José Antonio Kast fue electo presidente tras un triunfo aplastante en todo el país sobre la candidata del oficialismo, la comunista Jeannette Jara. El péndulo chileno se radicalizó.
El indescifrable péndulo chileno lo volvió a hacer. Y su juego de ir de un lado a otro del abanico ideológico se radicalizó como nunca. De un gobierno de izquierda irá a uno de extrema derecha, con un líder que no tiene ningún empacho en reivindicar a la brutal dictadura del genocida Augusto Pinochet.
El ultraderechista José Antonio Kast se impuso por amplio margen en el ballotage de las elecciones presidenciales de Chile, derrotando a la candidata de oficialismo, la comunista Jeannette Jara en todo el país.
Kast se quedó con el 58% de los votos -el mayor porcentaje desde la vuelta a la democracia- contra un 42% de Jara., quien rápidamente reconoció la derrota. La clave de la victoria de Kast fue el tema de la inseguridad en las calles y el crecimiento de los delitos violentos, algo que fue el eje de su campaña donde le apunto a los criminales y a los migrantes.
Es el mayor giro a la extrema derecha que ha protagonizado Chile en esta alternancia que se viene repitiendo entre los candidatos de centroderecha y de centroizquierda desde que Pinochet abandonó el poder en 1990. Y es que a lo largo de sus décadas de carrera política, Kast ha mantenido firme sus posturas conservadoras intransigente en las que llegó a plantear la necesidad de construir muros fronterizos, desplegar militares en zonas de alta criminalidad y deportar a todos los migrantes que se encuentran en el país sin autorización. Y esas consignas parecen haber recogido el apoyo mayoritario de la ciudadanía chilena.
Al festejar junto a miles de seguidores que lo fueron a aplaudir en la sede del Partido Republicano (en el exclusivo barrio de Las Condes en Santiago), Kast sostuvo que lo que se viene para Chile es "un cambio real".
Y agregó: "Sin seguridad no hay paz. Sin paz no hay democracia, y sin democracia no hay libertad, y Chile volverá a estar libre de delincuencia, ansiedad y miedo". Sin embargo, reconoció que el camino que queda por delante es muy complicado: "No hay soluciones mágicas", aclaró además de explicar que para que esos cambios se noten se requerirá perseverancia y tiempo.
El triunfo de Kast en Chile viene a ratificar lo que parece ser una tendencia muy fuerte en América Latina que ha girado a la derecha. Se ve con la llegada al poder de Daniel Noboa en Ecuador, Nayib Bukele en El Salvador y Javier Milei en Argentina antes de Kast. Y se completó con la elección del centrista Rodrigo Paz puso fin a casi dos décadas de gobierno socialista en Bolivia.
Es la tercera vez que Kast se postula a la Presidencia y su segundo ballotage, después de perder ante el presidente de izquierda Gabriel Boric en 2021. En aquel momento pareciera que sus posiciones extremistas pudieron haber expulsado votantes. Pero el escenario cambió. Y ahora el electorado parece haber dado un volantazo hacia la extrema derecha como nunca se había visto desde el regreso de la democracia en Chile.
En discurso contra la delincuencia -en medio de un escenario donde el delito ha crecido mucho- y la inmigración parecen haber impregnado más efectivamente a la sociedad chilena hoy que hace cuatro años. Y es que los hechos delictivos aumentaron notablemente, lo mismo que la inmigración.
Otra de las razones que pudo haber impulsado el voto a Kast es que el gobierno de Boric está muy debilitado ante la opinión pública y no pudo llevar adelante gran parte de las reformas de fondo que se había planteado frente a una de las sociedades más prosperas pero desiguales de América Latina.
Y el hecho de que Jara, la candidata oficialista, haya sido vista también como de extrema izquierda, también le pudo haber jugado en contra. Y, en un contexto donde la derecha viene ganando espacio sin culpas, los propios seguidores de Kast no esconden su alineamiento con Donald Trump y los EE.UU, al punto de promocionar a su candidato con una frase emulada de la prédica del inquilino de la Casa Blanca: "Hagamos a Chile grande otra vez".
Kast no sólo ha defendido en más de una ocasión la figura del dictador Augusto Pinochet sino que ha radicalizado su postura antiinmigratoria. De hecho en sus trincheras se vincula al aumento de la delincuencia con los ingresos irregulares de inmigrantes en su porosa frontera del desértico norte, desde donde los dos vecinos productores de coca, Perú y Bolivia, los principales puertos marítimos internacionales.
Pero le apunta especialmente a los inmigrantes llegados desde Venezuela. Frente a eso es que Kast propone la creación de una fuerza policial inspirada en el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos para detener y expulsar rápidamente a los inmigrantes que se encuentran ilegalmente en el país.
El flamante presidente -como su vecino argentino, Javier Milei, asegura que va a llevar adelante un plan de recortes masivos en el gasto público. Como también eliminar presuntas fallas en el sistema que perjudicarían a los grandes empresarios: Chile es el mayor productor de cobre del mundo y un importante productor de litio, y Kast asegura que habrá una menor regulación y políticas favorables al mercado ya han impulsado el mercado bursátil local, el peso y el índice de referencia bursátil.
