Unas pocas reflexiones desde una perspectiva independiente pero no neutral, sobre la condena firme para la ex Presidenta y el panorama que se abre a partir de ese hecho.
Por A.S. de EL MIÉRCOLES
· En la Argentina, la justicia no investiga (ni mucho menos condena) a las personas muy poderosas. Lo reconoció, varios años atrás, en una charla pública, el procurador general de Entre Ríos, Jorge Coque García, jefe de los fiscales de la provincia. Es decir: de quienes deben investigar cuando se acusa a una figura del poder. Fue en un panel que organizamos en el marco de un aniversario de la revista Análisis, aquí en Concepción del Uruguay.
· No puedo hablar sobre la causa, porque no la conozco ni pienso dedicarle tiempo a leer nada específico sobre eso. Demasiada gente hay hablando sobre el tema, así que se trata de elegir a quién creerle. Pero que los Kirchner no podían explicar su patrimonio declarado lo sabemos desde hace décadas. Que la justicia solo sea eficaz con ella, es sugestivo. También es cierto que dos de los tres que la condenan son peronistas, uno de ellos incluso fue funcionario de Néstor.
· La condena de la ex Presidenta (que queda firme tras el rechazo de la Corte al recurso de queja presentado por ella), si la opinión anterior que apunté es certera, es una señal clara de que, después de tantos intentos de sepultar al kirchnerismo, ahora sí Cristina pasó a ser historia, eso tan deseado por quienes la detestan (dentro o fuera del peronismo). Es decir, una señal de que se quedó sin poder.
· Si bien no pienso defender a la ex Presidenta, no se me escapa que la justicia no parece muy apurada en investigar los delitos de otros poderosos, como Macri y Caputo y Milei, responsables de calamidades que están a la vista de todo el mundo (endeudadores brutales de nuestro país, como Macri y Caputo, o estafadores burdos como Milei, además de flagrante apología del delito, instigación al odio y a la discriminación en diversas formas). Pero como la justicia no se mete con los poderosos, para que algún día los condenen, primero hay que sacarlos del poder. O mejor, sacarles el poder. Porque incluso fuera del gobierno, si logran irse con considerable ascendencia sobre la sociedad, la justicia tampoco los tocará.
"Si bien no pienso defender a la ex Presidenta, no se me escapa que la justicia no parece muy apurada en investigar los delitos de otros poderosos, como Macri y Caputo y Milei, responsables de calamidades que están a la vista de todo el mundo...".
· Hasta ahora, yo pensaba que si a Cristina no la habían condenado era precisamente porque, pese a todos los que la daban por liquidada, seguía siendo una de las personas más poderosas de la Argentina. Al menos potencialmente: no existe otra cara opositora que tenga el respaldo incondicional de más de un tercio de la sociedad argentina. Le guste a quien le guste.
· La inhabilitación electoral de Cristina (más grave que la prisión, que seguramente será en el domicilio que elija) puede servirle al peronismo, aunque por supuesto ninguna de sus figuras lo diria en público, para encarar su necesaria renovación. Instancia que, a mi juicio, su liderazgo obturaba, mientras cerraba además cualquier camino para el retorno al poder del peronismo. Si eso ocurre, en unos años el peronismo entero le hará un homenaje a esta Corte a la que hoy defenestran.
· La democracia no está en peligro por este fallo. Para nada. Esta democracia renga y boba que tenemos, donde seguimos eligiendo a gente para que resuelva por nosotros cuestiones que en realidad jamás deberíamos delegar, no está en riesgo por la condena firme a Cristina. Al contrario, mal que les pese a unos y otros, esta decisión pone a prueba lo mejor de la democracia, que implica aceptar las decisiones de los poderes constitucionales cuando no nos gusta lo que deciden. Como Lula en su momento, como Menem en el suyo. (Y un apunte acerca de quienes se quejan de que a los jueces no los elige el pueblo. Podemos discutirlo, veremos qué rumbo toma la experiencia de México. Pero ¿se refieren a ese mismo pueblo que votó a Milei? Porque, es bueno recordarlo, será ese el que los elija, no otro).
· No aceptar esto y plantear que es un estado de sitio, que es “la dictadura de la Corte” (o de Milei) o cualquier otro bolazo de ese tipo, banaliza lo que es, en verdad, una dictadura. Pero además muestra la incoherencia de quien lo enuncia, porque de ser así, solo cabría resistir a esa dictadura, no presentar ninguna candidatura, boicotear las elecciones (porque serian con proscripción, y por lo tanto, antidemocráticas) y resistir de todas las maneras posibles. Es obvio que el peronismo no lo hará.
· Por lo tanto, ese tipo de grandilocuentes pavadas solo contribuyen, en mi opinión, a mostrar la penosa dirigencia política que tenemos, un elemento central por el cual llegó al poder un personaje nefasto y con severos problemas de conducta como Milei, que es solo la máscara del verdadero proyecto que encarnan Caputo y Sturzenegger (autores, recordemos, del plan de gobierno de Patricia Bullrich).
· Aunque los analistas decían que el fallo no le convenía al Gobierno, creo que la reacción de la principal fuerza de la oposición (a menos que rectifiquen y ordenen la tropa rápidamente) determinará que haya o no alternativa, es decir si existirá una opción superadora a esta calamidad que nos gobierna y que, al irse, dejará un país más enfermo, más pobre, más injusto y muchísimo más endeudado que el que dejaron la ex Presidenta y sus socios.
· Pero ¿y si es al revés? ¿Si la condena la revitaliza e impide la renovación del peronismo, que es algo que se precisa urgentemente para tener una alternativa en la Argentina? La figura y las actitudes de Cristina ya taponaban esa posibilidad (nadie imaginó su increíble interna con Kicillof). Y ahora su posible “lulización” —la quimera de un regreso “a lo Lula”— al impedir otra estrategia opositora que encumbre a caras diferentes, puede terminar siendo la garantía de muchos años más de Milei. Espero, y deseo, equivocarme.
"No aceptar esto y plantear que es un estado de sitio, que es “la dictadura de la Corte” (o de Milei) o cualquier otro bolazo de ese tipo, banaliza lo que es, en verdad, una dictadura".
· En este contexto, hay poca esperanza. Por eso recurro a la analogía (una de las tantas) que se pueden hacer con el período más similar anterior, que paradójicamente fue con liderazgo peronista, el de Carlos Menem. Desde su asunción (1989) hasta que apareció una alternativa con algún horizonte de posibilidades de derrotarlo electoralmente, pasaron nada menos que ocho años (1997). Así que a no deprimirse, y sobre todo, a revisar qué pasó con aquella alternativa, para estudiar bien el asunto y no repetir esa parte de la historia, que no terminó demasiado bien. Y que, además, es lo que nos trajo hasta acá.
Digo yo, no sé, me parece. Son apuntes escritos desde la perspectiva de alguien que ya no milita en ninguna opción partidaria, que no se hace más ilusiones casi con nada y que (como me suele sugerir un amigo de esos protestones y agudos a la vez) no idealiza ni romantiza las posibilidades que ofrece la realidad en la que vivimos.
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