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El entrerriano que fue el sudamericano más rápido: además estudió y trabajó en Concepción del Uruguay

En los años 70 Aníbal Lanz fue doble campeón sudamericano de atletismo. En un extenso reportaje con el semanario El Observador contó su historia: sus logros deportivos que le valieron una entrevista con el entonces presidente Juan Domingo Perón; su estadía en Concepción del Uruguay donde cursó en el Colegio Justo José de Urquiza y en la UTN, los entrenamientos y competencias en el CEF Nº 3- entonces Nacional Nº 12- y su reconocimiento a dirigentes y entrenadores uruguayenses como Carlos María Briozzo y José María Payo Paolazzi.  Oriundo de Federal ahora está radicado en Crespo, donde es funcionario municipal.

 

Por MAURICIO JACOB de EL OBSERVADOR DEL LITORAL

 

Antes de ser subdirector de Deportes de Crespo, antes de ser profesor, incluso antes de ser padre y esposo, hubo una historia llamativa y atrapante. Aníbal Lanz conquistó Sudamérica corriendo más rápido que cualquiera, estuvo en la cima siendo un adolescente y ante El Observador contó su camino.

Una parte de su vida que quizás muchos desconocen, la manera en que se consagró como campeón nacional y sudamericano, lo que le valió ser recibido por el presidente Juan Domingo Perón y un recibimiento impresionante en su Federal natal.

El duro golpe que padeció al perder a un amigo en un accidente previo a otra prueba continental. Sus padres, los docentes que le marcaron la vida como deportista y profesional, el emotivo recuerdo para con Adolfo Decoud y otros detalles en una charla imperdible.

Fecha y lugar de nacimiento

Nací el 21 de julio de 1957 en Federal. Hice estudios primarios en la Escuela Nº 2, luego cursé el primer año del secundario en el Liceo Militar de Córdoba, en General Paz; volví a Federal para hacer 2º, 3º y 4º año y el 5º lo realicé en el colegio de Concepción del Uruguay.

¿Por qué en Córdoba?

Mis padres decidieron enviarme a estudiar al Liceo Militar, tenían posibilidad económica para hacerlo pero el problema era que no podías llevarte materias previas y como tenía una, tuve que volverme. Una vez que anduve bien en deporte me ofrecieron ir a Concepción del Uruguay para terminar el secundario.

¿Quién te contactó?

Me invitó el presidente de la Federación Atlética de Entre Ríos, Carlos María Briozzo, me alojó en su casa durante ese año, fui como un hijo más. Tuvo la grandeza de cobijarme. Le gustaba mucho el deporte, era presidente de la Federación y de la Asociación Uruguayense de Atletismo. En ese tiempo justo se había inaugurado la pista de Concepción, estaban ansiosos de tener resultados y me tocó a mí, nada más que por el hecho de hacer deportes y seguir estudiando ahí.

¿Por qué decidiste estudiar profesorado de Educación Física?

Me quedé en Concepción compitiendo y estudiando Ingeniería unos años, antes que el profesorado. Encontré un amigo en Ingeniería (Sergio Rogatky), ambos habían dejado la carrera y los dos nos inscribimos en Educación Física. No fue una situación sencilla, tuve que hablar con mis padres, yo estaba trabajando en esa ciudad y ellos tenían que volver a apoyarme para estudiar a los 23 años. Así fue y realicé la carrera en los cuatro años que dura el profesorado en Santa Fe. Terminé de estudiar y me quedé trabajando y compitiendo un tiempo allá.

¿De qué manera se dio tu llegada a Crespo?

