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Los impresionantes números del patrimonio real del Vaticano

La Santa Sede tiene más de 5.000 propiedades en el Mundo y maneja un presupuesto cercano a los 500 millones de euros por año. Pero arrastra un déficit muy complejo que Francisco había tratado de transparentar y reducir, algo que ahora debe seguir León XIV.

 

Por GABRIEL MICHI (*)

En medio de la conmoción por el recambio en la cúpula del Vaticano, con la muerte del Papa Francisco y la designación de León XIV -con todo lo que eso representó para los fieles de la Iglesia Católica y para el Mundo- aparecieron en escena datos menos espirituales y más materiales sobre la dimensión de los números de la Santa Sede.

Mientras se conoce que una de las tareas que deberá encarar el nuevo Sumo Pontífice será la de tratar de aminorar el déficit estructural de funcionamiento que arrastra el Vaticano -unos 90 millones de euros anuales-, también queda al desnudo el impresionante patrimonio en propiedades con que cuenta esta ciudad Estado y que está representado por más de 5.000 propiedades en otros países, con un valor aproximado a los 4.000 millones de euros.

Esa riqueza se da tanto dentro como fuera del pequeño territorio de 44 hectáreas donde viven en forma permanente unas 800 personas (sólo 600 individuos tienen la ciudadanía vaticana pero apenas el 40% viven allí) y que maneja un presupuesto anual para su funcionamiento cercano a los 500 millones de euros.

Para graficarlo, en total, los gastos de la Santa Sede en 2023 llegaron a los 495,4 millones de euros, aumentándose los gastos de personal, administrativos y generales un 6% (sobre todo por la inflación). En ese año hubo ingresos por 483,7 millones de euros ese mismo año, unos 33,3 millones más que el anterior.
Ese oneroso inventario de bienes que pertenecen a la Santa Sede está representado por 4.249 unidades inmobiliarias sólo en Italia (entre iglesias, terrenos agrícolas, edificios de oficinas y residencias para órdenes religiosas) y otras 1.200 propiedades en el Exterior (se excluyen otras que posee la Iglesia Católica en manos de diócesis de todo el planeta), muchas de ellas en Inglaterra, Suiza y Francia, bajo gestión de firmas creadas a inicios del siglo XX.

De las que tiene en territorio italiano, casi la mitad se alquilan en el mercado, pero 1.203 están rentadas a un precio reducido y 1.028 no generan ingresos. Desde el Vaticano, señalan que el tema de esas operatorias deficitarias muchas veces tienen relación con una de las misiones más importantes de la Iglesia, la evangelización, y también con la atención a los grupos más débiles, por ejemplo, con las ayudas a los inquilinos con dificultades.

Se sabe que la Iglesia Católica tiene al menos cuatro formas de recaudar dinero:

1) Renta de sus inversiones inmobiliarias, comerciales y financieras: ítems que constituyen la mayor parte de los ingresos del Vaticano (cerca del 65%).
2) Donaciones externas: representan el 25% de los ingresos, con EE.UU. y Alemania a la cabeza.

3) Turismo: La Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano tiene ingresos, por ejemplo, con el cobro de las entradas a los museos (5%).

4) Óbolo de San Pedro: principal colecta que se hace cada año (5%).

La Administración del Patrimonio de la Santa Sede (APSA), conocida como la "inmobiliaria del Vaticano" es el órgano encargado de gestionar las inversiones y propiedades del país Estado. “APSA tiene 9,3 millones de kilómetros cuadrados en terrenos de su gestión dentro del territorio italiano”, aseguró en una entrevista el presidente del organismo, el cardenal italiano Nunzio Galantino.
Sin embargo siempre aparecen contradicciones con respecto a los número del Vaticano. Según una investigación llevada adelante por la BBC, la Iglesia Católica contaría con un presupuesto neto de 886 millones de euros. Eso surge del conteo de los activos gestionados por el Instituto para las Obras de Religión (IOR) -conocido popularmente como el Banco Vaticano- y excluye inmuebles, terrenos y otros activos. El medio aclaró que "las finanzas de la Iglesia están descentralizadas y cada diócesis del mundo gestiona su propio presupuesto, lo que significa que en la práctica el total es aún mayor y quizás incalculable".

