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VEINTE AÑOS DE EL MIÉRCOLES

De vuelta al Río de los Pájaros (2006)

En esta nota del 15 de marzo de 2006 del semanario El Miércoles contábamos (en pleno auge del conflicto por las papeleras) una serie de eventos y estudios ambientales desde fines de los '80, y el trabajo conjunto de municipios de ambas márgenes del Uruguay que derivaron en un acuerdo firmado en 1992. Fue a causa de la preocupación por los "graves" problemas ambientales del río. Los que se sufrían y los que se preveían -con una precisión asombrosa-, a pesar de que todavía no se padecía el modelo sojero. Por ello se creó un organismo que los vinculaba para trabajar al respecto y en el desarrollo sustentable, algo que después no sucedió.

 

En aquél número 206, poco más de 14 años atrás, se abordaban encuentros que se habían ido desarrollando entre 1988 y 1992 -y que posteriormente no siguieron encarándose- por 12 municipios de la costa del Uruguay (entre los que estaba el de La Histórica, anfitriona del encuentro en ese último año), en la búsqueda de que siguiera siendo el Río de los Pájaros. Es que ya se advertía (en 1992) la situación de "grave contaminación" que se cernía sobre el río, y por lo que se había elevado un informe a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Y todo se debía a que, en nuestra región, "el sentimiento de afecto y permanencia hacia el río es muy grande". "Es muy difícil encontrar tanto apego con un recurso natural, más si consideramos su carácter internacional (...) La naturaleza diferente (de los habitantes de los distintos países que recorre el río) no cambia el amor de los lugareños hacia el río compartido y aquellos que deterioraron sus aguas (...) añoran épocas felices y ansían retornar a ellas", explicaban los intendentes al fundar el Comité de Planificación y Gestión (CPG), luego de escasa vida.

Así, compartiendo con nuestros lectores algunas de las más relevantes notas publicadas durante dos décadas, celebramos los 20 años de Miércoles, que se cumplen en este 2020.

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Si bien hoy parece algo muy difícil de lograr, hace más de una década muchos de los intendentes de la cuenca del río Uruguay se juntaron preocupados por el medio ambiente y en pos del desarrollo de la región. Incluso crearon organismos para trabajar esos temas. Luego, gestiones mediocres y cortoplacistas abandonaron esos lineamientos. En la actualidad, el conflicto por las pasteras realza la necesidad de hacer resurgir estas iniciativas. En esta primera nota, la historia de esos intentos y algunos posibles ejes para el futuro.

 

Por MARTÍN BARRAL Y AMÉRICO SCHVARTZMAN

 

La nota sobre la Ucronía del río Uruguay, publicada en el suplemento especial de los Seis Años de El Miércoles, tuvo algunas repercusiones interesantes. En esa nota se desarrollaba una idea tentadora partiendo de una información absolutamente cierta. En 1992 los municipios de ambas márgenes del río Uruguay –entrerrianos y orientales– firmaron un acuerdo de integración con el eje puesto en dos cuestiones: la preocupación por el estado del río y el desarrollo sustentable de la región. Por ese convenio inicial, el «Acuerdo de Concepción del Uruguay», comenzó a funcionar un organismo que recibió el nombre de Comité de Planificación y Gestión (CPG), conformado por 12 municipios, que ese mismo año elevó un informe a la Organización de las Naciones Unidas acerca de la situación de «grave contaminación» que se cernía sobre el río. De haber continuado en actividad ese organismo, otra sería la realidad del presente. En los documentos elaborados por el CPG hace 14 años se anticipaban problemas de notable actualidad para el cuidado del río Uruguay: el deficiente tratamiento de efluentes cloacales, los desechos industriales altamente contaminantes, el desarrollo de industrias «sanas», la escasa (o nula) planificación de complementación productiva de la región...

La pregunta que originó la Ucronía fue: ¿estaríamos hoy peleando por las pasteras si este acuerdo pionero se hubiera ratificado como política de Estado? La respuesta fue un ejercicio de política ficción, que a partir de ese hecho histórico imaginó un presente alternativo, distinto al actual.

