Falleció esta madrugada a los 87 años el destacado historiador y docente entrerriano, autor de la más completa historia de la ciudad que lo vio nacer, así como de investigaciones ineludibles sobre el pasado entrerriano y argentino. Era miembro de la Academia Nacional de la Historia desde hace cinco décadas y había recibido innumerables reconocimientos, entre ellos era Ciudadano Ilustre de Concepción del Uruguay. Aquí una reseña sobre su fructífera vida, y las palabras de algunos historiadores que, además, fueron sus alumnos.
Por AMÉRICO SCHVARTZMAN
“La pasión en la historia es muy mala consejera. Un historiador no puede apasionarse, porque la pasión lo lleva a ser parcial, la pasión lo lleva a perder objetividad. El historiador no puede ser nunca totalmente objetivo, pero sí tiene que tratar de ser lo más objetivo posible. Esa es una máxima: el que quiera ser buen historiador tiene que tenerla permanentemente en cuenta. Si uno se enamora de un personaje, esa historia va a adolecer de defectos”. (Oscar Urquiza Almandoz, en diálogo con El Miércoles, septiembre de 2000).
A los 36 años se convirtió en el miembro más joven de la Academia Nacional de la Historia. Pero además de la pasión por el pasado –heredada de su madre, según contó en una sabrosa entrevista con El Miércoles hace 18 años–, Oscar Fernando Urquiza Almandoz había estudiado Letras en el Instituto Mariano Acosta en Buenos Aires y Derecho en Santa Fe. Al estilo de los antiguos sabios, era un cultor de varias disciplinas en el campo de las humanidades.
Autor de decenas de libros y centenares de artículos, sus obras más reconocidas son la “Historia de Concepción del Uruguay”, editada por la Municipalidad de Concepción del Uruguay en 1983, al cumplirse el segundo centenario de la fundación de la ciudad–; la “Historia económica y social de Entre Ríos (1600-1854)”, editada en 1978 por el BUL, “La cultura de Buenos Aires a través de su prensa periódica 1810-1820”, de Eudeba, y “La cuestión capital en la provincia de Entre Ríos”, que forman parte de las investigaciones que alumbraron diferentes períodos de la vida entrerriana y argentina.
Recibió premios de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la propia Academia, y textos suyos fueron publicados también por universidades del exterior, entre ellas la Universidad de Kansas, de los EE.UU.
En la entrevista con El Miércoles, Urquiza Almandoz contó que cursó sus primeros estudios en la escuela Bezi y en la Escuela Normal, donde obtuvo el título de maestro. «A los 21 años ingresé como profesor de historia y literatura en el histórico Colegio del Uruguay”, donde ejerció la docencia durante cuarenta años. El Colegio lo homenajeó al ponerle su nombre al Archivo Histórico. También trabajó en el profesorado, donde formó a generaciones de docentes e investigadores de la historia local, y en universidades locales, entre ellas en la Universidad de Concepción del Uruguay que lo nombró Doctor Honoris Causa. En 1996 la Municipalidad lo designó “Ciudadano Ilustre”.
Era miembro de la Academia Nacional de Historia: “Estar en esa institución rectora de la Historia Nacional, una de las más prestigiosas de América, y haber ingresado a una edad muy poco usual, es una de mis más grandes satisfacciones. Fui elegido académico en 1968, cuando tenía 36 años. En ese momento y por varios años fui el académico más joven del país, lo cual constituye para mí una doble satisfacción y un doble orgullo”, había contado en la entrevista.
También integraba la Academia Sanmartiniana, la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, el Instituto Bibliográfico Antonio Zinny y las Juntas de Estudios Históricos de las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. Su obra es ampliamente reconocida y citada por diferentes investigadores, y era un frecuente colaborador de las publicaciones de la Academia, así como de medios periodísticos de la ciudad, la región y el país: son innumerables sus artículos sobre temas históricos, siempre ligados al mejor conocimiento del pasado común. Recibió premios de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la propia Academia, y textos suyos fueron publicados también por universidades del exterior, entre ellas la Universidad de Kansas, de los EE.UU.
Su obra cumbre, la historia de la ciudad, en tres tomos, tuvo recientemente su tercera edición, impulsada por la Municipalidad de Concepción del Uruguay. Precisamente el mes pasado se hizo entrega de los nuevos ejemplares a diferentes instituciones de la ciudad. En esa ocasión, el intendente José Lauritto destacó la obra a la que definió como “un homenaje a quienes ayudaron a construir la grandeza de una ciudad que contribuyó con los mayores caudillos de Entre Ríos”. Allí el profesor Orlando Busiello dijo que la Historia de Concepción del Uruguay “está escrita con la solvencia intelectual de todas las cosas que realizaba el profesor Urquiza Almandoz”. Y el hijo del historiador, Oscar Urquiza, recordó a su padre “rodeado de documentos, libros y hojas, tipeando en su máquina de escribir en su escritorio… no descansaba nunca, estaba escribiendo su obra maestra. Luego comprendimos que ese libro era su legado para la ciudad que tanto ama”.
