Guillermo Pérez atiende el teléfono desde la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, aunque su recorrido dentro de la Orquesta Cooperativa de Trabajo Delio Valdez Ltda. comenzó arriba del escenario. Años más tarde, el músico pasó a desempeñarse en la administración del proyecto y hoy es uno de los referentes que sostiene el funcionamiento diario del grupo, un esquema laboral que se consolidó con el tiempo.
La historia se remonta a 2009, cuando la banda dio sus primeros pasos y comenzó a asumirse como un espacio autogestionado, aun sin una figura jurídica que lo respaldara. “Al principio nos autodefiníamos como cooperativa sin serlo. Creo que tenía que ver con la participación horizontal y con una forma solidaria de organizarnos”, recuerda Pérez, quien remarca que la identidad del conjunto se construyó desde el trabajo compartido.
Con los años llegó la profesionalización, la necesidad de ordenar la actividad y la decisión de formalizar una razón social. Según explica el dirigente, ese proceso implicó un largo camino. “Nos costó a nosotros y también a INAES, porque no había antecedentes de una orquesta de música conformada como cooperativa”, relata. La experiencia, sin embargo, abrió nuevas puertas: el organismo empezó a agilizar los trámites para agrupaciones artísticas y otras bandas comenzaron a interesarse por este tipo de organización.
“Fuimos conociendo músicos de todo el país que querían trabajar de esta manera. Se armó un movimiento dentro de la música”, afirma el responsable, que destaca cómo la cumbia -con presencia federal y un circuito de trabajo consolidado- permitió tejer redes y multiplicar experiencias. Mantener un funcionamiento basado en la igualdad supuso desafíos, sobre todo cuando el proyecto comenzó a crecer y alcanzar escenarios internacionales. Pero, según señala el integrante, el eje se mantuvo inalterable: “Siempre encarábamos todo desde nuestro presupuesto y nuestro trabajo. Aunque hoy tenemos un equipo más grande, la actividad central sigue en manos de los socios”.
Pérez recuerda con claridad la primera gira autogestionada: un viaje al sur en el que la banda vendía discos para financiar los traslados y buscaba escenarios donde tocar. “Nos bajamos del tren en Viedma y nos quedamos sin plata. Tuvimos que salir a tocar y a vender discos para pagar el colectivo hasta el siguiente tren. Después tomamos La Trochita para seguir viaje”, cuenta entre risas. Aquella travesía marcó la identidad del grupo y fortaleció un modo de producir música basado en el esfuerzo compartido.
Con el tiempo, además de los músicos, se incorporaron nuevos socios ligados a la producción, el management y las tareas administrativas. Hoy son 17 integrantes que sostienen un esquema laboral estable, con más de 60 o 70 presentaciones anuales y una presencia constante en festivales y escenarios del país. El referente sostiene que el 2025 los encuentra “consolidados como grupo de trabajo y como marca”, aunque no ajenos al contexto económico. “Es un momento difícil para toda la actividad musical y para la gente en general. Luchamos por vivir de nuestro trabajo, como cualquier persona”, afirma.
Fuente: Elaboración de El Portal de las Cooperativas a partir de entrevista realizada en Radio Nacional Viedma (Viedma, Río Negro).
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