad es romper fronteras"

En el encuentro de músicos entrerrianos "De costa a costa", el pasado domingo el periodista y escritor Tirso Fiorotto brindó una charla sobre identidad, ambiente, y buen vivir. Un repaso sobre cuestiones que no aparecen con frecuencia en la agenda cotidiana y suelen ser ignoradas por los medios de comunicación.

En el marco del encuentro de músicos entrerrianos "De costa a costa", el pasado domingo al mediodía, el periodista y escritor Tirso Fiorotto brindó una amena charla sobre identidad, ambiente, y buen vivir. Fue en la Salamanca, bajo la sombra de los árboles y ante un numeroso grupo de jóvenes y no tan jóvenes que se dan cita en este movimiento de músicos populares entrerrianos, que realizó su décimo encuentro provincial el fin de semana pasado en Concepción del Uruguay.

Oriundo de Larroque y residente en Paraná, Tirso es uno de los principales referentes de la Junta Abya Yala de los Pueblos Libres, un foro de investigadores, intelectuales y luchadores sociales entrerrianos nucleados por sus ideales igualitarios y emancipadores. Se explayó con comodidad acerca de cuestiones que no suelen estar presentes en la agenda cotidiana, y casi siempre ignoradas por los medios de comunicación y por el sistema formal de educación.

En su exposición, con tono informal y muy didáctico, Fiorotto repasó temas que conectan la identidad entrerriana con las problemáticas actuales. Habló sobre las tradiciones que vale la pena rescatar y defender, porque promueven la lucha contra falsas dicotomías: aquellas que separan a pueblos hermanos, inventando fronteras donde no las hay; aquellas que divorcian a la cultura de la naturaleza, como si el ser humano pudiera escindirse de su entorno; aquellas que quieren alejar a las luchas sociales de la defensa de la identidad cultural, como si la redención de los postergados fuera una abstracción para el ejercicio intelectual;

Por eso en la charla conviven la biznaguita y las luchas contra Monsanto; la diversidad productiva con la chamarrita; el federalismo con la chamarrita; Linares Cardozo con la discusión del modelo productivo que expulsa a miles de jóvenes de la provincia; el marandová y el glifosato; las coplas que el movimiento De Costa a Costa recupera y difunde, y las multinacionales a las que hay que mirar de frente. El pasado y el presente, los desafìos pendientes, la necesaria discusión colectiva sobre lo que queremos ser...

A continuación, El Miércoles Digital reproduce la síntesis que el propio Tirso hizo sobre su charla, y que gentilmente autorizó a este medio a reproducir. Se trata de un aporte relevante a lo mejor de la identidad entrerriana, y con satisfacción la compartimos con nuestros lectores.

 

UN MUNDO QUE NOS HA SIDO ESCONDIDO

Por DANIEL TIRSO FIOROTTO

 

Primero hicimos referencia a la presencia de Cristina, una bella joven acordeonista de Paysandú, para apuntar lo que significa Paysandú para todos nosotros, Paysandú, donde la libertad cayó violada, como decía Andrade, donde dieron la vida orientales como Leandro Gómez, entrerrianos como Lucas Píriz.

Eso vino al pelo, porque el tema buscaba precisamente romper fronteras para encontrar nuestra identidad, y romper la frontera geográfica con el Uruguay es una prioridad para empezar entendernos.

Por eso leímos unos párrafos de Antonio Serrano, en su obra Etnografía…, que llama a mirar el río Uruguay desde las dos bandas para recuperar la unidad, y que recuerda que toda la región tenía el nombre de Provincia del Uruguay.

Y recitamos versos de Romildo Risso, que solía repetir Atahualpa Yupanqui: “si hay leña cáida en el monte/ yo no v’ia cortar un árbol. Po’el aire no puedo dir/ de no, ni pisaba el pasto”. Es decir, un resumen perfecto de la armonía en la naturaleza, mínima invasión. Risso y Yupanqui, y una condición antigua del criollo, la de no atropellar.

Para entrar ya en tema comentamos el caso de la avispa Cotesia, parasitoide del marandová (la larva de la mariposa nocturna), que paraliza a su hospedante e impide que se defienda. Cómo lo hace, con la presencia, en el ADN del parásito (la avispa) de un virus que anestesia al animalito y le inhibe sus defensas para la inmunidad.

Entonces pedimos que nos pusiéramos en el lugar del marandová y pensáramos si nosotros no estamos parasitados y sin respuesta, sea por multinacionales, por el consumismo, sea por la tecnología, la velocidad, que por ejemplo nos hace matarnos en las rutas como tontos.

