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El odio que no se extingue

El odio en política es el camino que impide construir una comunidad. Este país tiene en su historia tantos odios como sectores. Si se analiza a grandes rasgos, esto fue una forma de hacer política en la Argentina. Tanto que hubo una guerra civil que se extendió durante casi un siglo. Pero estas líneas sólo se ocupan de los últimos setenta años, es decir del nacimiento del movimiento popular en 1945 hasta la actualidad. El racismo, la xenofobia, la discriminación como expresiones del odio han vuelto renovados. Los dirigentes más duros añoran los tiempos anteriores a 1945 al que señalan como la Argentina ideal.

 

Por ANÍBAL GALLAY  de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Han regresado en estos últimos tiempos posiciones políticas altamente encontradas. Y muchas veces con tanto énfasis que se ha dado en llamar “la política del odio”. Arturo Jauretche lo había advertido y descrito llamando "Los profetas del odio" a dirigentes que eluden el debate político, porque están en una posición intelectualmente violenta que les impide siquiera pensar o reflexionar e incluso criticar con dureza.

El contrincante político deja de ser un rival para convertirse en un enemigo y ello solo cabe su muerte. El caso más virulento lo constituyó el bombardeo a Plaza de Mayo. El odio contra los sectores populares alcanzó una ferocidad tal que dejaron tendidos más de dos cientos cadáveres en plaza de Mayo.

Es notable el virulento clasismo de los sectores medios, quienes paradójicamente resultan los más beneficiados con las políticas populares; suelen tener como lema “yo en política no me meto”.

Este hecho tiene explicación a partir de un odio racional, no es contradictorio: la razón indica que es justo matar al enemigo. Ni las torpezas del peronismo, ni su violencia policial, ni ciertos tonos autoritarios, ni el personalismo, ni las afiliaciones compulsivas ni los libros de lectura escolares con loas a Perón y Evita, pueden ni remotamente justificar un asesinato en masa.

El ataque a algunas iglesias, al Jockey Club y la sede del Partido Socialista fue la reacción irracional. El 15 de abril de 1953 un grupo de radicales asesinó a seis persona haciendo estallar dos bombas en el tren subterráneo cercano a Plaza de Mayo, quedaron además, 19 mutilados.

El odio tuvo algunos tonos propios de la vanidad. Una junta, llamada consultiva y con aires de dirigentes preclaros pretendieron desperonizar a las personas, quienes eran considerados repulsivos e incapaces. No bastó con una junta simulando al poder legislativo. Fue necesario que corriera sangre y el odio no tuvo dudas: 27 fusilados sin juicio ni proceso alguno. El odio llegó hasta el grotesco de prohibirse nombrar a Perón quien a partir de esa norma los diarios lo identificaron como “El tirano prófugo”.

Veinte años después, el golpe de 1976 organizó un sistema de extermino con contenido clasista, El 40 por cien de muertos y desaparecidos son obreros y empleados.

Ernesto Sábato, cuyo antiperonismo fue innegabl,e narra un hecho donde describe el odio como propio de una clase social. “Aquella noche de septiembre de 1955, mientras los doctores, hacendados y escritores festejábamos ruidosamente en la sala la caída del tirano, en un rincón de la antecocina vi como dos indias que allí trabajaban tenían los ojos empapados en lágrimas". (Sábato Ernesto “El otro rostro del peronismo.).

Han pasado 70 años de la irrupción de la expresión del movimiento popular, y un tenaz intento para destruirlo. En la Argentina amplios sectores sociales esconden conceptos xenófobos, racistas y discriminatorios. Y es notable el virulento clasismo de los sectores medios, quienes paradójicamente resultan los más beneficiados con las políticas populares; suelen tener como lema “yo en política no me meto”.

Este odio que resurge una vez mas no podrá extinguirse. Tiene la impronta del odio de clases.

Un concepto de Pérez Esquivel resulta atinado: “El odio exacerbado no contribuye a la democracia. Hay otros países en la misma situación de intolerancia. Aplicando lo peor que puede haber, que son intentos de derrocar gobiernos”.

rubengallay@hotmail.com

 

 

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