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Basura que no has de tirar

El diseño pensado para acortar la vida útil de algunos productos electrónicos, conocido como obsolescencia programada, genera más residuos y un gran impacto ambiental.

 

Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Computadoras, impresoras, teléfonos móviles, heladeras, lavarropas, aparatos con los que convivimos en nuestro día a día, en todos ellos se ha reducido deliberadamente su vida útil, duran apenas unos años, y de repente dejan de funcionar.

A esto, hay que sumarle la inmediatez con que salen al mercado los nuevos últimos modelos, con actualizaciones, correcciones y un sinfín de aparentes mejoras que nos invitan a consumir de nuevo, generando mas cantidad de basura electrónica y un continuo consumo energético y de recursos para su constante fabricación.

En nuestro país se calcula que se desechan 465 mil toneladas de dispositivos electrónicos por año: un promedio de 10,3 kg por persona.

Lo que muchos no saben es que estos residuos electrónicos tienen un gran valor económico: ya que incluyen entre sus componentes materiales como el oro, plata, cobre, platino y paladio.

De acuerdo con la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU), hay 100 veces más oro en una tonelada de teléfonos inteligentes que en una tonelada de mineral de oro. Esto quiere decir que los depósitos más ricos de la tierra se encuentran actualmente en vertederos o en los hogares.

Aunque por otro lado, existen también muchos problemas asociados a los residuos electrónicos.

El primero es la cantidad de componentes tóxicos que incluyen los diferentes componentes con que están confeccionados estos  dispositivos.

Además, tienen metales pesados como el mercurio, que si no son tratados de manera debida terminan en rellenos sanitarios, es decir, en el ambiente.

Una posible solución a este continuo comprar, usar y tirar, pasa por un cambio en la filosofía del diseño industrial, tratando de alargar la vida útil de un producto y facilitar su reparación.

“Si se diseñan productos que duren más tiempo, y si se recupera, reutiliza y recicla una mayor cantidad de desechos a lo largo del ciclo de vida de esos productos, habrá menos demanda de materiales vírgenes y se generarán menos residuos de la extracción de materias primas y de los procesos de embalaje y transporte de los productos”, afirma un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Según la OIT, si se aplica un enfoque de economía circular, los desechos eléctricos y electrónicos pueden considerarse un recurso que, adecuadamente gestionado, podría generar empleo, proporcionar acceso a la tecnología, facilitar la modernización tecnológica, propiciar la transferencia de conocimientos y recuperar materiales.

Pero, ¿Qué podemos hacer nosotros?

Para empezar es fundamental exigir mejoras en la política pública en torno a la gestión de estos recursos y contar con lugares adecuados para su disposición y posterior reciclado. Pero también cambios en  nuestros hábitos de consumo pueden ayudar a reducir este problema. Podemos empezar por:

  • Exigir en la medida en la que podamos, el fin de la obsolescencia programada. Elegir productos de marcas que sepamos que duran más, exigir en los comercios productos que duren.
  • Pedir que aumenten los tiempos de garantía de los productos, y que se garantice la existencia de piezas de repuesto.
  • Reciclar nuestros desechos electrónicos de forma correcta y exigir que los fabricantes eliminen las sustancias peligrosas en estos productos.

 

Fuentes: RedAcción / El País / Noticias ONU / Aquae 

 

 

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