Vale aclarar que a pesar del contundente triunfo en el ballotage, las reformas que quiere impulsar Kast no serán fáciles de resolver. Y es que el Congreso está prácticamente partido en dos . Y es muy probable que las propuestas más radicales de este abogado quizás no puedan pasar con éxito el trámite legislativo donde la izquierda y la derecha se reparten las bancas.
Un ejemplo de las dificultades parlamentarias: se sabe que el flamante presidente electo tiene en su agenda una política que enfrentará posiciones como las que defienden la interrupción legal del embarazo y que ya fue institucionalizado en el país.
Él es un católico ferviente, padre de nueve hijos, que se ha manifestado abiertamente en contra del aborto y de la píldora del día después, pero poder modificar las leyes al respecto requeriría el apoyo de más de la mitad del Congreso, y las encuestas sugieren que la mayoría de los chilenos apoyan los derechos existentes.
Para su programa de Gobierno, Kast promete centrarse en tres pilares centrales: declarar la “emergencia de seguridad” por lo que buscará, según sus palabras, “recuperar el orden y la autoridad”; “reimpulsar el progreso económico y el trabajo;” y “restaurar la libertad y justicia para todos los chilenos”.
Esas son las consignas con las que este conservador, que en plena democracia ha dicho que hubiese votado por Pinochet, ganó las elecciones presidenciales por amplio margen. En un nuevo giro de ese indescifrable péndulo político que oscila, de un extremo a otro, en la sociedad chilena.
SU PERFIL
Este abogado de 59 años, hijo de un militar nazi, nació en Santiago el 18 de enero de 1966 y es el menor de 10 hermanos.
Su primera militancia fue siendo estudiante en la Universidad Católica de Chile (UC). Allí se acercó a Jaime Guzmán, fundador del partido de derecha tradicional Unión Demócrata Independiente (UDI), donde militó por casi dos décadas. Como parte del ala más conservadora de ese espacio José Antonio Kast fue electo diputado en varias oportunidades, hasta que finalmente decidió romper con la UDI y crear, en 2019, el Partido Republicano en Chile.
Su discurso extremista sacudía la discusión política tradicional, incluso en la derecha que había querido dejar atrás cualquier vínculo con el pinochetismo. Pero a Kast no le importaba eso: nunca renegó de que su hermano Miguel, un Chicago Boy, haya sido ministro de Trabajo y presidente del Banco Central de Pinochet. Incluso Michael, su padre que fue soldado afiliado al partido nazi alemán. Fue señalado por su presunta participación en la llamada matanza de Paine, donde 38 campesinos fueron asesinados en plena dictadura.
Es más, su “debut político” se dio en el marco del plebiscito de 1988, en el que apoyó abiertamente la opción “Sí” que buscaba la continuidad del régimen del dictador Augusto Pinochet. Años más tarde, para las elecciones de 2017, Kast aseguró que si Pinochet estuviera vivo, votaría por él.
En su momento, el presidente electo afirmó que la Constitución de 1980, promulgada por el régimen de Pinochet, “contenía toda la transición a la democracia” y que, por tanto, “no hay punto de comparación con lo que ocurre en las dictaduras de Cuba, donde llevan más de 70 años de dictadura, ni con la narcodictadura de Venezuela y ni con la dictadura en Nicaragua”.
Tiempo después, acorralado por los cuestionamientos desde distintos lugares, dijo que no se considera “pinochetista", aunque insistió que ciertos aspectos del gobierno militar son “rescatables” y evitó referirse a la dictadura como tal: “Voté a favor de todas las leyes de reparación de las víctimas de la violación de los derechos humanos, nunca lo he negado. Fui al Museo de la Memoria (…), yo no niego la violación de los DD.HH, no niego que el gobierno militar fue un gobierno autoritario”, sostuvo.
Hay quienes encuentran similitudes con Donald Trump y Jair Bolsonaro. Sin embargo, Kast tiene sus propias singularidades.
Lo que sí, en uno de sus cierres de campaña de este año en la ciudad de Viña del Mar, el chileno realizó un discurso protegido tras un muro de vidrio antibalas y con varias banderas chilenas a su espalda, muy similar al estilo del mandatario estadounidense.
En ese marco aseguró: “vamos a cerrar las fronteras, le vamos a exigir a esas 300.000 personas que entraron de manera irregular que dejen nuestra patria”, algo que parece calcado de lo que propone Trump.
También Kast planteó su rechazo al aborto, al matrimonio igualitario y la inmigración. Y así se consolidó como el candidato más votado en el ballotage chileno. Llevando a Chile al mayor "volantazo" hacia la extrema derecha desde que eligió volver a la democracia. Una democracia que hoy le permite a un político que aseguró que votaría por el dictador que sumergió a su país en la dictadura más sanguinaria de su historia.
(*) Artículo originalmente publicado en mundonews.com.ar. Se reproduce por gentileza de su autor.
Esta nota es posible gracias al aporte de nuestros lectoresSumate a la comunidad El Miércoles mediante un aporte económico mensual para que podamos seguir haciendo periodismo libre, cooperativo, sin condicionantes y autogestivo. |

El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos



