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Río Paraná: la vía del contrabando

Se han vencido lo contratos que permiten a empresas extranjeras exportar la producción argentina que sale por ese gigantesco camino acuático al que se denomina Paraná, pero lo han disfrazado de “hidrovía”. Basta una declaración jurada de las empresas para exportar. Como el Estado se ha retirado del control, no se sabe en realidad cuánto se exporta y cuántas toneladas son contrabandeadas. A esto se agrega el origen de la soja, que sale de la Argentina vía Paraguay, sin pagar impuestos.

 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Han vencido los contratos que otorgaban a empresas extranjeras la facultad de realizar operaciones de exportación, con una simple declaración jurada. Esta decisión formó parte de la “modernización” del presidente Menem y su ministro Domingo Cavallo.

Como se sabe, Menem y Cavallo en su afán de servir a los grandes capitales prácticamente puso a disposición de varias empresas el uso de ese inmenso camino de agua, uno de los ríos más caudalosos del mundo. Por dicha vía pasa una buena parte de lo que exporta Argentina. En este último cuarto de siglo (según opiniones autorizadas) el contrabando ha sido la actividad más lucrativa. Una mera declaración jurada, sin control alguno, es suficiente. Nadie sabe cuánto se exporta y cuánto es el monto del contrabando. En definitiva, es un río privatizado, incluyendo los puertos. Se trata ahora de rever estos contratos (que han vencido) y que el Estado se haga cargo de las exportaciones, o por lo menos ejerza algún control sobre las empresas.

La política de Juan Manuel de Rosas

Sigue en pie la leyenda que Juan Manuel de Rosas con el cierre del río Paraná cuidó la soberanía. Lo que Rosas cuidaba era la industria saladera, y las libras esterlinas que le dejaba el manejar el único puerto.
El esquema era sencillo. Todos los puertos estaban cerrados, menos el de Buenos Aires. Es decir, que si alguien quería exportar desde Salta, debía traer la mercadería a Buenos Aires. Desde ya que los funcionarios de Rosas se encargaban de todo lo demás, incluyendo cobrar derechos de exportación, que se hacían en metálico. Lo mismo ocurría si alguien pretendía comprar en el exterior; sólo era posible a través del puerto de Buenos Aires.

Esta sería la oportunidad extraordinaria que tiene el gobierno para defender los interesas argentinos, y no que sigan en manos de contrabandistas profesionales.

Es fácil deducir que los derechos de esta actividad iban a parar a las arcas de la provincia de Buenos Aires. Las provincias debían conformarse con bonos emitidos por Rosas, que ni siquiera eran convertibles. Solamente un gran empresario como Justo José de Urquiza podía eludir este cerco, exportando e importando por el puerto de Montevideo. Pacho O' Donnell inventó “La guerra del Paraná” para darle a Rosas algún hecho que lo enaltezca, y de paso minimizar un centralismo a rajatablas.

Estatal o privado

De todos modos, al margen de las chapucerías y yendo al fondo de la cuestión, el chaqueño Mempo Giardinelli expresa en un artículo en Página 12:

“Ahora es imperioso recuperar el control estatal de nuestro padre Río al que llegan hoy, en 2021, más de 2 millones de camiones y 250.000 vagones al año, y todo se concentra en unos 30 puertos fluviales sobre el Paraná, donde están las más grandes fábricas de aceite del mundo, el 80% extranjeras.”

Y enfatiza:

“Pero no sólo eso: nunca en dos siglos de historia la Argentina produjo tanta riqueza como ahora. Nunca. Desde las montañas, las pampas y los ríos interiores, la riqueza fluye en esas camionadas que se desplazan a tope con metales, granos, carnes, maderas y todo lo que produce este país generoso hasta las lágrimas, y que, siendo fabuloso, parece condenar a casi 50 millones de habitantes.”

El gobierno del doctor Alberto Fernández, otrora fervoroso menemista, no parece muy entusiasmado en cambiar el sistema habiendo prorrogado los contratos por 90 días. Esta sería la oportunidad extraordinaria que tiene el gobierno para defender los interesas argentinos, y no que sigan en manos de contrabandistas profesionales. Las provincias ribereñas tendrían la oportunidad de un resurgimiento histórico, si se distribuye con alguna equidad. Aquí la presencia del control estatal resulta imprescindible.

rubengallay@hotmail.com

 

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