Luego de un tiempo en Santa Fe, mi amigo se había ido a trabajar a Chaco y me llamó porque había posibilidad para mí. Me fui y laburé un tiempo. Luego él se encontró con Pablo Piloni, docente que estaba en Crespo. Fue en un certamen en Venado Tuerto y le contó que se iba a trabajar a Jujuy, entonces quedaba la posibilidad abierta para que yo pudiera tomar horas en la ciudad. De ese modo decidí venir. Fue en 1986, pasé por Crespo y me encontré con Pablo quien me dijo que debía presentarme en el Colegio “Sagrado Corazón” para hablar con la rectora Teresita Gignone. Tomé unas horas cátedras y al poco tiempo entré a la Comisión de Deporte municipal durante la intendencia de Héctor Seri. En ese tiempo al frente de la Comisión estaba Luisa Sabotig y comencé a trabajar en la Escuela de Atletismo donde me acompañó el enorme Adolfo Decoud. Pasaron desde entonces muchísimos profesores, algunos primeros fueron alumnos de esa Escuela, hicieron el profesorado y trabajaron o lo hacen ahí mismo. Me quedé en este lugar, mi señora Cristina Cáceres, era docente, oriunda de Chaco, pidió el traslado y vino a la ciudad. Cuando llegamos ya teníamos a nuestro primer hijo y los dos siguientes nacieron acá.

 

En plena acción. Desde Federal a lo más alto del continente.

 

CORRIENDO A LA GLORIA

¿Cómo nace tu pasión por el atletismo pero en el rol de deportista?

En 1972 iba a 3º año y se dio la posibilidad de ir a un Torneo Provincial, el profesor era Víctor Aníbal Terra quien actualmente vive en Paraná. Nos selecciona para ir a competir a ese certamen que se realizó en la pista de tierra del Berduc en la capital entrerriana. Competimos y salí 6º. Al retorno nos encontramos con los compañeros que fuimos y seguimos yendo a la escuela de atletismo con entusiasmo. Nuevamente surgió la posibilidad de un Provincial de la categoría Juvenil en Paraná, tiempos en que los torneos eran de dos días. Recuerdo que parábamos en un hotel que lo pagaba la organización del certamen. Competí en 300 metros llanos, gané la serie con una buena marca; gané la final y logré el mejor registro de la provincia en categoría Menores que era de 53”9 décimas. Luego de eso volví a Federal a festejar.

 

"Víctor Aníbal Terra de Federal y José María Paolazzi de Concepción del Uruguay fueron dos personas que hicieron mucho cuando competía. Después de ser deportista, ya de ser profesor, tuve a ese amigo que me llevó por el camino del deporte dándome posibilidades laborales como Sergio Rogatky de Concepción del Uruguay".

 

Fue el puntapié inicial para otros torneos.

A partir de ahí surgieron más certámenes. Llegó el zonal intercolegial y nos fuimos a Concepción del Uruguay. Era la pista recién inaugurada de carbonilla, gané el torneo de 400 y 800 metros llanos. La etapa siguiente fue el Regional que integraban las provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Fuimos a competir y tuve la suerte de volver a ganar. Paralelamente se comenzó a hablar del Sudamericano de Menores que se hacía ese mismo año en Comodoro Rivadavia para chicos de hasta 16 años y desde la Asociación Argentina buscaban atletas. Pero previo a eso, terminado el Regional, llegó el turno del Torneo Nacional de Menores y gané la prueba de 400 metros llanos en 1973. Tanto el Regional como el Nacional se hicieron en la pista de tierra del Liceo Militar de Santa Fe.

¿Qué pasó con el Sudamericano?

La Asociación vuelve a armar un equipo para el Sudamericano de Atletismo pero había dicotomía con lo mío. Por un lado estaba el Torneo Nacional Intercolegial que se hacía casi en la misma fecha que el Nacional de Federados de Santa Fe y éste clasificaba para el Sudamericano y el otro terminaba ahí. Mi profesor Terra, eligió ir al Nacional de Federados en vez del Intercolegial. Fue con mucha suerte porque pudimos clasificar para el Sudamericano. El Nacional se hizo en octubre y al mes siguiente se llevó a cabo el Sudamericano en Comodoro Rivadavia.

Primera gran experiencia internacional.