El "Banco Vaticano" (en realidad es el Instituto para las Obras de Religión (IOR) estuvo por años bajo sospecha.
El "Banco Vaticano" (en realidad es el Instituto para las Obras de Religión (IOR) estuvo por años bajo sospecha.
En septiembre de 2024 el Papa Francisco envió una carta a sus cardenales en la que les pedía "un mayor esfuerzo" para "que el 'déficit cero' no sea solo un objetivo teórico" y abogaba por la "reducción de costes". Tiempo después expresó su preocupación por el estado de la Caja de Pensiones vaticana. En el medio circulaban informaciones de recortes de sueldos de los prelados y hasta especulaciones de que la Santa Sede estaba al borde de la "bancarrota".

Por ese entonces, el diario La Republica revelaba que en 2023 el Vaticano había tenido un déficit operativo de 83 millones de euros, cinco más que el ejercicio anterior. Y las cada vez más exiguas donaciones presagiaban un escenario aún más complejo. El agujero del sistema de pensiones (por el que se les paga las jubilaciones a sacerdotes y empleados ya retirados), es uno de los temas que más preocupan. Según The Pillar hace una década su pasivo no financiado ascendía a casi 1.500 millones de euros y Reuters habla de un déficit de 631 millones en 2022 en esa materia.

Aún con esas cifras, hay quienes sostienen que, teniendo en cuenta la historia y la presencia global de la Iglesia, el volumen de bienes y dinero no es tan importante. La organización de medios católica Word on Fire publicó un informe en que señala que "en el año fiscal 2024, por ejemplo, Microsoft gastó 24.460 millones de dólares en ventas y 'marketing' y 29.000 millones en investigación y desarrollo, cifras que el Vaticano ni siquiera podría igualar".

Word on Fire agregó que el 70 % de las más de 5.000 propiedades que la Santa Sede posee en Italia y en el extranjero están alquiladas (recibiendo una renta, en general muy baja) y otras son prestadas a terceros sin ningún tipo de contraprestación monetaria a cambio, y eso "termina costando dinero en mantenimiento e impuestos a la propiedad". También señala que el Banco Vaticano gestiona unos 5.400 millones de dólares en activos, que pertenecen en su mayoría a depositantes (como órdenes religiosas y movimientos católicos), aunque aclara que eso sería una cifra "casi irrisoria" con lo que controlan entidades bancarias como JP Morgan Chase. "El resultado final es que, según los estándares de la mayoría de las instituciones globales comparables, el Vaticano, financieramente hablando, es poca cosa", concluye ese medio. Aunque, claro, allí surge la pregunta sobre si esas cuestiones financieras deben integrar la agenda de la Santa Sede, una institución que debería priorizar lo espiritual.

La divulgación del balance de la Santa Sede realizado por la APSA es algo muy reciente que fue impulsado por el Papa Francisco para transparentar las cuentas vaticanas. "No es que el APSA no haya elaborado su presupuesto antes o que no se haya presentado el presupuesto a análisis y controles. Faltaba el momento de la publicación, el momento de comunicación. Un momento importante para brindar a quien quiera conocerlos elementos suficientes para formular un juicio informado y evitar decir trivialidades, como las que a veces escuchamos, sobre los bienes inmuebles o muebles de la Iglesia", planteó Galatino.

A fines de 2020, el Papa Francisco lanzó una nueva etapa en su batalla para sanear las cuentas vaticanas. Para ello, aumentó los controles sobre las finanzas de la Santa Sede y le quitó el control de los fondos de caridad a la Secretaría de Estado, luego de los escándalos por supuestas irregularidades en operaciones inmobiliarias que llevaron al procesamiento de cinco funcionarios y al inicio en 2021 del primer juicio contra un cardenal, Ángelo Becciú, que fue condenado a cinco años y medio de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos en la Santa Sede y al que Francisco dejó planteado que se lo excluya del Cónclave que acaba de realizarse.

Las nuevas medidas de transparencia y control sobre el Banco Vaticano -que se pusieron en marcha a partir del 1 de enero de 2021- especificaban que los "fondos y cuentas bancarias, inversiones, valores e inmuebles, incluidas inversiones en empresas y fondos de inversión" de la Santa Sede dejaban de ser administrados por la Secretaría de Estado y pasaron a manos de la APSA. Y, gracias a eso, se pudo saber la verdadera dimensión del patrimonio y los recursos económicos del Vaticano. Algo que parecía un secreto divino.

 

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