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Se viene la "guerra del agua"

Especialistas advierten sobre los riesgos que acechan al Mundo por la escasez del recurso que hoy ya afecta al 25% de la población global. Aseguran que en poco tiempo podrían desatarse conflictos bélicos en varias regiones. ¿Cuáles son las zonas más complicadas?

Por GABRIEL MICHI (*)

Dos tercios de la Tierra es agua. Pero la mayor parte de ella no es potable. Y encima el uso desmedido y el despilfarro de la que sí lo es, sumado a la contaminación humana y al impacto del cambio climático con sus furibundas sequías, está potenciando un verdadero problema a escala planetaria. Un drama en el presente pero que se proyecta como algo mucho más terrible en el futuro: la falta de este recurso indispensable e irremplazable puede llevar incluso a que exploten guerras por él.

Hoy hay alrededor de 2.000 millones de personas, un 25% de la población mundial, que habita en regiones donde la escasez de agua es una realidad. Además, 3.600 millones no tienen acceso a un saneamiento seguro, una problemática que se está discutiendo en Nueva York, en el marco de la Conferencia del Agua 2023. Lo que es aún más grave: el cuadro parece agravarse día a día.

Según la organización Water Peace and Security (WPS) es fundamental atender de manera urgente esta problemática porque millones de personas de regiones "poco atendidas" podrían enfrentarse pronto a conflictos violentos por el agua.

La WPS -que reúne asociaciones de todo el Mundo que sigue con suma atención el tema- desarrolló un sistema de "alerta temprana" que sirve para detectar y advertir sobre los peligros inminentes. Con esa herramienta detectaron que hay varios países corren un alto riesgo de conflicto por los recursos incluso durante este año. Para llegar a esa conclusión entrecruzaron datos donde se toman en cuenta factores medioambientales, políticos y sociodemográficos.

Según Susanne Schmeier, coordinadora de WPS, "el mundo no está escuchando. Los riesgos relacionados con el agua no reciben la atención que deberían. Tal vez lo hagan durante un breve momento, por ejemplo, con las inundaciones de Pakistán. Pero en las diversas crisis a las que se enfrenta el mundo, el agua no suele ocupar un lugar destacado de la estrategia".

En el dramático diagnóstico que trazan los especialistas advierten que la sequía puede causar, entre otros fenómenos, inseguridad alimentaria y obligar al desplazamiento forzado a millones de personas. Y allí comienzan otros conflictos porque aparecen tensiones que pueden generarse entre poblaciones que antes convivían sin mayores percances, desatando enfrentamiento por esos recursos que faltan. Y despertando odios, pujas encarnizadas y hasta caídas de gobiernos y guerras.

La herramienta de "alerta temprana" desarrollada por la WPS estima la probabilidad de violencia en zonas vulnerables. Desde su lanzamiento en 2019 "ha plasmado el 86% de los conflictos futuros, pronosticando con éxito más de nueve de cada diez 'conflictos en curso' y seis de cada diez 'conflictos emergentes'".

Obviamente las responsabilidad principal es de los gobiernos y, en particular, los de las grandes potencias, como también las grandes empresas que contaminan o usan desmedidamente este recurso fundamental e indispensable. Pero también cada ciudadano puede colaborar con su "granito de arena" con pequeñas acciones para ayudar: por ejemplo, reduciendo su consumo de agua y la producción de residuos.

Además, la importancia de este instrumento es que no sólo centra su atención en aquellos lugares del "Primer Mundo" en los que este tipo de tragedias acaparan las miradas de la prensa internacional (como ocurrió en lo últimos tiempos con las sequías en Europa y California) sino que lo hace en todo el Mundo y, en especial, en aquellos lugares que sufren un problema ya crónico de escasez extrema de agua.

"Son regiones áridas y semiáridas que llevan mucho tiempo luchando contra la falta de agua, pero que el cambio climático está empeorando. Unido a muchos otros factores que pueden provocar conflictos entre diferentes grupos de usuarios del agua, diferentes provincias o, en algunos casos, países enteros", sostiene Schmeier.

Zonas que pueden estallar 

Según los datos recogidos por la WPS las zonas más afectadas por las consecuencias directas o indirectas de esta falta de agua son: Kenia, Etiopía y Somalia; Sudáfrica; Irak; Irán y Afganistán; y Pakistán y la India.