Viajamos a Buenos Aires a concentrar luego partimos en avión a Comodoro Rivadavia donde nos alojamos en el Liceo Militar. El torneo fue durante el 1, 2 y 3 de noviembre de 1973, competimos en la pista de asfalto que tenía el Club YPF. En ese momento había que limar los clavitos de las zapatillas para que estén adecuados y se puedan adherir al piso porque esa es la función esencial, la adhesión a la pista para correr o saltar. El viernes hicimos la clasificación de los 400 metros llanos donde terminé segundo. Previo a la final de la categoría, tuvimos una reunión con el entrenador de la Selección Argentina que era Felipe Stamponi, algo que siempre se hace para ver las posibilidades. Yo había mejorado mis marcas y no alcanzaba porque el otro pibe que había ganado tenía mejor registro. “Acá pueden ganar tal y tal. Lanz usted podrá estar tercero o segundo, con suerte”, me dijo.

 

En el primer lugar del podio. La conquista lograda en Comodoro Rivadavia, le valió la posibilidad de conocer al presidente Perón.

 

¿Cómo fue el desenlace de la final?

El día de la competencia me tocó correr por el andarivel uno y para mí era algo muy lindo porque me sentía cómodo viendo de atrás a mis rivales. Largamos con un viento importante en Comodoro pero con la suerte que al momento de llegar a la recta final, a los 100 metros de la meta, veo que estaba más adelantado que los demás y no paré de correr hasta la llegada con toda la energía. Llegué primero, pude ser campeón sudamericano de 400 metros y con récord nacional de 50” 9/10. Posteriormente formé parte del equipo de posta 4×400 metros. Ocupé el lugar del último integrante para cerrar la prueba. No teníamos el mejor nivel a comparación de otros, veníamos segundos y en los últimos metros tuve la suerte de mejorar el rendimiento y lograr el primer puesto. Dos oros en un Sudamericano en categoría Menores, algo increíble.

Increíble también dicen que fue el recibimiento que te hizo el pueblo de Federal.

El recibimiento no tuvo precio, pero pasó algo insólito. Llegué un día después de lo previsto. Resulta que por una casualidad nos recibió en una reunión el presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, en la Quinta de Olivos. Estaba junto a su esposa y al ministro López Rega. Nos hicieron un ágape a los integrantes de la Selección entonces demoré un día mi llegada, pero aún no teníamos los medios para comunicarnos. Todo el pueblo fue al aeropuerto de Concordia donde me esperaban, pero no llegué, sí lo hizo mi papá. Se tuvieron que volver a Federal y al otro día retornaron a Concordia los que habían ido un día antes y algunos más. Bajé del avión, dimos la vuelta por la ciudad y nos fuimos a Federal. Cuando voy llegando a mi pueblo, unos 10km antes, habían puesto antorchas a los costados del camino. Esa imagen es imborrable, algo que no esperaba, un recuerdo hermoso cuando tenía tan sólo 16 años.

Campeón Sudamericano, la visita al presidente, el recibimiento…

En ese momento uno no toma real dimensión de lo que está sucediendo, como todo. Pero con el tiempo, se da cuenta de lo valioso que fue. Cuando sucede algo tan fuerte, se vive con euforia, rodeado de amigos, familiares y quizás no toma conciencia de lo que es. Luego uno se da cuenta. Es increíble. Les habrá pasado a muchos chicos que fueron campeones en diversas pruebas y el pueblo lo tomó como algo muy lindo, representativo, y les brindó su reconocimiento.

El recibimiento en su ciudad, Federal, fue tremendo.

 

UN DURO GOLPE

Luego de ese Sudamericano, ¿qué siguió?

