El gobernador entrerriano decidió subordinarse a La Libertad Avanza, desde una extraña lectura del panorama electoral. Cuatro boletas diferentes son encabezadas por peronistas, lo cual favorece a LLA, que de otro modo se vería complicada. Aunque las encuestas muestran al gobernador con buena imagen, en este turno electoral apostó a una nacionalización de las elecciones y LLA, en caso de ganar, se quedará con dos senadores nacionales, uno de ellos un “extranjero”, como Frigerio: Joaquín Alberto Benegas Lynch. En la provincia otrora orgullosa de su autonomía, siguen creciendo las figuras “de afuera” que acumulan poder y decisión.
Por AMÉRICO SCHVARTZMAN (*)
Este año en Entre Ríos se elegirán ocho legisladores nacionales: cinco diputados y tres senadores. La constitución provincial no prevé renovación de la legislatura cada dos años, por eso solo se renuevan las bancas del Congreso de la Nación. La provincia de Ramírez, Urquiza y López Jordán tiene nueve diputados nacionales, que nunca se eligen a la vez: en un turno tocan cuatro, en otro cinco.
El gobernador Rogelio Frigerio, a casi dos años de haberse adjudicado la gobernación, sostiene su buena imagen, según encuestas diversas. En mayo una de Isasi / Burdman lo ubicaba como uno de los gobernadores con mejor imagen, con un 35 por ciento de valoración positiva, frente a un 23 de imagen negativa (y un 29 que “no sabe / no responde”). Ese mismo informe lo destacaba como el gobernador “con mejor imagen positiva y más margen de crecimiento”.
Una medición más reciente de Aresco –la encuestadora fundada por Julio Aurelio– muestra que en septiembre la alianza entre Frigerio y La Libertad Avanza (LLA) encabeza la intención de voto con casi 37 por ciento frente a un 32 del peronismo.
Esa misma indagación presenta a la segunda opción peronista —encabezada por Carolina Gaillard, apoyada públicamente por algunos referentes kirchneristas nacionales, como Oscar Parrilli o Juan Grabois— se lleva unos pocos puntos: apenas roza el 6 por ciento. Pero esa diferencia consagraría el triunfo de la alianza Frigerio–LLA.
La medición de Aresco reveló también que la gestión del gobernador está valorada unos puntos más arriba que la del Presidente, que no parece tan erosionada por la sumatoria de escándalos la gestión que conduce. Frigerio supera un 54 por ciento de valoración positiva, frente casi 43 de negativa. La gestión de Milei recibe apoyo de un 53 por ciento de los entrerrianos consultados, mientras que más del 43 lo ve de manera negativa o muy negativa.
Rareza y subordinación de Frigerio
Que Rogelio Frigerio sea hoy el gobernador es una rareza que el peronismo no termina de explicarse, quizás porque entenderlo requeriría una profunda introspección, mirarse al espejo a fondo y asumir errores de larga data.
¿Cómo fue posible que llegara a la Casa Gris un “porteño”, que debió realizar cursos acelerados de “entrerrianidad” (y hasta hoy sigue confundiendo nombres de ciudades, fechas, próceres y hasta gentilicios) cuya única conexión con Entre Ríos eran sus vacaciones en las estancias familiares en el sur de la provincia? ¿Cómo llegó a tener esta provincia orgullosa un gobernador a cuyos colaboradores se los llama “011” porque ni sus celulares son locales?
En los hechos humanos nunca hay un solo factor causal, siempre son producto de una convergencia de elementos. Pero suele ocurrir que hay uno de ellos que cobra mayor relevancia.
Desde la recuperación de la democracia hasta la asunción de Frigerio en diciembre de 2023 pasaron 40 años. De ellos, el peronismo entrerriano gobernó 32 años, y en ese tiempo, el PJ acumuló demasiados problemas y promesas incumplidas, y terminó cansando a su electorado. Al punto que después de la que quizás haya sido la gestión más prolija y ordenada en su historia (la de Gustavo Bordet), el electorado decidió castigar a esa fuerza política y apostar a un “extranjero”, casi un desconocido… que además también provenía del peronismo, aunque en versión “menemista”. De hecho en plena campaña no fueron pocos los que recuperaron fotos de un joven Rogelio Frigerio en actos con Jorge Pedro Busti.

