El Miércoles Digital Concepción del Uruguay – Entre Ríos
El pasado sábado fue el festejo de cumpleaños de la formación uruguayense Puntuales pa la Tardanza, pionera en el género en la región. La celebración estuvo cargada de recuerdos y de alegría, alternando la actuación de la murga con la de artistas de la ciudad y la zona, con sorteos, con comida y bebida y un clima de hermandad que ya es parte esencial de la propuesta murguera.
REDACCIÓN de EL MIÉRCOLES
El sábado 29 de noviembre, en La Casona, a pocos pasos de la avenida Paysandú, fue el encuentro: el festejo de Puntuales pa la tardanza, que celebró de ese modo sus 18 años “de humor, amor y compromiso”, estuvo lleno de emociones y de alegría.
El festejo tuvo un entorno ideal, porque el lugar fue adornado con el estilo inconfundible del añorado Murgalpón, aquel “lugar para ser feliz”, que los Puntuales levantaron con mucho esfuerzo y del que apenas cuatro años después debieron despedirse, sin poder (hasta el momento) encontrar un espacio propio otra vez.
Sin embargo, como lo definió una de las integrantes de la murga que (literalmente) forma parte desde muy niña, Guada Richard, “algo aprendimos de todo esto y es que todo lo que fue el Murgalpón, es en realidad el lugar en dónde esté la murga. Así que no importa si es en la entrada de la ciudad, o en la otra punta, a orillas del río, o en la casa de algún compañero o compañera que se digna a aguantarnos en ella para ensayar, o en un salón hermoso llegando al puerto; sea a dónde sea, cuando cada puntual une su granito de arena, sale algo hermoso y el murgalpón renace nuevamente”.
El plan era sencillo y potente: divertirse cantando, escuchar buena música, celebrar con artistas amigos, “mimar” a seguidores de la murga con regalitos que se sorteaban, y amanecer abrazados en el disfrute del arte popular en un repaso de saludos, cuplés y retiradas de la murga desde sus propios inicios, allá por 2007.
Los sorteos se intercalaron con las actuaciones de la murga y con las presentaciones de los artistas amigos, y una enorme cantidad de personas se fueron chochas con su regalito (desde libros hasta una lata de cerveza o empanadas, desde una hermosa planta hasta vouchers para pizzas o para un espectáculo, desde un bolso playero hasta una remera de la murga, en una sucesión sorprendente).
La fiesta del sábado contó con actuaciones de artistas de la ciudad y la región, que se sumaron a la celebración con sus propuestas en géneros diferentes pero (como suele suceder en la murga) que siempre convergen en una singular fusión de vertientes de lo más variadas y sentidas.
La cuerda de candombe Tarikitaki, con su deslumbrante ritmo que invita a acompañar o a bailar; el dúo que conforman Joaquin Rossier y Bruno Zuluaga, recorriendo con alta calidad la obra de referentes del canto popular rioplatense, como los Olimareños o el Sabalero; otro dúo, el de Emi Giménez en voz y Juan Truffa en guitarra, con temas propios de hechura tan atractiva que el público terminó coreando o siguiendo el ritmo con sus palmas como si ya los conociera; el debut de una banda colonense de murga canción, “Pocas muchas cosas”, que confesó su emoción por ser desde hace mucho “seguidores de los Puntuales desde la tribuna” y ahora estar compartiendo escenario; y músicos de un nivel superlativo como Marcelino Wendeler, Diego Gianera y Raúl Bustos, que se prendieron en diferentes momentos con interpretaciones muy sentidas.
El clima de felicidad y de abrazo colectivo en tiempos difíciles, la plenitud y madurez de esta formación murguera y la sorpresa de constatar la renovada vigencia de viejos cuplés o saludos o retiradas, fueron todos elementos que se entremezclaron con el enorme trabajo autogestivo y cooperativo de cada integrante de Puntuales pa la Tardanza, que garantizó que todo estuviera acorde al festejo: desde la impecable organización de la cantina, pasando por la decoración, el sonido de excelencia, el cañón proyectando imágenes entrañables de casi dos décadas de labor…
Todo estuvo a la altura de la hermosa noche Puntual. Al punto que al despedirse la murga y concluir la parte “planificada”, pocos querían irse y la cantarola siguió, con los artistas rotando, con un poco de cada banda o grupo plegándose a esa canción especial y aprovechando la noche espectacular que brindó el sábado, hasta que el sol comenzó a asomar por el lado del río.
“El día sábado 29 se vivió algo mágico para todos nosotros. Murgueros, músicos extraordinarios y gente amiga nos acompañó para festejar nuestro cumpleaños. 18 años de entrega, 18 años de amor, 18 años de arte. Gracias a todos aquellos que fueron parte”, resumieron desde la murga.
En tiempos donde se quiere imponer un individualismo extremo que se desentiende de quien está al lado, la murga Puntuales sigue apostando a la creación colectiva, a la autogestión, a la cooperación para llevar adelante un proyecto genuino, de cultura popular, de compromiso, de humor y de crítica, de creación y de intercambio, donde el que está al lado es imprescindible para que todo armonice y funcione.
El sábado por momentos pareció que toda la gente que se dio cita era la murga. Una enorme murga. Multitudinaria. Algunas personas dicen que en efecto, que es así, y que eso es lo que explica estos dieciocho años de compromiso y de alegría, a pesar de todo.
Los dieciocho años, en el fondo, son una excusa. Lo que merece celebrarse es que ese proyecto sigue vivo, vigoroso, vital. Y que, como en una de las canciones que resonó en las voces de la formación la noche del sábado, toda esa enorme cantidad de personas que integra la murga, o que pasó por ella en algún momento, o que la sigue desde un sentimiento de pertenencia identitaria, sabe, intuye, sospecha que “ese lugar donde nunca / pasa lo que no querés”, es en realidad, el lugar en dónde esté la murga. Cualquier lugar donde esté la murga.
Fotos y videos: Ani Arce, Guada Richard
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