En efecto, en el prólogo de su trabajo, Urquiza Almandoz dice que “estas páginas son fruto de un acto de amor”, del “íntimo deseo de devolver aunque en mínima parte, algo de lo mucho de bueno que he recibido de mi pueblo”. Quizás por eso cedió desde el primer momento, con total convicción, los derechos para que la obra pudiera ser editada y reeditada cuanto fuera necesario, e incluso autorizó, más de diez años atrás, a la Logia Masónica de Concepción del Uruguay a subir a internet en forma totalmente gratuita los tres tomos de su “Historia de Concepción del Uruguay”.
VILLANOVA: “SU OBRA ES IMPRESCINDIBLE”
El historiador Jorge Villanova dijo a este medio que “con Urquiza Almandoz se va tal vez el último de los representantes de los Cursos del Profesorado de la Escuela Normal, y con él una forma de ver y entender la historia. Como formador tuvo la amplitud, aun estando enrolado en la corriente liberal, de exponer permanentemente posiciones antagónicas a las suyas y confrontar con ellas”.
“Se dirá que su obra es la más importante en el rescate de la historia de la ciudad, y es así. Buscador minucioso de pequeñas y grandes historias. Escribió muchísimo y se sabe, sobre el período urquicista, pero también rescató otras historias, como la de Bartolomé Zapata o los turbios manejos del general Mansilla en la gobernación de la Provincia. Situaciones de los que no se hablaba, o nadie comentaba. Su ‘Historia Económica de Entre Ríos’ es imprescindible para cualquier estudio serio. Su ‘Historia de Concepción del Uruguay’, fue un enorme esfuerzo de dedicación personal, y es real que para quienes orillamos por otros lados, no deja de ser fuerte de consulta”.
“Por último, Urquiza Almandoz fue un divulgador, un enorme divulgador. Columnas y columnas en los diarios locales, en la revista Ser, en El Mirador del Histórico, nos acercaron a la historia de la ciudad y la provincia. Allí podría hablar del sistema lancasteriano en la educación uruguayense o el intento de colonización inglesa de Beaumont, hasta la pérdida de la capitalidad –tema sobre el cual también dejó un libro más que interesante– o la desolación causada por la fiebre amarilla. Cultivador de una oratoria fina, para nada rebuscada, sabía como docente que su arma principal era la palabra, no exenta de humor, aunque su imagen de académico lo hacía parecer más formal”.
SIROTA: “DEJÓ UNA HUELLA IMPORTANTE”
Al igual que Villanova, el docente e historiador Gustavo Sirota lo tuvo como profesor en sus años de estudiante en el Profesorado y lo recordó así:
“Lo recuerdo siempre de saco y corbata, con su andar tranquilo y su cigarrillo. Y las clases, siempre impecables, tan serias como amenas, y con una rigurosidad que lo diferenciaba. Siempre destaco que teniendo una mirada muy diferente sobre la historia, en nuestra etapa de formación jamás impuso bibliografías obligatorias ni excluyó lecturas de otros autores, siempre por supuesto hablaba desde su lugar historiográfico, pero jamás invalidó a quienes mirábamos desde otro lugar la historia, y sobre todo la historia argentina”.
Marcando una faceta diferente, Sirota agrega: “A lo largo de los años tuve la posibilidad de compartir con él otros lugares, como la cancha: siempre en la platea de su querido Gimnasia, siguiendo las campañas del equipo. Y en el trato cotidiano, pasados los años, cuando uno ha intentado producir algunas investigaciones sobre temas locales, siempre nos recibió generosamente cuando fuimos a recabar información o a pedir consejo, siempre su casa estuvo abierta, con su trato amable y su disposición a aportar. Él señalaba que su historia llegaba hasta el siglo XIX, que faltaba el siglo XX, y veía con buenos ojos a quienes querían aportar en la historia local o regional del siglo XX”.
“Su ‘Historia de Concepción del Uruguay’ siempre es una fuente y se lo recomiendo a mis alumnos cuando vemos, por ejemplo, la Revolución de Mayo. Lo mismo ocurre con ‘La cultura de Buenos Aires a través de su prensa periódica’, imprescindible para quienes están en el periodismo y la comunicación. O ‘La cuestión capital en Entre Ríos’, que sigue siendo material de consulta, que tienen su sello: la rigurosidad académica, que no por casualidad hizo que fuera el académico más joven de la Argentina”.
“Creo que es una pérdida invalorable. En lo personal, el pesar tiene que ver además con el cariño significativo de haberlo tenido orgullosamente como profesor, y así siempre lo consideramos: un maestro, un profesor que dejó una huella importante en nosotros, por su calidad y rigurosidad académica, pero también por su bondad como persona”, concluyó Sirota.
"UN NOTABLE ENTRERRIANO"
El historiador Rubén Bourlot también sumó sus palabras: "Comparto la noticia de la pérdida de un notable entrerriano. Un nombre insoslayable en la historia regional, profesor imprescindible, hombre de consulta permanente, autor de la monumental Historia de Concepción del Uruguay. Mi profesor de Historia Argentina en el Profesorado, abierto al debate, equilibrado, de vasto conocimiento y oratoria amable".
Sus restos son velados en la sala 1 en Casa Cevey (Henry 596) y serán inhumados este jueves 13 de junio a las 9 de la mañana en el cementerio local. El cortejo fúnebre partirá a las 8.45.
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