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OPINIÓN

AGRIDULCE

En un contexto económico similar a 1989, de endeudamiento externo y crisis, vuelve la versión 2019 a las de hace 30 años. Esta ocasión de elecciones generales muchos distan de las famosas PASO. El escenario del mes de agosto estuvo muy lejos de repetirse y en dos meses se acumuló un 40 por ciento de ciudadanía o mejor dicho voto no peronista.

 

Por ANA HERNÁNDEZ de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Muchos son los ítems que podemos enumerar, como el desempeño de las consultoras y pensar las encuestas, incluso de bocas de urnas fallidas, eso en lo circunstancial y hasta anecdótico, pero la lectura estructural habla de otra cosa. La imposibilidad que tiene la sociedad argentina para construir hegemonía desde hace ya tiempo, lo que dio a llamar periodísticamente la grieta.

Término poco feliz pero que si se mira desde un gráfico se divisa fácilmente. Curiosamente todo el centro del país, el litoral, donde se ubica la cuenca lechera y una de las más grandes cosechas sojeras, espacio territorial proveedora de alimentos y exportadora de materia prima. Por lo tanto, cabe preguntarse cuáles son los signos culturales y codificaciones sociales en estas idiosincrasias provinciales que difieren del resto del país.

Culturalmente adhieren al lema de “trabajo de sol a sol “, el meritocrático que no acuerdan con la intervención estatal en ciertas prestaciones sociales.

Dice Carlos Fara “como ya sucedió en 2015 y 2017, Cambiemos hace mejor elección en las generales que en las primarias, y una vez más eso se debe a que existe un segmento silencioso que no va a votar en la primera instancia, pero sí lo hace en la segunda. Ese público es en general más despolitizado, desinformado, desideologizado, y se maneja con otros parámetros de cultura política”.

En este contexto el nuevo gabinete deberá ser más amplio y plural ya que debe sumar consensos para algunas reformas sociales que urgen. Pero con este resultado de 8 puntos diferenciales que garantizaron la victoria no alcanza para cubrir quizás las expectativas de un sector que está urgido.

La prudencia y los movimientos lentos serán necesarios como quien cruza un puente movedizo y abajo tiene arenas movedizas. El resto de legitimación y fuerza se la deberán los movimientos sociales y provenientes del sector popular e impulsar las reformas desde abajo.

Quizás el movimiento feminista como protagonista activo de los últimos años tendrá un nuevo desafío y oportunidad de centrar la escena.

La diferencia fue menos de la esperada. Si comparamos con los números del 2015 en otro contexto el conservadorismo conserva su porcentaje de votos, lo cual es un dato fundamental para hacer un diagnóstico dela composición socio cultural de la Argentina, ya que en el 2015 había cierta holgura económica que permitía la creencia del progreso económico como mero hecho individual, pero esos años ya no son y sin embargo ese núcleo duro permanece en un contexto de crisis.

La sociología y las encuestas pueden equivocarse, pero no es un permitido para los tiempos que vienen.

Hubo un corrimiento de la escena de una dirigente, acto poco habitual (ver: ...le volteó la Dama) pero que alcanzó para ganar una elección, lo cual indica lo asertivo de la jugada de ajedrez; aun así, no alcanzó para llegar a un margen diferencial que le permitan al nuevo presidente tomar decisiones drásticas; muy por lo contrario, lo obligan a negociar; consensuar y ampliar con pluralidad su gabinete.

Está claro que no tiene permitido posar su mirada sobre el caballo de Troya durante mucho tiempo y mucho menos escuchar el canto de las sirenas.

 

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