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Elecciones 2023: que haya más propuestas que descalificaciones

Son tiempos electorales. Es indudable. Y aunque todavía la campaña electoral no se ha iniciado formalmente porque aún falta el cierre de lista (falta decidir de manera completa quiénes son los precandidatos), tanto en el oficialismo como en la oposición ya se han legitimado una serie de nombres para diferentes cargos electivos.

Por Nahuel Maciel (*)

A pesar de que aún falta el cierre de lista, se puede decir que desde hace un buen tiempo ya la dirigencia política, empresarial y sindical, se mueven solo bajo el signo de la especulación electoral. Cada uno lleva agua para su molino o para el sector de su mayor conveniencia. Bajo el argumento de un hipotético interés general, por el momento todo es sectorial.

Se entiende que la campaña electoral implica un gran esfuerzo de tiempo y económico. No es menor, porque el objetivo principal es lograr a través del andamiaje de las comunicaciones influir en la decisión de la ciudadanía.

Desde hace un buen tiempo, las campañas se diseñan a través de técnicas de marketing que no es otra cosa que considerar a la sociedad como un gran mercado electoral. Es un contrasentido, porque en política no deberían confundirse esos dos ámbitos: no es lo mismo el mercado que la sociedad. Es decir, una cosa es estudiar y registrar lo que sucede socialmente y otra muy distinta es aplicar los criterios publicitarios como quien vende o promueve “la venta” de un perfume. Por eso en las últimas campañas electorales ha decaído mucho la oratoria y la cultura del debate. Y los debates que se hicieron fueron más forzados o “para la pantalla” que por una real vocación de intercambiar ideas. Prueba de ello es cómo se está debatiendo en la actualidad a través de los medios de comunicación y las redes sociales. No prevalece el intercambio de pareceres, sino la violenta descalificación con adjetivos ajenos a la materia que se está analizando.

Es extraño que en pleno siglo XXI, la campaña electoral no está basada precisamente en la ciencia política ni en la sociología del electorado; apenas si se cubren algunos elementos básicos de la comunicación social. Por eso, las campañas se parecen más a la publicidad que vende un perfume que a la construcción política para madurar el sagrado derecho de elegir.

En otras palabras: es lamentable que en la campaña electoral –al menos por ahora- no se comuniquen propuestas políticas de gestión, sino apenas se esboza la “venta” de un nombre como candidata o candidato casi como una propuesta comercial; reduciendo de esa forma a la ciudadanía electoral en un mero consumidor de mercancía.

Como consecuencia de esta postura, las propuestas electorales que se llegan a expresar se las manifiestan ya vacías de contenidos. Son meros títulos, pero sin mayores precisiones. No es casual, que a su vez esta situación contribuya en gran medida a la erosión de las identidades que hoy padecen los partidos políticos.

"...las campañas se parecen más a la publicidad que vende un perfume que a la construcción política para madurar el sagrado derecho de elegir".

Encuestas que son tergiversadas, estudios de opinión que son alterados, incluso se niegan las estadísticas institucionales. Eso también es parte de la forma de transmitir políticamente en tiempos electorales. Para males, quien sea candidata o candidato, pareciera que ha renunciado a pensar o reflexionar. Eso sí, se aprende de memoria lo que tiene que decir, y lo repite como si estuviera atravesando una carrera de frases, sin el ejercicio de la reflexión. Es lo más parecido a una grabación, aunque lo pronuncie “en vivo y en directo”. ¿De en serio que la política “guionada” es lo más que pueden ofrecer los equipos de campaña electoral?

Y el otro escenario, por cierto, muy patético y que refleja la falta de propuestas. En tiempos electorales se vive un festival de denuncias altisonantes y la descalificación dele otro e incluso hasta banalizando los derechos que han costado incluso muchas vidas conquistarlos.

 

“Acordar coincidencias y construir consensos”

La Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina propuso diez pautas básicas “en torno a los cuales poder acordar coincidencias y construir consensos en bien de nuestra Patria”.

Los obispos le pidieron al oficialismo y a la oposición “trabajar por la dignidad de todas las personas; cuidar la vida desde su concepción hasta su fin natural; reconstruir la confianza, generar un acuerdo político y social; fortalecer la democracia; fomentar una educación de calidad y libre de toda ideología, fomentar políticas de desarrollo sustentable; estabilizar la economía; estimular el desarrollo científico y tecnológico; cuidar la Casa Común, atender los problemas de adicciones y trata, particularmente entre los niños y adolescentes e intensificar la lucha contra el narcotráfico”, son algunos de los puntos del documento.

Esas pautas básicas para la construcción de consensos, son las siguientes:

1) Trabajar por la dignidad de todas las personas que habitan la Patria, en particular los más pobres y débiles, cuidando la vida desde su inicio hasta su fin natural.

2) Reconstruir la confianza en nuestro país y con ella, el sentido de pertenencia; generando un acuerdo político y social, con primacía del bien común por sobre los intereses sectoriales.

3) Fortalecer la democracia, asegurando la transparencia e independencia del poder judicial respecto del poder político.

4) Fortalecer y extender la educación para todos los habitantes, a todos los niveles, respetando la pluralidad y los valores humanistas de nuestra cultura, libres de toda ideología reductiva y propiciando el desarrollo de la formación en oficios.

5) Implementar políticas de desarrollo sustentable y estabilidad económica, estimulando la generación de trabajo digno e incrementando la participación del salario en la economía, facilitando las inversiones necesarias para la generación de puestos de trabajo genuino y garantizando el acceso al sistema de seguridad social a todas las personas que trabajan, cualquiera sea la condición en que lo hagan.

6) Contribuir y estimular el desarrollo científico y tecnológico al servicio de la persona humana.

7) Atender a los derechos de los pueblos originarios y cuidar los bienes naturales de la Casa Común, impulsando su aprovechamiento mediante tecnologías respetuosas de la naturaleza y de las personas, estableciendo mecanismos efectivos de control social.

8) Incrementar el cuidado y acompañamiento de las personas que sufren problemas de adicción, en particular niños y adolescentes.

9) Combatir la corrupción en todos los niveles.

10) Intensificar la lucha contra el narcotráfico y la trata de personas, ampliando la protección a las mujeres y demás personas vulnerables.

 

Construir ciudadanía

Este es un año formidable para abrazar con sustento a la esperanza de una sociedad mejor. Se cumplen 40 años de la recuperación de la democracia y ese solo hecho debería inspirar una mejor manera de relacionarse unos con otros.

Por eso hay que insistir en estos tiempos signados por la campaña electoral. ¿Cómo se está perfilando el mensaje político en esta campaña? ¿Seguirá prevaleciendo la actitud de decir una cosa y hacer otra? Que nadie se escandalice, porque hay que recordar que se puso en valor la frase: “Si hubiera dicho lo que pensaba hacer, no me hubieran votado”. Entonces, ¿se habrá superado esa forma de utilizar a la ciudadanía?

Es de esperar que el nivel de debate y propuesta –al menos a nivel local- sea lo que prevalezca; justamente para no “maquillar” o debilitar el sagrado compromiso político con la democracia.

 

(*) Este artículo de Opinión fue publicado originalmente en el diario El Argentino de Gualeguaychú.

 

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