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ELBIO WOEFFRAY Y SU LIBRO “EL ESTADO AL QUE LA APAGARON LA LUZ”

Salto Grande: un despojo al pueblo entrerriano que sigue vigente

El especialista en energía Elbio Woeffray denuncia en su nueva publicación el despojo colonial realizado desde Buenos Aires a la provincia de Entre Ríos: su cálculo ubica entre tres mil y ocho mil millones de dólares la magnitud del robo que aún se perpetra cada día. Woeffray convoca a una cruzada sin distinciones de banderías para que el pueblo entrerriano recupere el patrimonio robado.

 

Por AMÉRICO SCHVARTZMAN (*)

 

¿Cuánto tiempo se puede robar impunemente a un pueblo que alguna vez fue emblema y origen del federalismo en la Argentina? La pregunta surge naturalmente cuando uno lee el nuevo trabajo del ingeniero Elbio Woeffray. El libro versa sobre Salto Grande y muestra cómo, en el transcurso de las últimas cuatro décadas de actividad de la represa, la magnitud del despojo asciende a una suma que tiene como piso 3.000 y como techo 8.000 millones de dólares, evaluada según distintos criterios.

Equivale, lo robado, a entre tres y ocho presupuestos anuales de la provincia. ¿Se puede imaginar cómo sería nuestra patria chica si hubiera dispuesto de semejante riqueza para asegurarle otras condiciones de vida a nuestra gente, fuentes de creación de trabajo para que las juventudes no emigraran, para que las zonas rurales no se despoblaran, para que nuestras comunidades desarrollaran alternativas productivas sustentables, fuentes energéticas limpias, universidades florecientes, rutas cuidadas y seguras, y todo lo que podemos imaginar y que soñaron nuestros ancestros?

Woeffray presentó en la Universidad Tecnológica Nacional de Concepción del Uruguay su libro Entre Ríos, el Estado al que le robaron la luz (edición del autor). El trabajo de este investigador, ingeniero, docente universitario y escritor nacido en Colón, recupera el proyecto original de Salto Grande, iniciativa del gran Bernardino Horne, una personalidad de la política y el pensamiento entrerriano prácticamente olvidado o ignorado por nuestras dirigencias actuales.

Horne y cuatro objetivos de Salto Grande

Horne, un legítimo continuador del pensamiento y la acción de Alejo Peyret, fue ministro del gobierno radical entrerriano en la década del 30, diputado nacional, asesor en temas agrarios del gobierno de Juan Perón, ministro de Agricultura del gobierno de Arturo Frondizi y es considerado a nivel continental uno de los pioneros de la legislación agraria. En 1936 Horne presentó al Congreso de la Nación un proyecto sobre la utilización de Salto Grande.

Lo robado al pueblo entrerriano equivale a entre tres y ocho presupuestos anuales de la provincia.

Woeffray recupera la visión de Horne, que apuntaba a solucionar con una represa en los rápidos de Salto Grande cuatro problemas graves: el primero, posibilitar la navegación del Uruguay río arriba; en segundo lugar, la irrigación de una extensa zona de buenas tierras para la agricultura, en todo el norte de Entre Ríos, carente de agua; el tercer aspecto se proponía regularizar el cauce del río y suprimir los efectos perjudiciales de las crecientes periódicas; y finalmente el cuarto objetivo apuntaba a tener una fuente de energía barata para desarrollar industrias en la región.

En los años siguientes, la Argentina y el Uruguay avanzaron en los diálogos y acordaron algunos instrumentos –el más importante, en 1946, el Convenio para el Aprovechamiento de los Rápidos del Río Uruguay en la Zona de Salto Grande. Pasarian tres décadas más hasta concretarlo. Pero tres de los cuatro objetivos fueron abandonados por completo y el cuarto, denuncia Woeffray, fue completamente tergiversado.

El inicio del despojo

Woeffray integra una familia de siete generaciones (dos en Suiza y cinco en Argentina) vinculadas al rubro de la energía. Su padre, cuenta Elbio, era un comprometido empleado de Agua y Energía, y gracias a eso desde gurisito lo familiarizó con aspectos centrales de la cuestión energética y con una clara comprensión de su importancia en la vida de las comunidades.

“Desde los años 30, en que Horne presenta el proyecto para promover la represa, la idea la toma la Nación y la lleva adelante desde los años 60 y 70, culminándola en los 80”. Pero la obra se concretó con una intencionalidad por completo distinta: “La hicieron para llevar la energía a Buenos Aires, olvidando por completo el sentido original que tenía”, denuncia Elbio.

Y añade: “En los 40 años de la represa, esa energía sirvió para desarrollar el AMBA, para que la energía allá sea barata y todas las industrias se establezcan en esa región”. La decisión agrandó el problema que ya habían intuido Artigas, Alberdi, Peyret y otros pioneros: la cabeza deformada de la Nación Argentina se agigantó más.

Elbio Woeffray.