Cada vez que uno tiene que competir a nivel internacional debe revalidar sus logros. Nuevamente volví a representar al país, gané el Nacional de Córdoba me tocó ir al Sudamericano en Lima en Perú, pero tuvimos un grave accidente antes de la partida. Teníamos que concentrarnos en Buenos Aires, junto al presidente de la Confederación viajamos en un Ford Falcón rumbo a la Capital. En el trayecto de la autopista Zárate – Buenos Aires, en Escobar, estábamos por pasar a un vehículo que llevaba a otro auto de tiro, en ese instante se le cortó la soga. Nos enganchó la puerta, se soltó, enganchó el paragolpes y empezamos a dar tumbos. Todos fuimos despedidos del auto, quedamos fuera, con la desgracia que un compañero que iba sentado atrás falleció. Era mi amigo Jorge Grimaux de Rosario del Tala. Tuve la suerte de apenas sufrir un corte en el cuero cabelludo y en la pierna y nada más. En ese momento nos llevaron al hospital de Escobar, luego nos buscó el helicóptero del presidente de la Nación y nos trasladaron al Sanatorio Güemes donde quedamos internados unos días. Ahí recién me comunicaron que mi amigo había fallecido. Un golpe durísimo.

¿Pudiste recuperarte?

Físicamente sí, pero mentalmente no. Ya en el hospital caminaba e intentaba ver cómo estaba. Trotaba por los pasillos, subía escaleras. Fui a concentrar y viajamos a Lima en octubre del 74 donde nos hospedamos en una villa deportiva. Justo en ese momento Lima sufrió terremotos, la mitad del Estadio Nacional presentaba grietas, hubo réplicas y donde estábamos alojados vivíamos feas sensaciones. Dormíamos sin saber lo que podía pasar. Cuando llegó el día inaugural del Sudamericano, me eligieron como abanderado de la delegación argentina. Hicieron un minuto de silencio en honor a mi amigo fallecido. Luego del acto, nos fuimos a las tribunas y allí me desahogué por todo lo que había pasado. Eran lágrimas sin parar. Al momento de la prueba, mis amigos me calmaron, entré en calor y salí a la pista. Largué con posibilidades de hacer un buen trabajo, hice la primera vuelta por detrás del primero, después lo superé y al llegar a la recta final faltando 60 metros, me desvanecí y se terminó el torneo para mí. Todo el conjunto de cosas que había vivido, me provocó un fuerte peso emocional que se manifestó así. En ese momento no teníamos el acompañamiento de especialistas que actualmente tienen los deportistas.

¿Puede decirse que en esos dos sudamericanos se dieron el mejor y el peor momento como deportista?

Son dos momentos contrapuestos, la alegría y la tristeza. La felicidad de Comodoro Rivadavia y el llanto en Lima, no porque no haya ganado, sino por haber perdido a un amigo.

Junto al intendente de Crespo,  Darío Schneider, Juan Pablo Folmer y el reconocido garrochista Germán Chiaraviglio en la Fiesta del Deporte de esa ciudad.

 

LOS AFECTOS Y EL DETRÁS DE ESCENA

¿Cómo definís a tus padres?

Como padres eran agradables, de permitirnos vivir bien, de disfrutar, pasarla bien. Por suerte nunca sufrimos necesidades. Somos cuatro hermanos, tres mujeres y yo, el segundo. La mayor vive en Corrientes, la que me sigue en Federal y la menor en Dean Funes (Córdoba). Mis padres trabajaban todo el día y nosotros vivíamos con mis abuelos y la pasábamos de diez.

¿Qué trabajos tenían?

Mi madre (Sara Alicia Ise) era docente secundario y se enteraba de todo lo que hacía, ja. De las macanas que por ahí hacíamos con el grupo de amigos. Siempre sin hacer nada raro, en ese tiempo había otro tipo de disciplina y respeto hacia los docentes. La palabra de ellos era palabra santa. Mi padre (Juan Alberto Lanz) era empleado público, luego tuvo una estación de servicio en Federal y trabajaba en el Neuropsiquiátrico. Era empleado de farmacia de mi tío y pasó a ser encargado de farmacia del Neuropsiquiátrico de la ciudad. Mientras se hacía cargo de la estación de servicio YPF.

¿Qué profesores fueron marcando tu vida?