A Frigerio, parece, le gusta sorprender. Por eso en este año electoral, y desde una lectura muy especial del panorama, decidió subordinar a LLA toda su construcción política. La amplísima alianza con la que llegó al gobierno tuvo sacudones, pero salvo un par de fuerzas que se aventuraron en otras opciones, la mayoría de ellas (la UCR, el PRO, el GEN, los ex peronistas del MSE, el MID y otras fuerzas menores) optaron por callar y acatar.
Varios peronismos
El PJ entrerriano nunca fue masivamente kirchnerista. Sus líderes locales son leales a quien conduzca con poder y billetera: mientras el hombre fuerte era Jorge Busti (fallecido en 2021), que garantizaba triunfos en las urnas y generosos repartos presupuestarios, en toda la provincia se seguían sus decisiones estratégicas.
Cuando Sergio Urribarri desafió ese liderazgo, a cuya sombra se había formado, el peronismo entrerriano fingió kirchnerismo y “urribarrismo” (en Entre Rios impera esa costumbre de que cada líder ocasional da origen a un “ismo”, a veces tan efímero como la vida de una mariposa).
Pero Urribarri se convirtió en piantavotos tras las condenas de la justicia entrerriana, modelada por el peronismo, lo cual hizo poco convincentes las apelaciones al lawfare por parte del ex gobernador. Recién entonces lo dejaron más solo que a Netanyahu en la asamblea de la ONU.
En Entre Rios es tradición que el peronismo, cuando se aleja del poder, divide su oferta electoral en varias opciones. Este año no es la excepción. La propuesta oficial del PJ está encabezada por Adán Bahl (ex vicegobernador, ex intendente de Paraná) y por Guillermo Michel (ex funcionario de la Aduana y muy vinculado a Sergio Massa). Pero lo que queda del kirchnerismo armó lista propia, con la actual diputada nacional Carolina Gaillard, sobrina de Urribarri, de cuya mano ingresó a la política (aunque, pragmática, ya no menciona al tío).
Hay otras dos listas encabezadas por peronistas de relevante historia en la provincia. Una es la de Héctor Maya, ex senador nacional y figura menemista en Entre Ríos, que salió del letargo y se presenta con el sello del Partido Socialista, que si bien integra la alianza de gobierno de Frigerio, no pudo tragar el sapo de LLA y decidió probar con un espécimen de menor cuantía, tal vez por ser menos conocido para las nuevas generaciones. Otra lista es la del ex intendente de Gualeguaychú Emilio Martínez Garbino, quien vuelve al ruedo después de unos años de quietud.
Nadie sabe cuántos votos les restarán estas tres opciones al peronismo oficial, pero no pocas voces aseguran que le hacen el favor a Frigerio y a LLA: cada voto que le resten implica mayores chances de que el pacto entre los oficialismos provincial y nacional pueda llevarse más diputados.
¿Hizo negocio Frigerio?
La pregunta que se hacen analistas y dirigentes políticos en toda la provincia: ¿hizo negocio Frigerio al entregarse a los brazos de LLA?
En el inesperado acuerdo, el gobernador resignó todo: va a los comicios con los colores y el nombre del partido “libertario”, con estrategia electoral ajena (que puede sintetizarse como “nosotros o el caos”, y ese caos escrito con K) y con solo dos candidatos propios “salibles”: la macrista Alicia Fregonese, nacida políticamente en los piquetes chic de la Sociedad Rural contra la 125, y el ex intendente radical de Crespo, Darío Schneider. Para que entren ambos al Congreso la alianza debería tener un triunfo claro sobre el peronismo oficial.
El gobernador presentó su claudicación ante LLA como una estrategia para evitar el regreso al poder del “populismo, la demagogia y la corrupción”, el mismo argumento con el que Milei perdió por escándalo las elecciones en la provincia de Buenos Aires.
Frigerio se fotografió con una bandera violeta de un lado y roja del otro con la leyenda “La Libertad Avanza o Argentina retrocede”. En no pocos de sus aliados todo esto provocó estupor. No reconocen al dirigente que hasta hace minutos hablaba de unidad nacional y convocaba a peronistas, radicales, y a todos quienes estuvieran dispuestos a “dejar atrás para siempre los enfrentamientos y cerrar la grieta”.