“El 35 por ciento de la población del país está nucleada en uno o dos partidos del Gran Buenos Aires”, dice Woeffray. “Ese monstruo lo creamos con entrerrianos que se fueron de acá y con energía que regalamos. El derrame que tenía que producir la represa no existió”. Y como muestra trágica señala las condiciones en que se encuentra la ciudad que está a los pies de la represa: “Ni siquiera le llevaron energía barata a Concordia, que está al lado. Iba a ser la niña mimada del proyecto, se iba a beneficiar con esto e iba a ser la ciudad más privilegiada de la Argentina. No pasó nada de eso: hoy es la segunda más pobre del país. Y no es la primera solo por detalles”.

Argumentos contundentes

El libro de Woeffray se propone fundamentar el reclamo sobre la propiedad de la represa de Salto Grande, a partir del argumento básico de que fue pensada y gestionada por los entrerrianos como una herramienta de crecimiento y desarrollo.

A su favor tiene nada menos que la Constitución Nacional, que establece desde 1994 en su artículo 124 que “corresponde a las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en su territorio”. Además, hay legislación (como la ley 24.145) que establece la devolución de los recursos, ya terminada la amortización de la represa en lo que respecta a créditos internacionales y pagos de la Nación Argentina. Y finalmente, la historia de Entre Ríos, “que desde Artigas y Ramírez siempre peleó por su soberanía”, dice Woeffray.

¿Se puede imaginar cómo sería nuestra patria chica si hubiera dispuesto de semejante riqueza para asegurarle otras condiciones de vida a nuestra gente?

En efecto, no hay razones para que el despojo siga vigente. El reclamo de propiedad sobre la represa habilita a que Entre Ríos sea considerada una provincia generadora y por tanto dueña de fijar una retribución razonable por la energía generada, más allá de recibir regalías. Woeffray incluye una densa y necesaria documentación legal y técnica imprescindible para dejar claro que el reclamo no es caprichoso ni arbitrario.

“Nos apagaron la luz”

La metáfora que propone Woeffray desde el título de su trabajo (“el Estado al que le apagaron la luz”) tampoco es caprichosa. “A los entrerrianos nos mandaron a dormir la siesta”, dice al explicar el juego de palabras del título. “¿Desde cuándo? Creo que desde que muere Justo José de Urquiza. El intento fallido de (Ricardo) López Jordan de llevar adelante la provincia y la declaración de guerra de Sarmiento a Entre Ríos, en la que murieron 16 mil gauchos peleando por defenderla”, dijo en una entrevista en estos días.

“Yo digo que desde entonces nos apagaron la luz, porque Entre Ríos era la segunda provincia después de Buenos Aires y nunca más levantó cabeza. Estuvimos cien años aislados, sin puentes que nos relacionaran con el resto de la Argentina, casi sin caminos ni infraestructura. Y en los últimos 30 años, el 10 por ciento de la población se fue a vivir a Buenos Aires. Prácticamente no se desarrollaron industrias ni inversiones importantes en el último siglo”.

Para Woeffray, “todo este tiempo de letargo nos costó carísimo. Hoy somos la décimocuarta provincia de la Argentina. Si nos comparamos con quienes conforman la región centro, Córdoba y Santa Fe nos llevan absoluta ventaja”.

Un reclamo que entronca con la historia

¿Por qué Entre Rios, de ser la segunda provincia más poderosa de la naciente Argentina (por eso era la única que podía enfrentar a Rosas) pasó a ser una sumisa colonia de los intereses de lo que ahora se llama AMBA?

Para el autor el problema de la energía “es solo es un correlato de esta historia de dominación. Una consecuencia tecnológica que suplantó a los ejércitos y a las ametralladoras que acabaron con el gauchaje que se atrevió a rebelarse contra Buenos Aires”. Por eso arranca el libro con una notable cita de Alberdi:

“El extravío de la Revolución de Mayo ha creado dos países distintos e independientes, bajo la apariencia de uno solo. El estado metrópoli, Buenos Aires, y el pais vasallo, la República. El uno gobierna, el otro obedece. Uno goza del tesoro, el otro produce. Uno es feliz, el otro miserable. Uno tiene su renta y el gasto garantido. El otro no tiene seguro su pan”. (Juan Bautista Alberdi, Grandes y pequeños hombres del Plata, publicado originalmente en 1884).

Este despojo histórico, según la hipótesis de Elbio, es consecuencia de “la osadía de enfrentarnos tres veces a Buenos Aires”. La primera vez, con Artigas, “al que creemos un patriota uruguayo y sin embargo fue nuestro conductor por casi diez años, cuando junto a los hermanos orientales formamos la Liga de los Pueblos Libres”. El segundo hecho fue Ramírez “que se enojó con el Congreso de Tucumán porque querían elegir un rey para gobernar Argentina y triunfó sobre el Directorio en la Batalla de Cepeda. Los porteños nunca nos perdonaron que el Supremo atara los caballos en Plaza de Mayo”.