Pero la nota también disparó otras reacciones. Entre otras, que el ex diputado nacional Hugo Cettour se acercara hasta El Miércoles para aportar más material al respecto. El médico uruguayense (un poco en broma, mucho en serio) se preocupó por aclarar que había sido pionero en esos temas. Como director de Medio Ambiente de Concepción del Uruguay –entonces bajo la intendencia de Carlos María Carita Scelzi–, Cettour había sido quien decidió la clausura de la empresa Cersa. Sí, la Curtiembre Entre Ríos Sociedad Anónima, que contaminó con sus efluentes, especialmente cromo, el Arroyo de la China, provocando que su estado aún hoy siga siendo calamitoso. Como consecuencia del volcado de sus desechos, Cersa provocó además la reacción indignada del entonces propietario del diario La Calle, Ricardo Sáenz Valiente, a través de una serie de notas durante meses: la curtiembre le estaba arruinando su preciada posesión, la estancia Santa Cándida, y eso motivó un llamativo ecologismo oligárquico, como lo definió entonces el periodista Aníbal Gallay en la revista concordiense Panza Verde.

 

"El sentimiento de afecto y permanencia hacia el río es muy grande (...) Es muy difícil encontrar tanto apego con un recurso natural, más si consideramos su carácter internacional (...) La naturaleza diferente (de los habitantes de los distintos países que recorre el río) no cambia el amor de los lugareños hacia el río compartido y aquellos que deterioraron sus aguas (...) añoran épocas felices y ansían retornar a ellas".

 

Pero más allá de las motivaciones de Sáenz Valiente, lo real es que ese episodio, a fines de los 80, provocó que en Concepción del Uruguay se generara una conciencia de los problemas medioambientales expresada en diferentes iniciativas. El Movimiento en Defensa del Medio Ambiente (Modema) no fue ajeno a ellas, y no debió pasar mucho más para que empezaran las advertencias acerca del estado del río.

Poco tiempo después, esas iniciativas se concretaron en convocatorias más amplias y serias. Así se llegó a la conformación de la Comisión Intermunicipal de Medio Ambiente del Río Uruguay (Cimaru), que en 1988 organizó las primeras Jornadas Regionales de Medio Ambiente, en noviembre de ese año y en conjunto con las tres universidades con sede en ciudad: la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU), la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER) y la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

A partir de entonces la actividad se multiplicó. Al año siguiente, además de las Segundas Jornadas Regionales, se le agregaron seminarios y encuentros, siempre en base a esa temática. Al revisar las publicaciones y documentos elaborados a partir de esos encuentros, sorprende encontrar siempre los mismos temas, aún irresueltos y más actuales y trascendentes que nunca.

 

REGIONALISMO Y SUSTENTABILIDAD

Los proyectos integradores enumerados aquí tienen una vigencia que, tal vez, otros temas anticipados tantos años antes no poseen. Si bien el conflicto generado a raíz de las plantas de pasta celulósica en Fray Bentos ha enrarecido las relaciones entre argentinos y uruguayos, pasado el temblor –ya que se percibe imposible en estos momentos– estas iniciativas deberían retomarse. Más que nunca está sobre el tapete la preocupación regional (al menos en Entre Ríos) por el estado del río que nos une.

El 10 de octubre de 1988 comenzó la experiencia de la Cimaru, conformado en un principio por varios municipios entrerrianos (Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Concordia, Colón, San Salvador, San José, Villa Elisa). A éstos, poco tiempo después, se le sumaron intendencias uruguayas (Paysandú, Salto y Fray Bentos).

"Ya a fines de los 80 la Cimaru, tomando como base estudios propios y recabados de diferentes fuentes, hacía especial hincapié en el grave problema ambiental que sufría el río Uruguay".

Un ejemplo de las preocupaciones que llevaron a la formación de este órgano, es lo que expresaba su carta constitutiva: «Esta comisión cree que la humanidad puede construir un futuro que sea más próspero, más justo y más seguro, con una nueva era de crecimiento económico que ha de fundarse en políticas que sostengan y amplíen la base de recursos del medio ambiente (...) Que ha llegado la hora de tomar las decisiones necesarias para asegurar estos recursos que permitan sustentar a la presente y futuras generaciones». También hacían notar especialmente que «nuestra región se halla en una localización geopolítica de vital importancia».

