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Fusilamiento: la brutal pena de muerte que vuelve a EE.UU.

Un asesino será ejecutado por un pelotón de tres hombres en Carolina del Sur. Hacía años que no se usaba ese medio ya que se suele utilizar la inyección letal. Qué pasa en el Mundo.

Por GABRIEL MICHI (*)

La discusión sobre la pena de muerte sigue disparando todo tipo de debates. De hecho todavía está vigente en casi el 42,5% (unos 83 países) de las naciones del Mundo. En la actualidad, de 195 países en el planeta, 112 han abolido por completo y explícitamente la pena capital y 144 lo han hecho en la práctica.

En 2023, hubo 1.153 ejecuciones contabilizadas por Amnistía Internacional, lo que representó un incremento del 31% con respecto a 2022. Sin embargo allí faltan los datos de China, cuya cifra sigue siendo secreto de Estado.

Pero no sólo es discutible y cuestionable desde el punto de vista del Derecho y de lo humanitario la implementación de semejante anacrónico castigo, sino que también entra en discusión la forma en que se aplica. Con el paso del tiempo las sociedades occidentales han ido transformando sus métodos de ejecución buscando que sean menos crueles y, con ello, ha crecido la utilización de la inyección letal que supuestamente le genera menos sufrimiento al sentenciado.

Sin embargo, no sólo en distintos países más hacia el oriente del globo se siguen concretando ejecuciones con métodos como el ahorcamiento, la decapitación, la silla eléctrica o los fusilamientos, en los Estados Unidos se está volviendo a esas prácticas.