Víctor Aníbal Terra de Federal y José María Paolazzi de Concepción del Uruguay fueron dos personas que hicieron mucho cuando competía. Después de ser deportista, ya de ser profesor, tuve a ese amigo que me llevó por el camino del deporte dándome posibilidades laborales como Sergio Rogatky de Concepción del Uruguay. Cuando vine a Crespo tuve la enorme fortuna de conocer a un ser brillante como Adolfo Decoud (se emociona). Un gran formador que en la provincia lo extrañamos muchísimo. Habían muchos puntales en diversas ciudades y él estaba en Crespo lo cual fue muy valioso para todos nosotros. También destaco a Tomás Florit con quien compartí mucho tiempo. Era muy capaz, de estar siempre acompañando y acercando una solución.

Adolfo Decoud, el recuerdo latente para alguien que marcó su vida. 

 

¿De qué manera te preparabas como atleta?

No era muy buena en cuanto a la cantidad de horas de entrenamiento, en ese tiempo no teníamos los sistemas de entrenamiento como ahora. Sí teníamos un médico que había indagado en algunas vitaminas elementales de esos años que podíamos usar para mejorar el rendimiento. Lo que había en ese momento. En cuanto a dieta tratábamos de cuidarnos, me cuidaba de salir. Antes de comenzar con el atletismo disfrutaba mucho de andar con mis amigos como cualquier adolescente. Pero cuando empecé con el deporte, me perdí de muchos cumpleaños de 15, de muchas fiestas que eran muy lindas, pero el hecho de querer ser diferente o sobresalir conlleva esos sacrificios.

Al momento de poner en la balanza aquellos momentos que te perdiste y lo que conseguiste en tu carrera, ¿fue satisfactorio?

Sí. Pude lograr cosas muy valiosas. A veces los chicos no toman dimensión de lo que pueden lograr, pero no los critico, son decisiones muy personales. Hay gente con mucho talento y deportistas que han quedado en el camino porque decidieron otras alternativas.

Por el deporte conociste muchos lugares, ¿cuáles te impactaron?

En el 2010 fuimos con Betsabé Páez al campeonato del mundo en Moncton, Canadá. Una ciudad muy ordenada que refleja lo que es el país. Respeto, orden y limpieza, donde no hay tanto tránsito vehicular. En 1998 fuimos a Marrakech (Marruecos) con la Selección Argentina. Fue en el mundial de Cross y de Crespo viajó a competir Vanina Arrúa. Una ciudad con gran descendencia musulmana donde los hábitos son diferentes, de noche no andan por la calle, en ese tiempo no habían locales bailables y con una forma de vivir totalmente diferente a la nuestra. Como estadio tuve la suerte de estar en el del Barcelona con Daiana Stürtz que entrenaba allá. Tuvimos la posibilidad de ver el partido en el que Lionel Messi le hizo ese fantástico gol al Getafe arrancando desde la mitad de la cancha en el 2007.

En su rol actual de subdirector de Deportes.

 

¿Qué te genera que Crespo sea una ciudad con tantos buenos deportistas? Muchos han logrado enormes resultados en diversas disciplinas.

Tiene que ver la idiosincrasia del crespense que le gusta el deporte. El apoyo que brindan distintas instituciones para con el deporte, el respaldo del municipio en la continuidad de los proyectos de trabajo. La etnia que tiene Crespo en cuanto a la contextura física también es un argumento, los deseos de superación de nuestra gente que crece día a día, también lo es. Pasa además por el entorno que han conformado las escuelas de la ciudad y los profesores de Educación Física que les hacen querer el deporte, disfrutar de ello y eso nos permite trascender más allá de los límites.

 

MÁS LOGROS

Además de las competencias señaladas en la charla, en 1975 fue campeón nacional en 800 metros llanos categoría Juvenil en Rosario. También compitió en el Torneo Piñeyrúa de Montevideo, Uruguay, logró diversos primeros puestos en Rosario, Santa Fe y otras ciudades. Cuando estudiaba en el profesorado de Educación Física, compitió para clubes locales (Resistencia y Colón). Su última prueba fue a los 27 años en la maratón por el aniversario de General San Martín, localidad chaqueña donde residía. Terminó 2º.

 

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