Una forma de romper las fronteras, además de leer a Serrano o conocer la histórica defensa de Paysandú, sería ingresar a la cosmovisión de nuestros pueblos antiguos y vigentes por ejemplo con la tradición del yanantin, el par complementario.

En la charla conviven la biznaguita y las luchas contra Monsanto; la diversidad productiva con la chamarrita; el federalismo con la chamarrita; Linares Cardozo con la discusión del modelo productivo que expulsa a miles de jóvenes de la provincia. (Foto: El Miércoles Digital).
En la charla conviven la biznaguita y las luchas contra Monsanto; la diversidad productiva con "el tanguito montielero"; el federalismo con la chamarrita; Linares Cardozo con la discusión del modelo productivo que expulsa a miles de jóvenes de la provincia. (Foto: El Miércoles Digital).

Entonces señalamos cómo en nuestro cancionero, en nuestras artes, hay innumerables búsquedas en ese sentido, que dicen más o menos lo que Juan L. Ortiz: era yo un río… me atravesaba un río. Es decir, el paisaje no frente al hombre sino en el hombre, la unidad, rompiendo la frontera entre sujeto y objeto.

En “Regreso pitanguero”, por caso, Walter Ocampo (con música de Alcibíades Larrosa) le pide a la madre que lo mande al monte porque “en esa siesta larga de gestos lerdos/ quiero encontrarme a solas con mi gurí”, dice, y en el estribillo: “compañero pitanguero/ en el abra esperame/ que en la fruta diminuta/ duerme pura mi niñez”.

El poeta añora las siestas de gestos lerdos, como Juan Carlos Alsina y Carlos Santa María dicen en la obra “No sé si un día” (que cantaba tan lindo Juan Carlos Angelino) añora “volver al tiempo del sin apuro”.

“Décimas con trinos”, de Héctor Deut, con música de Miguel Martínez, el Zurdo, rompe fronteras porque sabe mirar al compañero, el cardenal, el hornero, la calandria, busca enseñanzas allí en la tacuarita, el zorzal, y no lo hace con mirada cándida. Dice del casero. “no le interesa la moda/ ni gorjeos solitarios/ no pretende campanarios/ ni burgueses privilegios/ su pico no tiene arpegios/ el hornero es proletario”.

Hay autores que en sí mismos rompen fronteras, como el caso de Aníbal Sampayo. Y movimientos como el de Costa a Costa, que devuelve la unidad, que desde la música y la poesía pasa a los intercambios artísticos, a los pensamientos, a las reuniones de amistad…

Como los artistas habían elegido algunas canciones para comentar, señalamos que en Garzas Viajeras el autor sanducero invita a compartir necesidades y dice que la vida de pobre se sostiene de esperanza, cuando en las primeras estrofas se refiere a las garzas y a las palomas, de modo que hay una asociación sencilla entre la esperanza y las alas.

“La biznaguita”, de Linares, se propone también romper fronteras. “Quiera dios, cuando descanse,/ que me cubra un biznagal/ que en algún horno de un pobre/ daré calor a su pan… Ay, si fuera como vos,/ biznaguita mi cantar/ pa’arrimarle un calorcito/ a mi pueblo litoral”.

Otras canciones seleccionadas van y vienen entre las dos bandas del río, rompen fronteras. En el caso de la “Chamarrita de Alcaraz” de Linares se convocan los bichos a bailar y mandan chasques: “A Santa Fe un teru teru/ a Corrientes un chajá”, es decir, no se queda en lo local, mira la región, y celebra el encuentro de los compañeros en la danza.

En el rasguido doble “Como mi padre”, de Oscar González y Edmundo Pérez, el estribillo nos devuelve a un mundo de armonía: “cosas que tiene mi paraje/ y este destino de ser parte del paisaje”.

En esto de abrirnos a un mundo que ha sido escondido, hicimos hincapié en el yanantin, el par complementario, entonces nos preguntamos por conceptos que parecen separados como cultura o naturaleza, y llamamos a mirar la cultura en la naturaleza, es decir en unidad.

Ahí una digresión en torno de la mirada del occidente que desde los libros llamados sagrados pone al hombre sobre la naturaleza para servirse, es decir, con mirada utilitarista…

Lo mismo, al ver la correlación entre las luchas por la independencia, las luchas federales, las luchas obreras, y recordamos los versos de Raúl Fernández, que muestran un encadenamiento “roja banda que atraviesa/ la bandera azul y blanca./ Rojo, color de pasión,/ de protesta justiciera,/ hoy la universal bandera/ de la humana redención”.