En el caso de Kenia, Etiopía y Somalía su situación se agravó porque enfrentan la cuarta temporada de sequías y, encima, la guerra en Ucrania redujo las importaciones de cereales, lo que llevó a que casi 20 millones de personas de esa zona estén en riesgo de desnutrición. Según WPS la probabilidad de que continúen conflictos o surjan otros nuevos en la región "es alta".

En el extremo sur del mismo continente también Sudáfrica se enfrenta a un extenso período de sequías, a tal punto que se habla de la inminencia de la llegada del temido "Día Cero", una dramática metáfora para describir el momento en que deje de salir agua de las canillas de los habitantes. Eso ocurre tanto en la Bahía Nelson Mandela como en toda la provincia del Cabo Oriental que atravesó una descomunal sequía entre 2015 y 2020, algo que reapareció a finales de 2021, lo que lleva a que miles de habitantes tengan que hacer largas colas para conseguir algún bidón de agua. También en Sudáfrica en riesgo de conflicto es "alto", según los especialistas.

En tanto en Irak, además de una situación muy difícil desde lo político, la escasez de agua se nota particularmente en la baja de los ríos Tigris y Éufrates, de los que dependen millones de personas. Y esa pérdida de nivel se vio reflejada por ejemplo en mayo del año pasado, cuando su cauce había descendido un 60% en comparación con el año anterior. Eso llevó al Ministerio de Agricultura a tener que reducir a la mitad los cultivos en las zonas de regadío. Y también hizo que las autoridades iraquíes le supliquen a Turquía e Irán que liberen más agua río arriba, algo que no ocurrió. Este cuadro de situación ya llevó a un enfrentamiento armado hacia dentro de Irak cuando el julio de 2022, trabajadores de las aguas subterráneas fueron atacados en la provincia de Mutana.

Por su parte, la tensión entre Irán y Afganistán creció en los últimos tiempos al ritmo de la poca agua del río Helmud, que comparten. En Afganistán, donde la situación se vuelve más compleja por el aislamiento internacional que sufre el país desde el retorno de los talibanes al poder, más del 90% de la población carece actualmente de alimentos suficientes, lo que se traduce en una brutal crisis humanitaria.

En el caso de Pakistán y algunas zonas de la India, que fueron noticia por inundaciones como nunca se habían visto en 2022 y también enfrentaron una ola de calor "sin precedentes", la falta de cosechas llevó a tomar medidas drásticas. Las autoridades de la India, por ejemplo, prohibieron las exportaciones de trigo, algo que potenció la inseguridad alimentaria de sus vecinos, algo que agrava la situación de tensión preexistente en su frontera con Pakistán. Allí la posibilidad de un nuevo conflicto por el agua se monta sobre un clima de conflictividad que lleva años.

 Qué puede hacer el mundo

Según Susanne Schmeier, coordinadora de WPS, si bien el escenario es muy complejo, no todo está perdido. "Intento ser optimista. Porque creo que la situación nos obliga a colaborar. Nos obliga a idear nuevas formas de prevenir conflictos, inventar nuevas tecnologías y reducir la pérdida de agua. Creo que hay que dar muchos pasos. Empieza con la concienciación desde el individuo hasta los Gobiernos de la comunidad internacional", señala Schmeier.

Y en eso, obviamente las responsabilidad principal es de los gobiernos y, en particular, los de las grandes potencias, como también las grandes empresas que contaminan o usan desmedidamente este recurso fundamental e indispensable. Pero también cada ciudadano puede colaborar con su "granito de arena" con pequeñas acciones para ayudar: por ejemplo, reduciendo su consumo de agua y la producción de residuos. A la ciencia y a la industria le queda encontrar herramientas para aumentar la eficiencia agrícola con nuevas tecnologías de riego y cultivos adaptables. Y, por supuesto, frenar la destrucción del medio ambiente y la sobreexplotación de las tierras para que no se conviertan en verdaderos desiertos. Si no se hace todo eso, entonces habrá que afrontar un escenario catastrófico. Un escenario donde se desatará la "guerra del agua".

(*) Artículo publicado en Mundo News. Se reproduce por gentileza de su autor.

 

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