No es necesario, dice Elbio, dar esta pelea con tacuaras y facones. Pero lo que no podemos hacer es dejar de darla: hay otras herramientas, como la consulta popular

El tercer motivo es “cuando Urquiza se harta de que nos pasen factura los porteños, y los tumba en la Batalla de Caseros. Le mojamos la oreja tres veces al poder central. Entonces cuando vino la revancha, nos durmieron”, sintetiza Elbio.

Tarifa justa y propiedad de la reprensa

Woeffray hace hincapié en la necesidad de que Entre Ríos reclame la propiedad de la represa, no solo porque corresponde constitucionalmente, sino también porque “si no la reclamamos, no tenemos derecho a una tarifa justa”.

A lo largo de los años hubo algunos intentos. “Fueron pocos pero hubo algunos importantes, como el del senador (Héctor) Maya que logró que se apruebe la ley en el Congreso, pero el presidente Menem la vetó. Hace otro intento con el senador (Augusto) Alasino y logran otra ley, aun vigente, que nos da el concepto de regalía”. Pero, señala, las regalías “son migajas, así que no solucionan nada. El costo que paga la provincia de Entre Ríos es en promedio 36-40 dólares el MW/h; a la central eléctrica de Salto Grande, le pagan 1 dólar. O sea lo que se recibe es el 10% de 1 dólar”.

Bernardino Horne, pionero de Salto Grande. Una figura entrerriana de la acción y el pensamiento que es imprescindible recuperar.

Sin ese despojo, “hoy seríamos Alemania”, dice Elbio. Y compara: “Una provincia similar, Santa Cruz, por no haber tenido la posibilidad de estar integrada al sistema nacional, durante 27 años todo el país le pagó un arancel compensatorio, le subsidiamos la energía eléctrica. El monto de eso son otros tres mil millones de dólares”.

Autonomía y federalismo

Elbio reclama además “la eliminación de la nefasta ley 8916 que nos hizo aprobar la Nación impidiendo que las distribuidoras puedan generar. Eso ayudaría al desarrollo de la independencia eléctrica de la provincia”.

“Hace 70 años cada ciudad generaba su propia energía, como lo hacía Concepción del Uruguay con su central Caseros”, afirma. Y añade que hoy la tecnología permite —por ejemplo la fotovoltaica— ir incluso más allá en la generación propia, “dando a cada usuario la posibilidad de tenerla”.

El horizonte que abre el libro de Woeffray y su fundamentación para el reclamo, no solo refiere a la recuperación de la soberanía entrerriana, preexistente a la propia Nación Argentina como es bien sabido. Además apuesta a las autonomías municipales, a la idea profunda de federalismo que esbozara Artigas al anticipar una democracia participativa, “la soberanía particular de los pueblos”; y al mismo tiempo reforzar la autonomía, la responsabilidad y la solidaridad de las personas individualmente, al posibilitar que cada hogar entrerriano sea productor de energía.

 

Consulta popular: la  lucha  de hoy

La intención del libro es motivar debates que, superando pertenencias partidarias o “grietas” falaces, permitan a la comunidad entrerriana unirse para reclamar lo que le pertenece, lo que nunca debió permitir que le expropiaran. Y que encima fue usado para desarrollar, como bien dice Woeffray, “el Frankenstein urbano que hoy conocemos como el AMBA”.

Una interesantísima charla se produjo cuando presentó su trabajo en el Aula Magna de la UTN uruguayense. Entre un público numeroso, lo escuchaban con atención funcionarios municipales y provinciales de diferentes extracciones, periodistas de influencia en la comunidad, autoridades académicas y docentes, profesionales y estudiantes.

Portada del libro.

Allí planteó la necesidad de crear conciencia sobre este problema y, a partir de ella, construir la consecuente unidad en el reclamo de toda la provincia. Para eso se precisa llamar la atención de sus dirigencias más allá de etiquetas partidarias, y desembocar en el reclamo de un referendum, una consulta popular (como las prevén tanto la Constitución Nacional como la Provincial).

Esa es la pelea que podría dar fin a este despojo. Porque no es necesario, como bien dice el Bocha, darla como Artigas, Ramirez, Urquiza y López Jordán, con tacuaras y facones y a caballo. Tenemos otras herramientas.

Lo que no podemos hacer, argumenta con convicción, es dejar de dar esa batalla. Solo así estaremos a la altura de quienes nos precedieron.

¿Quién es Woeffray?

Elbio Miguel Woeffray, Bocha para sus amistades, es ingeniero electromecánico y laboral (UTN-FRCU); profesor en Disciplinas Industriales (UTN FRCU); magister en Calidad, Medio Ambiente y Energías Renovables (EFI, Madrid); cursa un Magister en Energías Renovables versión Biomasa. Es autor de varias publicaciones, algunas técnicas como el Manual de cálculos para el diseño de plantas de faena avícola (Eduner, 2021) y otras sobre temas históricos como El río de los jesuitas (El Miércoles, 2020), El Supremo: Francisco Ramirez y la República Federal Entrerriana (edición del autor, 2020) y Santo Domingo Soriano, el misterio de su fundación (edición del autor, 2022).

 

(*) Artículo publicado este jueves 21 de diciembre en la edición gráfica Análisis de Paraná.

 

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