Algunas reflexiones e interrogantes después de la elección bonaerense que el gobierno, en su infinita torpeza, convirtió en un plebiscito nacional en el que resultó duramente abofeteado.
Por A.S. de EL MIÉRCOLES
La Argentina sigue siendo aquel monstruo de cuerpo escuálido y desarticulado pero con una cabeza gigantesca del que hablaron las figuras más lúcidas del siglo XX. Agravado todo por múltiples razones, pero sigue siendo eso.
Por eso todo el país estuvo pendiente de la elección de concejales y legisladores provinciales de este domingo en la provincia de Buenos Aires, su "cabeza de Goliat". Y no solo porque el Gobierno nacional, en su torpeza, nacionalizó una elección donde no tenia nada para ganar y todo para perder. (Torpeza, porque convirtió en un plebiscito sobre su fatídica gestión lo que originalmente debió haber sido, como cualquier elección de legisladores provinciales y locales, un plebiscito sobre la gestión de esos municipios y de esa provincia).
Los "geniales" estrategas de este grupito de delirantes y estafadores que nos gobierna se pegó un tiro en el pie con su incapacidad para conectar con la realidad.
Creo que la mayoría de quienes vivimos en la Argentina nos alegramos en la noche del domingo, aunque no todos por quién ganó, sino sobre todo por quién perdió.
Y en el contexto del resto, es decir ampliando el panorama, en realidad, es una provincia más en la que el mileísmo fue duramente derrotado en lo que va del año electoral. El domingo anterior había sido en Corrientes, donde el gobierno salió cuarto. Ahora fue en Buenos Aires, donde el oficialismo provincial encabezado por Kicillof lo aplastó, le sacó trece puntos.
A mí me parece muy positivo que este gobierno nacional nefasto reciba mensajes claros en rechazo a sus políticas inhumanas y repetidas. Y ojalá sirviera para que revise tanto sus formas de mierda, como su fondo funesto. Pero ya sabemos que no. Son eso que se ve. Como en la fábula del escorpión. No pueden ser otra cosa.
Desprecian al pueblo, desprecian a las personas con discapacidad, desprecian a quienes laburan y a quienes producen, desprecian a quienes investigan, desprecian a jubilados y a quienes educan, desprecian a artistas y a quienes laburan en salud pública, desprecian a quienes no conciben la vida con sus parámetros inhumanos, a quienes creen que el pan se gana trabajando, no estafando, haciendo dinero con dinero (la inmoralidad más grande que existe en economía, la especialidad de financistas acá, allá y en todas partes y desde que existen el dinero y las finanzas: "ave de pico encorvado / le tiene al robo afición", dice Fierro). Además, son malas personas.
Por eso son capaces de decir cosas como "les gusta c4g4r en un balde" y otras tilingadas tìpicas del racismo social que les gobierna el cerebro.
... en este panorama no hay nadie, ningún liderazgo entre esos gobernadores "ganadores", en condiciones de conformar por sí solo un horizonte alternativo. La incipiente coordinación entre gobernadores ("Provincias Unidas") se presenta más como un recambio "prolijo" del gobierno actual que como una opción alternativa, capaz de ofrecer otro modelo.
Ahora bien: que la derrota sufrida por Milei y su runfla funesta permita alentar una esperanza de alternativa, es algo muy distinto. Y está muy lejos de verse.
La abrumadora mayoría de las personas en este país, esas mismas que laburan todos los días de verdad, no quiere vivir como se vive en la provincia de Buenos Aires (o más precisamente el AMBA, que es el verdadero "centro" del país).
Y aunque no sepan bien por qué, a esa mayoría no le parece que el camino sea ese modelo (que desde hace décadas exhibe a la vez producción industrial y pobreza inédita; el 33 % del PBI y el 40% de la recaudación, y a la vez la mayor desigualdad; dirigentes eternizados y con fortunas que no pueden explicar, ni siquiera la que declaran legalmente, con cumbres como el sistema de robo institucionalizado en la Legislatura o el descaro de un Insaurralde; precariedad y hacinamiento en barrios donde vive más gente que en varias provincias sumadas, y a la vez contaminación, extractivismo y concentración de la tierra en pocas manos; pero eso sí, todo ello con un relato que habla, también desde hace décadas, de progresismo, justicia social y defensa de derechos).
Creo que uno de los datos de las elecciones provinciales que se vienen dando es la multipolaridad que parece haber llegado para quedarse en la Argentina invertebrada, desarticulada, donde (supongo habrán notado ese detalle) en cada provincia ganó cada oficialismo provincial.
Hasta acá lo que nuestros compatriotas de cada lugar hicieron no fue otra cosa que ratificar a sus mandatarios provinciales (en Buenos Aires, además, aprovecharon para mandarle un claro mensaje a los delirantes de LLA: no, no queremos esto).
Pero quiero decir: en este panorama no hay nadie, ningún liderazgo entre esos gobernadores "ganadores", en condiciones de conformar por sí solo un horizonte alternativo. La incipiente coordinación entre gobernadores ("Provincias Unidas") se presenta más como un recambio "prolijo" del gobierno actual que como una opción alternativa, capaz de ofrecer otro modelo.
Kicillof, que apostó fuerte desafiando a su propia mentora y ganó, tampoco parece en condiciones de hacerlo. Rodeado y condicionado por quienes lo acompañaban en el escenario, está muy lejos de ser la figura que convoque a un proyecto alternativo, que dé expectativas a quienes no quieren esto, a quienes empezaron a desilusionarse (y por eso ni fueron a votar) y a quienes tampoco quieren lo anterior. Kicillof aparece en los estudios como el político de mejor imagen (entre 38 y 40 por ciento, sumando "buena" y "muy buena"), pero al mismo tiempo tiene una alta imagen negativa (entre 51 y 55 por ciento, sumando "mala" y "muy mala"; Atlas, TresPuntoZero).
Sigue habiendo un tercio de compatriotas que bancan a Milei, y un tercio que creen en Cristina; pero ambos se aproximan a los dos tercios que ya no los soportan (aunque, claro, no son las mismas personas). Y si hasta hace poco estuvieron dispuestos a darle una oportunidad (con Alberto Fernández), ya no parece que haya chances de darle otra; y (aunque no sean las mismas personas) ¿en cuánto tiempo más habrá dos tercios que no quieran seguir soportando a Milei y su gobierno esperpéntico? Y en ese caso, con el Congreso en contra, con los gobernadores en contra, ¿cuánto duraría?
Y en esas condiciones ¿se vendrá el recambio para que el establishment siga adelante con su plan de "restauración neoliberal" en la Argentina? Y entonces ¿cuál de todos los mandatarios ratificados en estas elecciones provinciales será el elegido para seguir (pero de manera prolija y sin insultos) reconfigurando esta nueva era?
Un montón de preguntas que me hago, en un tiempo donde son muchas más que las posibles respuestas.
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