Un grupo de apicultores en La Picada desarrolla productos innovadores, aprovechando derivados de las colmenas. En su trabajo en conjunto con instituciones académicas para validar sus beneficios, denuncian que el uso de pesticidas como el glifosato desorienta a las abejas, impidiendo que regresen a sus colmenas.
En la pequeña localidad de La Picada, a solo 25 km de Paraná, funciona la Cooperativa de Trabajo El Espinal Ltda., un proyecto conformado por siete socios que producen miel y una variedad de productos apícolas con alto valor agregado.
“La colmena no solo nos da miel; también elaboramos propóleo, polen, pan de abeja, jalea real y cremas con propiedades terapéuticas y hasta sprays orales”, explicó el presidente de la Cooperativa, Martín Masleín, destacando la articulación con instituciones como la Facultad de Santiago del Estero y la Asociación Argentina de Apiterapia.
Instalada en una reserva natural de El Espinal, la Cooperativa busca generar valor en origen para no depender de intermediarios. “Fraccionamos y envasamos nuestra propia miel con habilitaciones bromatológicas, evitando venderla a granel a bajo precio”, señaló. También destacó que solo el 5% de la miel producida en Argentina se consume internamente, pese a ser uno de los productos más nobles y saludables. ‘El resto se exporta’, señaló.
El proyecto se sostiene en un contexto difícil. “Es un momento económico y político complicado, pero apostamos a la cooperación porque nadie se salva solo”, afirmó. Parte de la producción se comercializa en ferias, dietéticas y a través de redes de consumo en Paraná, Santa Fe y Buenos Aires.
Además de la producción, la Cooperativa El Espinal abre sus puertas a otros pequeños apicultores que necesitan infraestructura para fraccionar y procesar propóleo. “Queremos sumar a otros productores que no cuentan con los medios para hacerlo solos”, aseguró el trabajador.
Masleín también habló del impacto ambiental sobre la apicultura, denunciando el avance de la agricultura intensiva con agroquímicos en la región. “Hoy todas las mieles tienen trazas de glifosato. Las abejas se desorientan, no regresan a la colmena y mueren. El cambio climático y la contaminación están debilitando su sistema inmune”.
La Cooperativa toma su nombre de la ecorregión El Espinal, una zona de monte nativo que se extiende por varias provincias y que hoy sufre el avance del desmonte. La Picada, en tanto, debe su nombre al paso que se abría entre el monte con ramas para cruzar los arroyos, antes de que existieran caminos y puentes.
Fuente: Cadena Nueve/El Portal de las Cooprativas.
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