Brad Sigmon (67), fue condenado a la pena de muerte por el crimen de sus ex suegros en 2001. Eligió ser fusilado.
El caso que reinstala la polémica sobre la ejecución por arma de fuego en EE.UU. se sitúa en Carolina del Sur (uno de los 27 Estados de EE.UU. en los que aún está vigente la pena capital) donde en los próximos días van a fusilar a Brad Sigmon (67), un recluso que en 2001 asesinó con un bate de beisbol a los padres de su ex novia (David y Gladys Larke) quien lo había dejado y a la que pretendió secuestrar, pero no pudo pese a haberle disparado cuando la joven huía.
Sigmon será atado en una silla especial, con su cabeza cubierta, y a 4,6 metros se pararan tres tiradores voluntarios que le dispararán en simultáneo con sus rifles al corazón, con balas especialmente diseñadas para generar un mayor daño en el blanco colocado en el pecho del condenado.
Será el primer prisionero puesto frente a un pelotón de fusilamiento estadounidense desde hace 15 años (el anterior fue en 2010) y sólo la cuarta persona desde que el país reintrodujo la pena de muerte en 1976. Los tres casos anteriores tuvieron lugar en Utah.
Lo llamativo de este caso es cómo se llegó a la definición de que la ejecución sea con un fusilamiento: fue por pedido del propio condenado. Él prefirió esa alternativa a la silla eléctrica o la inyección letal. Según los abogados de Sigmon eligió ese proceso más violento por las preocupaciones sobre la efectividad que rodean a los otros dos métodos.
Sigmon cometió el asesinato de sus ex suegros en su casa del condado de Greenville golpeándolos alternativamente con un bate.
Al hombre, quien en ese entonces tenía 43 años, lo había dejado su novia y él no aceptaba la decisión. "No podía tenerla. No iba a dejar que nadie más la tuviera", les dijo a sus víctimas.
En 2002 recibió la condena a la pena capital pero ahora sus nuevos abogados cuestionaron su representación legal de aquel entonces. Lo hicieron en una apelación presentada ante la Corte Suprema de Carolina del Sur que fue rechazada, lo mismo que el reclamo de más tiempo para conocer más sobre la droga que el Estado utiliza en las inyecciones letales. Así quedó allanado para la ejecución de las próximas horas.
La única manera que eso no ocurra es que el gobernador de Carolina del Sur le conceda la clemencia a último momento, pero eso nunca ha ocurrido en ese distrito.
El condenado será atado a una silla con un recipiente debajo para recoger su sangre, le colocarán una diana en el pecho y una bolsa sobre la cabeza. Los tres voluntarios (empleados por el Departamento Correccional) que dispararán los rifles estarán escondidos de detrás de una cortina le dispararán, a 4,6 m de distancia del destinatario de las balas que están especialmente preparadas para provocar el máximo daño ni bien impacten, lo que también generó mucho cuestionamiento por el dolor que pueden llegar a ocasionarle al condenado.
La ejecución se hará con público presente (detrás de un vidrio blindado) que podrán ver al sentenciado pero no a los verdugos, para proteger sus identidades. Después de los disparos, un médico confirmará la muerte de Sigmon.
Hay también una enorme polémica porque en 2023, Carolina del Sur aprobó una ley que prohíbe la publicación de información sobre la adquisición de medicamentos para la inyección letal, ya que cada vez más empresas farmacéuticas se vienen negando a proporcionarlos para las ejecuciones estatales, ya que o se oponen a esas prácticas o no quieren que sus marcas queden relacionadas con la pena capital.
En enero la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU) presentó una demanda impugnando esa restrictiva ley estatal.
La negativa de las empresas farmacéuticas de proveerle de esos químicos letales llevó a que el Estado de Carolina del Sur deba invertir unos 54.000 dólares en la construcción de la sala para ejecuciones.
Aun así, las tres ejecuciones más recientes se realizaron mediante inyecciones que incluían pentobarbital. Pero la información sigue siendo muy retaceada por las restricciones que impuso el Estado- Según la ACLU "se silencia a los científicos, médicos, periodistas, ex funcionarios penitenciarios, abogados y ciudadanos que han examinado la seguridad, eficacia, moralidad y legalidad del uso de la inyección letal en Carolina del Sur". El propio condenado Sigmon expresó su preocupación sobre la tan mentada eficacia de la inyección letal.
Sus dudas se retroalimentaron tras la autopsia practicada por el Estado a Marion Bowman Jr., al que se aplicó la inyección letal el mes pasado y que, según el informe, se le administraron "10 gramos de pentobarbital" y "murió con los pulmones masivamente hinchados de sangre y líquido", similar a un "ahogamiento". Esa cantidad es el doble de lo que se debe usar, dice la presentación de los abogados del condenado.
La reimposición de los fusilamientos en la pena capital está generando un gran debate en EE.UU. Parece un mecanismo muy anacrónico aunque se usó mucho en el pasado. Por ejemplo, durante la Guerra Civil, los pelotones de fusilamiento eran habituales para ejecutar a soldados que desertaban; en Nevada, a comienzos del siglo XX, se ejecutó a un preso utilizando una máquina automatizada que disparaba las balas para que ninguna persona se viera involucrada en la ejecución. Pero esa forma de aplicar la pena de muerte mediante armas de fuego se fue eliminando y hoy sólo un puñado de Estados, entre ellos Mississippi y Oklahoma, lo permiten.
Por su parte (y a contramano de la tendencia general) Carolina del Sur lo legalizó en 2021 e Idaho le siguió dos años después, pero lo hicieron por los problemas de suministro de los fármacos necesarios para la inyección letal. Ahora EE.UU. se suma nuevamente a la lista de países que usan las armas de fuego en la pena capital junto con otras naciones que se suponen en sus antípodas: Afganistán, Corea del Norte, Palestina, Somalía y Yemen fueron los únicos Estados que usaron esa cruel método de ejecución en 2023.
Antes del desenlace, al sentenciado se le da la oportunidad de brindar unas últimas palabras si lo desea. Entonces, se le pone una capucha en su cabeza y se coloca una diana sobre su pecho que actúa como una suerte de blanco para que los tres tiradores (ubicados tras una pared) disparen sus rifles luego se le coloca una capucha sobre la cabeza y se le fija una diana sobre el corazón. Todo eso antes los ojos de los testigos presentes e incluso de los medios de comunicación. A los ejecutores se les suministra atención psicológica.
Según los abogados del condenado, Sigmon pasó las dos últimas décadas en prisión arrepintiéndose, leyendo la Biblia y rezando. "Es muy devoto, y ése ha sido el principio organizador de su vida desde que entró en el corredor de la muerte. Así que siguió por ese camino. Tiene miedo de lo que se avecina", dijo uno de los defensores. La cámara de ejecución está situada junto al corredor de la muerte. Los reclusos que están esperando el momento de su muerte escuchan con frecuencia disparos que serían de práctica de los verdugos. Algo que se convirtió en otro tipo de tortura para ellos, más sabiendo que su final está al acecho. Y que es ineludible. Más ahora que saben que en su Estado volvieron a ejecutar de la manera más anacrónica dentro de algo de por sí anacrónico -y cruel- como es la pena de muerte.
 

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