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El líder es bueno, el líder es bello

Hay un juego de palabras en inglés que no tiene uso específico traducido al español. El término es "Might makes right". Algo así como "El poder siempre te da la razón" o "Ser poderoso lo hace correcto". Sirve básicamente para explicar la manera peculiar en que se construye la moral en las dictaduras y también en religiones (irónico ¿no?). Significa que lo que diga o haga el líder es moralmente bueno a partir del poder que contiene el emisor. De esta manera si un dictador, líder, o dios comete una atrocidad, no se lo considera criminal porque su posición de poder lo "salva" de ello.

 

Por JAVIER ALEJANDRO GAUNA (*)

 

Esta lamentable forma de juzgar la realidad es más común de lo que pensamos, sin ir más lejos las actuales democracias lo siguen aplicando, aunque de manera más encubierta. Tal es el caso de un partido que arrasa en las elecciones y cree que eso lo habilita a tomar medidas moralmente perjudiciales, pero que se ampara en su mayoría para imponerlas y disfrazarlas con un manto de "necesidad".

Argentina muestra en su historia muchos casos, pero para no extendernos prefiero referirme a lo más reciente y fresco en nuestra débil memoria. Cuando Cristina Fernández de Kirchner ganó su reelección con 54 por ciento de los votos, a los pocos días se descargó con una batería de medidas completamente cuestionables, entre ellas el cepo cambiario y la ley antiterrorista. Digo cuestionables porque nunca realmente se debatió el alcance y efecto sobre la población de dichas leyes.

Como este análisis pretende enfocarse en lo moral más que en lo político, vamos a revisar preferentemente este aspecto particular. Ante las protestas por las decisiones del gobierno, en su momento la respuesta oficial fue: "Si no les gusta armen un partido y ganen las elecciones". Curioso, esto significa que quien tiene el poder impone sus políticas -lo cual no está mal- pero traza una linea moral que define aquello como algo bueno sólo porque el poder de turno lo aplica, avalado incluso por la contundencia en las urnas.

Esto se refleja en el impedimento de cuestionar las medidas tanto para la oposición como en el mismo oficialismo. Tiempo después, ciertos legisladores peronistas reconocieron que votaban a favor de todo lo propuesto desde el Ejecutivo, a pesar de que no estaban de acuerdo con muchas de las leyes que trataron. Se debe a que jamás pondrían en duda la moralidad del líder. Si ella lo decía, era bueno, sin discusión. Nada tan parecido a un dogma, diría yo. Eso me recuerda un capítulo donde la familia Simpson se unía a una secta y el cántico que repetían decía: "El líder es bueno, el líder es bello. No hay voluntad, olvídate de ello".

Es una conducta personalista, de carácter mesiánico que no deja lugar a la voluntad popular, y que se ha repetido demasiadas veces con consecuencias nefastas, tanto aquí como en muchos lugares del mundo.

Lo negativo de construir la moral de un país en base a estos dictados, reside en que la manera más simplista de oponerse a ello es combatiendo ese poder, con más poder. Se transforma en un ojo por ojo que se expresa generalmente de manera violenta, y se "justifica" bajo el mismo mandato.

"La violencia mía es buena y la de ellos es mala". Imponerse por la fuerza hasta doblegar al otro, obtener poder y convertir las miserias en actos de bondad.

El ejemplo más claro se pudo ver cuando la mesa se dio vuelta, y quienes eran oposición tomaron control del gobierno. Luego de las elecciones legislativas que el Cambiemos ganó por amplia diferencia, sus funcionarios y su líder cometieron el mismo atropello que el gobierno anterior. Pensaron que el pueblo les había firmado un cheque en blanco, que los habilitaba a realizar cualquier atrocidad en nombre de un poder, que bajo los mismos parámetros, se consideraba bueno.

Quienes gobernaban antes, ahora salen a tratar de recuperar ese "poder bondadoso" ignorando voluntariamente sus crímenes cometidos, con el reclamo (justo o injusto) de que Mauricio Macri es básicamente malo. (Recuerdo nuevamente que, por cuestiones de espacio nos estamos concentrando en el argumento moral).

Para cerrar el círculo, la respuesta de Elisa Carrió, quien se autoproclama "la reserva moral de la República", dejó en evidencia que unos y otros han construido su visión de lo moral bajo el signo del "Might makes right".

Dijo a grandes rasgos: "Nosotros ganamos las elecciones, la ley se va a votar y va a salir". Lo cual puede leerse como un "se hace lo que nosotros decimos porque ganamos y si no les gusta..." Esto también intenta dar por tierra cualquier reclamo de índole moral. Ya que ella necesariamente cree que el poder la convierte en una persona buena.Y sus acciones por ende también lo son, sin lugar a dudas.

Cuando hace un par de años escribí que la caída del kirchnerismo era un simple gatopardismo, o sea cambiar para que nada cambie, me refería a que los nuevos gobernantes mantendrían su status quo a partir de repetir sistemáticamente los peores vicios del gobierno anterior. Básicamente me remito a las pruebas aquí expuestas.

Para finalizar quisiera exponer un pensamiento, ya no dirigido a la clase gobernante, sino a la gente que por desgracia se maneja bajo los mismos parámetros. Quienes actualmente han justificado la represión macrista hoy ejercida sobre manifestantes, no son distintos de los que en su momento avalaban los garrotazos y muertes provocadas durante los años de gobierno kirchneristas. Juntos han abandonado su humanidad en pos de valores corrompidos por el ejercicio del poder, en una carrera maniática motivada por el partidismo revanchista y el odio al distinto.

Una verdadera república debe construir su base moral priorizando el respeto por las minorías, buscando el bien común por sobre los intereses del líder, pero sobre todo escapando a la tentación latente de imponer sus ideas a partir de la fuerza bruta que el poder otorga.

 

(*) Escritor uruguayense.

 

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