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Construyen campus de 26 millones de dólares en Paysandú

Son unos 10.000 metros cuadrados en una manzana de 14.000 metros cuadrados entre nuevos edificios y refuncionalización de galpones históricos, donde antes funcionaba el corralón municipal.

 

Por ahora solo se ven camiones moviendo tierra y un enorme cartel sobre la calle Zorrilla de San Martín que dice “Próximamente nueva sede universitaria Paysandú”, acompañado por una imagen que podría ser de un edificio de viviendas de esos modernosos con mucho vidrio, pero en realidad es un campus universitario que está por nacer.

La obra —que involucra a la intendencia, el gobierno nacional del vecino país, la junta departamental y la sociedad civil— busca concentrar todas las áreas de conocimiento universitarias en un mismo espacio. Son unos 10.000 metros cuadrados en una manzana de 14.000 metros cuadrados entre nuevos edificios y refuncionalización de galpones históricos, donde antes funcionaba el corralón municipal. La inversión es de 26 millones de dólares, financiada mediante presupuesto universitario, aportes del gobierno y un préstamo del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe, la CAF.

Pero, aún sin el campus construido, Paysandú –la vecina de Colón- ya es hoy otra ciudad. La presencia de la Universidad de la República (Udelar), con su sede local del Centro Universitario Regional del Litoral Norte (Cenur Litoral Norte, que integra también a Salto, Artigas y Río Negro), ha transformado no solo la oferta educativa sino también la vida cotidiana de miles de jóvenes y sus familias. Y hasta ha ayudado a despegar una suerte de pequeño boom inmobiliario.

Es un hecho: en los últimos años la ciudad ha dejado de ser solo un punto geográfico del litoral, asociada al río Uruguay, la cerveza y al postre Chajá, para transformarse en un referente del desarrollo universitario del interior del país. Y, en ese sentido, hoy se complementa con la vecina ciudad salteña.

La influencia de la Udelar ha experimentado un crecimiento sostenido que combina expansión académica, inclusión social y participación activa de la sociedad civil.

Para muchos, estudiar en Paysandú significa no tener que mudarse a Montevideo y enfrentarse a los costos y la distancia, un factor decisivo en la elección de carrera.

Galo García tiene 21 años de edad, es estudiante del Instituto Superior de Educación Física (ISEF) y oriundo de Paysandú. Cuenta: “Irse de la ciudad le sale bastante caro. Quedándote es un alivio enorme”.

Él comparte sus días entre clases, entrenamientos y los espacios que la universidad comparte con UTU en la antigua terminal de ómnibus. “Siempre estamos pidiendo algún lugar donde nos presten para entrenar o estudiar”, añade, señalando la necesidad de infraestructura, que pronto será cubierta en buena medida por el nuevo campus.

Su compañero Braulio Abreo, de 22 años, es de Quebracho y también estudiante del ISEF: dice que la posibilidad de estudiar en Paysandú cambió la rutina y la vida familiar. “Si puedo, me recibo el año que viene”, cuenta, con la mirada puesta en el horizonte académico. Su traslado al Hogar Estudiantil le permitió mantenerse cerca de la universidad sin abandonar la ciudad de residencia, un alivio económico y logístico. “Tuve que aprenderme las calles enseguida, porque nos movemos bastante para prácticas y clases”, explica.

Victoria Fraga, de 22 años, estudia fisioterapia y es de Ombúes de Lavalle es Colonia. Dice que estudiar en Paysandú implicó decisiones difíciles, pero también ventajas claras: “La verdad es que me queda mucho más a trasmano venir a Paysandú que a Montevideo. Tengo que ir hasta Cardona o José Enrique Rodó a tomar el ómnibus”, dice, “es un esfuerzo extra, pero económicamente mucho más viable”. Ella alquila una casa con dos compañeros y la vida es más tranquila que en Montevideo, algo que valora. Victoria realiza sus prácticas en el Hospital Escuela del Litoral y se encuentra en el último tramo de su formación clínica, trabajando con pediatría y neonatología.

“Para mí Paysandú es precioso, lo más parecido a Colonia del Sacramento. Es una ciudad grande, pero tranquila; me manejo bien en bici y me encanta conversar con los vecinos”, cuenta. “En diciembre me recibo, pero aún debo definir si me quedaré en la ciudad por la oferta laboral limitada en Ombúes”.

La experiencia universitaria en Paysandú también ha permitido a estudiantes de localidades cercanas mantenerse cerca de su familia y de sus raíces. Es el caso de Catalina Racovskiy Taurissano, de 20 años, una estudiante de psicomotricidad que vino desde Young, Río Negro. “La carrera la elegí por descarte”, confiesa, “pero me atrapó porque tiene puntos en común con psicopedagogía (su primera opción, que no pudo concretar), sobre todo el desarrollo integral de los niños”.

La cercanía económica y geográfica con su familia resultó decisiva: “Montevideo nunca me resultó atractiva. Paysandú me parece muy similar a Young, es casi como estar en casa. Vivo en una residencia estudiantil y todos los fines de semana viajo a Young; me ayuda a no extrañar tanto”. Catalina destaca también la riqueza académica y el contacto con distintas realidades sociales durante sus prácticas. “La psicomotricidad me ha abierto la mente en algunos aspectos. Estoy haciendo prácticas y realmente son muchas las realidades que veo”, relata.