En su declaración de principios, la Cimaru manifestaba que, por su intermedio, se debían «proponer nuevas formas de cooperación intermunicipal e internacional, a través de municipios hermanos, y el trabajo en objetivos comunes». Asimismo, auxiliar «municipios con situaciones conflictivas particulares y actuar como organismo asesor en los que sea requerido».

La Cimaru también pretendía promover «la participación de organismos privados del tipo ambientalista en procura de logros comunes», y alentar la participación popular en las decisiones que afectasen al medio ambiente.

Esta comisión llegó a lograr la participación de otros municipios, como los brasileños Sao Borja, Itaquí y Uruguayana y el correntino Monte Caseros. Pero lo que fueron buenas intenciones y una excelente idea de democracia interregional quedaron en el camino.

Poco tiempo más tarde, el 22 de febrero de 1992 tuvo su origen otro intento por regionalizar las decisiones y los problemas del río: el Comité de Planificación y Gestión (CPG) que integraba a los municipios de la costa del río Uruguay. Éstos eran originalmente 12. Por Entre Ríos: Chajarí, Federación, Concordia, San José, Colón, Concepción del Uruguay y Gualeguaychú. Por la Banda Oriental: Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro y Soriano.

El sentido del CPG, según los mismos jefes comunales, era que en la región «el sentimiento de afecto y permanencia hacia el río es muy grande (...) Es muy difícil encontrar tanto apego con un recurso natural, más si consideramos su carácter internacional (...) La naturaleza diferente (de los habitantes de los distintos países que recorre el río) no cambia el amor de los lugareños hacia el río compartido y aquellos que deterioraron sus aguas (...) añoran épocas felices y ansían retornar a ellas». Por estas razones, «doce intendentes del Bajo Uruguay, que han captado el sentimiento de sus pueblos, están preocupados y han decidido hacer causa común (...) No podemos darnos el lujo de destruir un recurso natural con tan alto sentido histórico y afectivo, que además posee un potencial económico importantísimo».

Con el tiempo, este emprendimiento también se diluyó.

 

ANTICIPANDO PROBLEMAS

Ya a fines de los 80 la Cimaru, tomando como base estudios propios y recabados de diferentes fuentes, hacía especial hincapié en el grave problema ambiental que sufría el río Uruguay y emitía un informe detallando las causas del mal estado del agua. La contaminación de los cursos hídricos (el río y sus afluentes), el inadecuado tratamiento de los residuos, de los sistemas cloacales y los asentamientos industriales eran los graves problemas ya en esa época. Por esto, la Cimaru manifestaba la posibilidad de «concretar una planificación regional que tienda al mejoramiento de la zona». En el mismo sentido, se proponía «unificar criterios tendientes a lograr un desarrollo armónico entre el hombre y el medio ambiente integrando los esfuerzos».

"Al revisar las publicaciones y documentos elaborados a partir de esos encuentros, sorprende encontrar siempre los mismos temas, aún irresueltos y más actuales y trascendentes que nunca".

«Hay una acción conjunta que es necesaria por parte de los tres países (Brasil, Argentina y Uruguay), que pretende dar soluciones a los problemas derivados del maltrato humano al río», le comentaba a Página/12 Cettour, el primer presidente de la comisión, en 1991.

Unos años después, el CPG también se ocupaba del (cada vez más acuciante) tema de la contaminación del río. En un relevamiento de mayo de 1993, se explicaba que el agua del Uruguay era de mala calidad debido a la deforestación en Brasil, a los agroquímicos que se utilizaban en la agricultura, a la extracción del agua para riego, a Salto Grande, a las descargas cloacales («Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que el 80 por ciento de las ciudades de la cuenca no posee ningún tipo de tratamiento»), a la disposición de los basurales de los municipios costerosy a las descargas industriales (sobre todo fábricas de pasta de celulosa,curtiembres y frigoríficos).