Por supuesto, cuando sabemos que la lucha obrera no oculta que las luchas por el federalismo y la independencia son inconclusas. Y considerando que José Artigas rompió fronteras, supo ver la unidad e indios, gauchos, negros, la unidad de los territorios en confederación.

En la misma línea hicimos referencia a la Entre Ríos rural y urbana y señalamos que el territorio tiene ambas cosas, pero como ha sido desplazado el campesino, entonces estamos como en un coro desafinado, o rengos, porque son culturas complementarias.

Ahí nos detuvimos en el destierro de tantos, en el flagelo del litoral, el destierro, los pueblos fantasmas, las taperas. Y señalamos que la recuperación del estado de armonía nos exige sacar los estorbos: las multinacionales, el capital financiero, Cargill, Monsanto, las patentes, etc., para curarnos del hacinamiento de las grandes urbes.

Mencionamos unas reflexiones del profesor Gustavo Lambruschini, que al País del sauce le opone el país del ñandubay, una buena manera de señalar otro aspecto que por ahí se pasa de largo, el de las luchas, la valentía del entrerriano, en fin; y apuntamos que desde la perspectiva del yanantin, Entre Ríos es el país del sauce y es el país del ñandubay, no son países contrapuestos sino complementarios y está bien que los miremos y conozcamos, la armonía y la guerra, digamos. Comparamos el significado alegórico del sauce y el ñandubay, nada más.

Recordamos que se cumplen 500 años de la invasión europea con la llegada de Solís, a quien los habitantes de este suelo al parecer se lo comieron.

Ese mundo practica el racismo, el genocidio, la esclavización, el biocidio, el individualismo, la apropiación de las riquezas, el saqueo.

Como respuesta, nuestro mundo real aunque ocultado, desviado, menospreciado, puede resumirse en lo que llamamos Mundo Zurdeño: la armonía del humano en el paisaje, las visitas a la isla, la conversación con los pájaros, la puerta abierta para tomarse unos mates con los amigos con serenidad, el espíritu de grupo, la reflexión sincera, la mirada de cuenca, la valoración de los oficios, la música, el canto con fundamento, y el antiimperialismo militante, todo a la vez, sin compartimentos estancos.

No sería otra cosa que el Sumak kawsay, el vivir bien, en armonía, donde se conjuga el verbo compartir antes que competir.

Desde ese centro que decimos Mundo Zurdeño, nos fuimos a diversos ejemplos donde nuestra comunidad rompe fronteras, por caso en los sobrenombres que suelen ser más auténticos que los nombres. Loro, palomo, justo dos símbolos y menospreciados, llamados plagas.

 

 

Loro, por la cultura Goya Malabrigo, que rompe fronteras porque se expresó en las costas del Paraná sin detenerse en provincianismos, y en las costas del río negro en el Uruguay. Como se recordará, un motivo recurrente de las cerámicas es la cabeza de loro.

Y la paloma por la paz.

Los sobrenombres nos llevaron por la lechuza, el pirincho, el ñandú, y tantos otros, y también al canario, pero en este caso no por el pájaro sino por las migraciones de los canarios (islas Canarias) compartidas con el Uruguay. En ese punto nos extendimos sobre la presencia de los pueblos originarios, los negros, los gauchos, los pueblos vecinos, en nuestra constitución social.

Como la reunión misma era una rueda de mate, no faltaron referencias al mate como puente del humano con sus antepasados, del humano con la Pachamama a través de la savia y los minerales. Ahí aprovechamos para recordar que esa mirada integral que responde a una conciencia antigua de este suelo no está en las aulas, que padecen de una deficiencia que llamamos atopía, donde los conocimientos, oficios, modos, animales, objetos del entorno son menospreciados.

Entre Ríos en el litoral, en la Liga de los pueblos libres, en el Abya yala, con pensamientos, artes, luchas encadenadas.

Nos referimos a aspectos de nuestra identidad pero con claras advertencias contra el localismo, el provincianismo, el chovinismo, es decir, intentamos mostrar que nuestra comunidad no se explica sola, aislada, que está en un tejido regional y que no es sólo presente.

De eso hablamos. De la modernidad que fuerza situaciones y nos obliga a manipular tecnologías que no encuentran acomodo, lo cual nos lleva por ejemplo a matarnos en las rutas. De la colonialidad y sus expresiones diversas, y de la resistencia que se manifiesta de muchas maneras a lo largo de estos 500 años, aun cuando seguimos parasitados e inmovilizados para no poder espantarnos las moscas aunque más no fuera con la cola.

Con la intervención de varios jóvenes y no tan jóvenes derivamos a otros asuntos, claro, junto al río y bajo la sombra de unos impresionantes eucaliptos, es decir, no faltó Australia.

 

DTF

 

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