Cada vez más alumnos en Paysandú

El crecimiento de la Udelar en Paysandú, que cuenta con cerca de 9.000 estudiantes activos, no se refleja solo en la matrícula. También en la implementación de opciones históricas y novedosas: ofrece 11 carreras a través del Ciclo Inicial Optativo (CIO) Salud —incluyendo doctor en Medicina y Psicología—, además de nueve carreras de Tecnología Médica, Ingeniería Biológica, Química Agrícola, Biología Humana, Licenciatura en Educación Física, Licenciatura en Fisioterapia, Psicología, Psicología Motricidad, Veterinaria y otras. Hay 300 docentes radicados y se reciben estudiantes de todo el país, principalmente del norte del río Negro.

La carrera de Medicina está completa desde hace poco y el próximo año se recibirá la primera generación 100% sanducera, o sea que hizo toda la carrera en esta ciudad.

Un dato nada menor: más del 75% de los estudiantes son los primeros universitarios de su familia, un indicador de la democratización educativa y de la equidad territorial que se busca.

“Estudiantes de toda la región eligen Paysandú, acá se puede completar la carrera sin mudarse”, dice a El País Liber Acosta, director de la sede. Desde su llegada en 2018, destaca la consolidación de un proyecto académico que incluye docentes de alta dedicación radicados y la creación de trayectorias integrales como el CIO Salud, que desde 2014 ha multiplicado la demanda estudiantil de 300 a 1.300 ingresantes anuales.

El edificio del nuevo campus universitario, sobre la calle Zorrilla de San Martín, se ubicará en una zona estratégica: cerca de la plaza de deportes, del hospital y de la mutualista local, Comepa. Además, habrá otro edificio para laboratorios de investigación sobre la calle Luis Alberto Herrera.

Acosta destaca la participación colectiva en el proyecto. “La junta departamental, los diputados, el intendente, la sociedad civil y la universidad comprendieron que este proyecto no es solo edilicio, sino que permite integrar todas las áreas de conocimiento, compartir y habitar los espacios universitarios. Es un proyecto que cambia la historia de Paysandú y del interior del país”, añade el director, que —vale aclarar— no es sanducero. Es oriundo de Rocha.

La primera etapa de la obra tiene un plazo de 30 meses, con edificaciones en altura y áreas diseñadas para la convivencia, la docencia y la investigación.

Hoy la Udelar en Paysandú se distribuye entre la Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni de la Facultad de Agronomía (que queda sobre el kilómetro 363 de ruta 3), el edificio en calle Florida y Montevideo, el contiguo Ateneo y un complejo ubicado en la antigua terminal de ómnibus —que comparte con UTU—, justo enfrente de donde se construye el campus.

Un pequeño boom inmobiliario

La presencia universitaria ha modificado la dinámica de la ciudad y del departamento. “Es otra ciudad desde hace 10, 15 años a esta parte”, remarca Acosta. “Antes, más de 150 años de formación universitaria concentrada en Montevideo generaban un derrame económico hacia la capital. Hoy, estudiantes, docentes y familias permanecen en Paysandú, generando desarrollo local, fortaleciendo la economía y promoviendo la equidad territorial”, afirma. Aunque, hay que decirlo, la situación de Paysandú tampoco es reluciente: los últimos indicadores del INE muestran que es el segundo departamento con más desempleo del país con 12,3% detrás de Treinta y Tres.

Pero la afluencia de nuevos alumnos universitarios de distintos departamentos, vecinos y no tanto, ha generado un fuerte impacto en el sector inmobiliario que se ha visto presionado por satisfacer esta demanda. Un público que, en líneas generales, busca un lugar económico y práctico, en el entorno de los 10.000 a 15.000 pesos por mes. A menos que, como coinciden las inmobiliarias, se trate de estudiantes de Agronomía que, con otro poder adquisitivo, pueden costearse entre varios una casa con un alquiler de unos 40.000 pesos mensuales.

“A fin de año y a principios de año nos quedamos sin nada”, comentan a El País en algunas inmobiliarios de Paysandú. “Algunos alquilan un mes antes para asegurase el lugar”, señalan. En la “desesperación” por conseguir un hogar asequible, muchos optan por alquilar junto a otros estudiantes y ya en el segundo año se independizan.

Las nuevas construcciones de edificios —hay varios proyectos en curso en la ciudad— también apuntan a un público de este tipo, con apartamentos chicos y prácticos.

Por otro lado, está el fenómeno del aumento de las residencias estudiantiles, movida a la que se sumó la propia intendencia departamental con un edificio próximo a inaugurarse en la zona de la costanera con capacidad para 140 estudiantes y una inversión de más de cinco millones de dólares.

Del resto de las residencias se tiene poca información y documentación, porque muchas de ellas no se encuentran registradas como tales. “Hay una cantidad”, aseguran algunos responsables de estos recintos. Agregan que también han aumentado los particulares que alquilan una habitación o pieza, tipo pensionado.

Setiembre suele ser el mes de mayor demanda, con la intención de asegurarse un lugar para el año siguiente. A su vez, la afluencia puede depender del tipo de carrera y la dinámica de cada opción. “Si tienen mucho online y pocas clases presenciales, se van antes”, cuentan.

Los costos para las habitaciones compartidas de seis personas en residencias rondan los 6.500 a 7.000 pesos al mes; las de dos, 8.500 a 9.000; y las piezas individuales, entre 10.000 y 12.000 pesos.

Fuente: El País de Montevideo
 

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