Aunque los estudios tienen una antigüedad de más de una década, los problemas siguen siendo los mismos, pero agravados. Problemas que –seguramente– hubieran podido revertirse hace varios años si estos organismos de participación regional hubieran sido alentados correctamente.

Estas comisiones, donde era protagonista la unión de municipios fronterizos y vecinos, aparecía como la más eficaz respuesta a los problemas regionales, ya que los decisores nacionales de cada país, por su lejanía, demoran las soluciones (cuando no son equivocadas), sin márgenes ni tiempo para revertirlas.

 

PROPUESTAS A FUTURO

La formidable movilización protagonizada por el pueblo de Gualeguaychú primero –y por buena parte de los entrerrianos después– ha generado un nuevo estado de conciencia sobre la problemática ambiental, del que sin duda carecíamos colectivamente hasta hace escaso tiempo. Por eso es tiempo de advertir que no alcanza con controlar a los emprendimientos actuales o impedir que se instalen nuevos. Se requiere una nueva agenda en la región, en la que no deberían faltar puntos como los siguientes:

 

- La reformulación de la Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU) que debe dejar de ser el «botín político» que definió el gobernador Jorge Busti (más allá de qué responsablidad le cabe a él en haber creado ese botín), para transformarse en un ente democrático, transparente y trinacional (incorporando a Brasil, en cuyo territorio se encuentra el recorrido de dos tercios del curso de agua).

 

- La creación o recuperación de entes integradores binacionales o trinacionales, como lo fue el Comité de Planificación y Gestión o un Consejo Económico y Social del Río Uruguay, que instituya la participación concreta de las comunidades de ambas márgenes del río, para coordinar políticas regionales, modelos de desarrollo y protección de los recursos compartidos.

 

"En un relevamiento de mayo de 1993, se explicaba que el agua del Uruguay era de mala calidad debido a la deforestación en Brasil, a los agroquímicos que se utilizaban en la agricultura, a la extracción del agua para riego, a Salto Grande, a las descargas cloacales, a la disposición de los basurales de los municipios costerosy a las descargas industriales".

 

Sin la existencia de estas herramientas, seguiremos sin tener ningún control sobre buena parte de los 1700 kilómetros que recorre el río, y lo seguiremos convirtiendo en la «cloaca a cielo abierto» que viene en camino de ser a causa de la carencia absoluta de políticas de Estado pensadas desde la región hacia las capitales y no a la inversa.

El material entregado a los intendentes

En la reunión realizada el viernes pasado entre los intendentes de ambas márgenes del río, este semanario puso a disposición del Municipio local, anfitrión del encuentro, una carpeta con copias de los aspectos principales de esta documentación, que registra los avances producidos entre fines de la década del 80 y comienzos de los 90 por los municipios de la región del río Uruguay en materia de integración regional y cuidado del medio ambiente. El objetivo era que se le hiciera entrega a cada jefe comunal presente, para que al menos supiera de la existencia de esos antecedentes. Así, en la carpeta se incluyeron copias de:

- el Plan de Trabajo hacia la integración de los Municipios ribereños de Argentina, Uruguay y Brasil, de enero de 1990 (el facsímil de la portada se puede ver en la página 3 de este semanario);

-el Acuerdo de Concepción del Uruguay, la Carta del Río Uruguay a la comunidad internacional, datos sobre el río Uruguay y actas firmadas en Paysandú, fechadas entre enero y marzo de 1992;

-el Informe del Comité Binacional de Planificación y Gestión a la Conferencia de Medio Ambiente de las Naciones Unidas (ECO92), de mayo de 1992 (con mapas y cuadros técnicos) (el facsímil de la portada se aprecia en página 3);

-Publicación oficial del Comité de Planificación y Gestión de los Municipios Integrados del Río Uruguay de mayo de 1993 (la portada se puede ver a la izquierda en esta misma página).

Esos materiales fueron entregados. Es de esperar que, cuando pase el conflicto actual, haya voluntad para retomar ese camino que el viento se llevó.

 

 

 

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