El verdadero ganador en cualquier caso será Milei, ya que el triunfo ante el peronismo dividido le dará dos bancas en el Senado y un diputado nacional. La alianza con la que Frigerio llegó al gobierno despide cinco legisladores en diciembre: dos senadores y tres diputados. Aun con una victoria aplastante, Frigerio se quedará sin tropa propia en el Senado y, en el mejor de los casos, con solo dos diputados. “Un negoción”, ironizan los enojados en la UCR.
Tradiciones que no cambian
En el otro extremo del espectro, y honrando sus tradiciones, la izquierda trotskista va a las elecciones dividida. La lista del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) lleva a Nadia Burgos para diputada y Sofía Cáceres Sforza al Senado. El MAS de Manuela Castañeira, de menor presencia, va con Juan Cruz Ross y Nahuel Leis Pou, respectivamente.
Los que se van del Congreso en diciembre son los diputados Atilio Benedetti (UCR); Marcela Antola (Democracia por Siempre); Nancy Ballejos (PRO); Carolina Gaillard y Tomás Ledesma (Unión por la Patria). En el Senado, concluyen mandato Stefanía Cora (Unión por la Patria); Stella Olalla (UCR); Alfredo De Angeli (PRO).
Otro Benegas
Hasta el momento de conocerse su postulación era un completo desconocido en Entre Ríos. Joaquín Alberto Benegas Lynch encabeza la lista de senadores del acuerdo entre Frigerio y LLA. Vive en La Paz, tiene 50 años, es licenciado en administración de empresas y está al frente de Glocal Terra, una SRL dedicada al asesoramiento de inversores y administración de campos productivos.
Es el hermano mayor de “Bertie”, Alberto, una de las espadas mileístas en el Congreso, y ambos son hijos de un economista de la ultraderecha “libertaria”, Alberto Benegas Lynch (h), de 84 años, quien a su vez es hijo de Alberto Benegas Lynch (el primero de ese nombre), fallecido en 1999.

El Benegas Lynch original (“Bertie” es el tercero de mismo nombre) dejó un itinerario de vida fascinante para los cavernícolas: primo hermano del Che Guevara (a quien difama), toda su vida estuvo en sus antípodas. Participó de la conspiración que bombardeó la Plaza de Mayo para asesinar a Perón, fue funcionario de la “Revolución Libertadora”, presidente de la Cámara Argentina de Comercio, y creador del linaje cuya principal actividad parece ser la clonación de “Albertos Benegas Lynch”. Al punto que Joaquín también se llama Alberto.
Al parecer, con el nombre también viene el pensamiento paleolítico: el candidato a senador se ha manifestado a favor de la venta de órganos, en contra del aborto, proclive a “desmantelar el Estado”. En su primera entrevista produjo un pequeño terremoto en Entre Ríos: propuso privatizar Enersa (la empresa provincial de energía) y Salto Grande, el ente binacional que controla la represa compartida con el Uruguay a la altura de la ciudad de Concordia. Sus propios aliados debieron aclarar que no se puede.
Los de afuera no son de palo
Benegas tampoco es entrerriano y cuando habla se le nota. Demasiado. Al pueblo de esta provincia, alguna vez orgulloso de su identidad definida por su condición casi insular, le ha llegado un tiempo incierto donde lo gobiernan y lo van a representar personas que saben poco de su historia y que lo ven como un escalón de sus ambiciones e intereses, o en todo caso, como parte de una estrategia de mayor alcance.
No es nuevo. Hace tiempo que los destinos de esta provincia los deciden empresas cuyas acciones pertenecen a personas que jamás la pisaron ni lo harán. Entre las principales facturaciones no figura nadie que viva entre los dos grandes ríos: el Banco de Entre Ríos, de la familia Eskenazy; Cargill, del grupo estadounidense Cargill-Mac Millan; Viterra, canadiense; Molinos Río de la Plata, de la familia Pérez Companc; Aceitera General Deheza AGD, de la familia cordobesa Urquía; La Sibila, del grupo santafesino Boglione; la empresa austríaca Egger; la italiana Sadepan. Y sigue la lista.
Pero si hace mucho la población entrerriana se acostumbró a que sus destinos los manejen inversores y accionistas que ignoran qué es una chamarrita o no pueden distinguir Colón de Concordia, lo novedoso es que también la representación política la ejerzan “foráneos”.
No cuesta imaginar que en su destino final, Ramírez, Urquiza y López Jordán se revuelven inquietos y apesadumbrados. ¿Qué dirá el futuro próximo? Habrá que esperar para saberlo.
(*) Artículo publicado en el sitio Zoom.
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