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MAQUINARIAS AGRÍCOLAS

Cuestionan la libre importación de equipos usados y preocupa la desregulación

Los fabricantes de maquinaria agrícola nucleados en AFAT, la Asociación de Fabricantes de Tractores y otros equipos, han empezado a levantar la voz frente a la decisión del gobierno nacional de permitir la importación de maquinaria usada.

Son ocho los socios de AFAT: Agco que maneja entre otras marcas a Massey Ferguson, también están Agrale, Claas, Case New Holland, FTP, John Deere, Jacto y Stara. Todas ellas son firmas de capitales internacionales, varias de ellas brasileñas.

Leandro Brito Peret, director ejecutivo de esa cámara empresaria, explicó los motivos de su posicionamiento. “Del decreto surge que la importación es irrestricta. Es decir, el que quiera puede traer lo que quiera, cuando quiera, de donde quiera y como quiera. Te imaginarás que esto tiene su impacto en lo que es la actividad productiva argentina”.

Luego agregó: “Todas nuestras empresas tienen fábricas en el país. Son 12 plantas operativas en la que fabricamos motores, cosechadoras, pulverizadoras, tractores. Que de te digan que se puede traer cualquier cosechadora, cualquier tractor, de cualquier parte del mundo, en cualquier estado, y lo puede traer quien quiera, tiene un impacto directo sobre la actividad”.

Según explicó el directivo de AFAT, se teme que entre al país maquinaria amortizada “con valor de descarte y que llegue de economías cuyos costos fiscales, los costos laborales, de logística, de financiamiento, de seguro, sean infinitamente inferiores al costo argentino. Con lo cual, nosotros quedamos en una posición muy asimétrica a la hora de salir a competir”.

Según indicó este grupo de empresas genera 16.700 puestos de trabajo, que “seguramente vean afectada su situación, aunque es pronto para para hablar en ese sentido”.

Brito Peret dijo que el sector ya es muy competitivo y que si los costos de los equipos son elevados tiene que ver con las condiciones económicas y fiscales que tiene el país, lo que no se resuelve permitiendo ese tipo de importaciones.

“Estas empresas, cuando salen a competir, en el mercado argentino, se sacan los ojos, buscan mayor eficiencia, la mayor productividad, mejorar los costos para tener los mejores precios, tener el mejor producto, la mejor calidad, al mejor precio posible, dentro del contexto en el que nos encontramos. Después, hay una cuestión estructural que escapa a las empresas”.

Eso tiene que ver con temas que se vienen arrastrando desde hace año, y que reclaman diferentes rubros empresarios, entre los que se destacan temas impositivos y los costos laborales.

“La estructura fiscal argentina es netamente anticompetitiva, los costos laborales son anticompetitivos, el costo de financiamiento también lo es. Hay que trabajar mucho afuera de las empresas para nivelar la cancha y poder competir con economías que tienen otra estabilidad, otra estructura y costos, y que fabrican lo mismo que nosotros”.

Por caso mencionó “la cadena de Ingresos Brutos que uno tras el otro viene pagando”.

“Tenés impuestos o tasas municipales, y por otro lado tenés el impuesto al cheque. En nuestro caso, los fabricantes de bienes de capital, tenemos costos fiscales ocultos como el saldo técnico de IVA”, añadió.

Lo explicó sencillamente: “Los insumos que usan las fábricas para fabricar cualquier máquina se compran pagando el 21% de IVA. Pero cuando uno vende la máquina esa máquina lo hace con 10,5% de IVA. Ese saldo el Estado lo debería devolver, pero ya no tenemos idea cuánto nos está debiendo”.

El dirigente empresario, además, indicó que estos bienes de capital podrían ingresarlo al país importadores oportunistas que luego no tendrían la capacidad de dar respuestas ante inconvenientes que surjan en cuanto al estado o mantenimiento de la maquinaria.

“Hay que considerar los riesgos de esta medida. Quizás contratistas, en su buena fe, le compren una máquina ya sea a un distribuidor de afuera o a un oportunista que hoy importaba computadoras pero vio la oportunidad al negocio y trajo una cosechadora, y mañana está vendiendo guitarras. Si la máquina tiene un problema, ¿a quién recurre para pedirle repuestos? ¿a quién para pedirle servicio técnico? ¿a quién para solucionar problemas de conectividad? Ese problema se lo va a tener que trasladar al que se lo vendió que le va a decir `yo no te puedo ayudar´”.

Brito Peret también destacó que este tipo de importaciones podría conllevar riesgos sanitarios.

“Hay bastante casos documentados en distintos países dónde se produjo esta situación, o sea, la importación de plagas o enfermedades resistentes. Dentro de una máquina hay partículas microscópicas, microbios, bacterias, que no son eliminados con una simple fumigación, que para el caso argentino es preocupante porque el 60% de la campaña la llevan adelante contratistas” que operan en diferentes establecimientos y van transitando por diversas geografías.

“Si un contratista en una campaña barre 1.000 hectáreas puede desperdigar una microbio, una plaga. Ese riesgo no podemos dejar de advertirlo”, finalizó.

Nota original: Bichos de Campo.

 

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