La querida docente y activa militante cultural falleció a los 70 años este 23 de junio.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
Foto de portada: (Facebook de Teresa).
Se llamaba Teresa Rosalía Reibel y estaba casada con Diego Marcó. Había nacido en Concepción del Uruguay el 6 de abril de 1955. Docente jubilada, profesora de Biología, quienes compartieron aulas u otros espacios con ella, la recuerdan como una profesora inspiradora, dedicada y amorosa.

Tere era vicepresidenta de la Comisión Directiva de la Biblioteca Popular El Porvenir, donde se destacó por su activa participación y compromiso, así como en otros ámbitos de la cultura uruguayense.
Junto a Diego Marcó, tuvieron cuatro hijos y tres nietos.

Desde hacía varios años, luchaba contra un cáncer, pero siempre lo hizo con una entereza y una alegría que resultaban ejemplares para quienes la conocíamos. Nada la detenía ni apagaba su sonrisa y sus ganas de aportar a un mundo mejor, desde la actividad cultural que desplegó casi hasta sus minutos finales y en distintas facetas solidarias.
Despedidas y recuerdos
Desde la Biblioteca Popular El Porvenir la despidieron con profundo dolor.
Hace pocas semanas, la Comisión de Asociados del Banco Credicoop de Concepción del Uruguay reconoció a Tere Reibel, entre otras mujeres. “Mujer luchadora, solidaria, defensora de nuestra comunidad. El reconocimiento que realizamos fue muy justo. Gran ser humano. La recordaremos por siempre. Acompañamos a su familia en tan lamentable pérdida”, fueron palabras compartidas por la Comisión al anoticiarse de su deceso.

Otras voces resaltaron sus valores y su personalidad. Por ejemplo la museóloga y docente Alejandra Heit, quien compartió mucho con Tere Reibel de Marcó, en estas palabras enviadas a nuestra redacción, resume y pinta magistralmente lo que ella generaba y el recuerdo que perdurará en quienes la conocimos:
“A Tere la conocí en la época del profesorado. Hice mis prácticas en su curso y aprendí mucho. Yo quería ser como ella: señora docente, hacía que los gurises se interesaran por la Biología porque tenía que ver con la vida. Sus clases eran dinámicas, creativas y para mí que era una joven practicante fue un modelo a seguir. La vida nos reunió años más tarde (muchos) en la Biblioteca Popular y su joven espíritu seguía ahí, su sensibilidad, su empatía, su ilusión de cambiar las cosas para acomodarse a las nuevas épocas, su enorme compromiso con la institución. Ella buscaba aprender de la gente joven, le encantaba aprender cómo gestionar un museo, nos preguntaba cosas al respecto al armar una exposición o cómo conservar una obra, lo que sea. Siempre abierta a nuevas propuestas y buscando tender redes en escenarios en los que la diversidad y la inclusión eran su preocupación. Su amistad, las largas conversaciones, los abrazos, sus hermosos mensajes, todo forma parte de su presencia en mi vida, recuerdos que atesoraré por siempre”.
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