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Infancias trans y escuela (primera parte)

La notita en el cuaderno decía: vestimenta cómoda o disfraz. A partir de un episodio real sucedido en un día de fiesta en una escuela, la autora reflexiona sobre la exclusión y el respeto en la práctica educativa.

 

Por VANESA LEOPARDO ( Colaboración especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL).

 

"Ir como nosotros queremos"

“La práctica áulica es, en definitiva, un pedazo de vida vivida en común… ¿Cómo articular una pedagogía anti normativa, que haga de la normalidad su objeto insistente y paradójico de reflexión, y no su producto más deseado?” (Flores, 2011).

 

Se viene un día de fiesta en la escuela, la seño con alegría les cuenta a sus estudiantes que ese día van a poder asistir como ellos quieran: vestidos como quisieran. Sería un día de esos que son más relajados en la institución (todos conocemos alguno), parece que se diluyen las jerarquías y las autoridades, todos se ven alegres.

Mario feliz ¡tanto espera ese día!. La seño dijo que podemos “ir como nosotros queremos” –repetía en su casa exultante-.

Finalmente, el día de la fiesta llegan superhéroes, libélulas, mariposas, doctores y doctoras, maestras, animales.

Sorprendidos sus compañeros interrogan a la seño. La seño sorprendida pero también incómoda, separa a Mario del grupo, se dirigen a la dirección, le dice que espere ahí, que la Sra. Directora va a llamar a su papá. Llega el padre.

Que lo retire –dicen- que vaya a casa a cambiarse y podría regresar porque el festejo recién comenzaba, que sus amiguitos preguntan, que es incómodo, que la seño no sabe exactamente qué decir.

¿No fue ese el día en que Mario se quitó un disfraz que utilizaba a diario y que nada tenía que ver con el modo en que se reconocía?

Que lo retire le dicen, pero antes quieren saber: “-¿por qué Mario se disfrazó de niña?

La notita en el cuaderno decía: vestimenta cómoda o disfraz.

Ahí está Mario y su sexo. Y Mario más allá de su sexo como especificidad anatómica. Un niño frente/ dentro/ al lado/ emergiendo desde aquello que no se deja domesticar, aún en medio de circuitos y acciones normativos, aquello que se construye como sentimiento psíquico y social. Lo no biológico.

La necesidad de expresión de género de un niño, en medio de la sorpresa de sus pares y reacciones de los adultos ante la rareza.

Un niño y un padre, no sin temor. ¿A qué? A la exclusión. La exclusión naturalizada para quien se aleja del imaginario tradicional, de lo establecido, de lo que no se deja ubicar de manera polarizada: sos esto o sos aquello, no hay más. La exclusión de lo trans aparece como estado, el estado posible. El relato del suceso escolar deja ver cierto proceso -aunque mínimo: contundente- de expulsión y reproducción de un modelo que no permite la diferencia.

Rostros dando cuenta de tremenda sorpresa. ¿Es la sorpresa del plano de lo natural? ¿Cuánto camino será necesario recorrer para que no haya sorpresa en la expresión? ¿Qué otros modos de impacto subjetivo e institucional podrán aparecer ante aquello que se construye más allá de lo biológico y normado?

Me pregunto si es casual que Mario se presente con lo que otros llamaron “el disfraz de niña” el día de celebración en la escuela, el día en que la seño dijo que podíamos ir como queremos – había dicho Mario-.

¿No fue ese y justamente ese el día en que Mario se quitó un disfraz que utilizaba a diario y que nada tenía que ver con el modo en que se reconocía? ¿No fue ese el día en que Mario asistió a la escuela con vestimenta cómoda?

Allí Mario, como tantos y tantas transitando la tensión –aún inevitable- entre su vivencia autopercibida y el orden cultural y social en el que esta se desarrolla.

La necesidad de expresión de género de un niño  en medio de la sorpresa de sus pares y reacciones de los adultos ante la rareza.

Un orden social y cultural que humaniza definiendo quienes se quedan con el celeste y quienes con el rosa, que en un ayuno intermitente de géneros cada tanto proclama “el respeto” y “la tolerancia” por lo distinto.

Un orden que aún no sabe qué hacer con la x.

¿Cómo sería suspender el género, sería posible más allá de ser/hacerse con x? ¿Es acaso la x un ejercicio de construcción en la escritura tensionando la obligatoriedad de definición sexo-género?

El sistema sexo-género palpita en cada célula institucional, cualquiera sea, irrigando sus designios en las relaciones que lo materializan.

La institucionalización del nuevo Programa Nacional de Educación Sexual Integral impulsado por la sanción en 2006 de la Ley 26150 constituye un enclave fundamental para debatir la implementación de prácticas pedagógicas que garanticen la igualdad de trato y oportunidades entre varones y mujeres y, para ello, resignificar lo masculino y lo femenino como radicales libres: ¿cómo forma varones y mujeres el sistema educativo? ¿Para qué? ¿Qué bienes se reparten para sostener la diferencia? ¿Qué poderes la auspician? ¿Qué poderes auspicia? ¿Qué derechos la garantizan? ¿Qué derechos garantiza? ¿Qué deberes la ordenan? ¿Qué deberes ordena? ¿Qué deseos la reclaman? ¿Qué deseos reclama? ¿Qué tecnologías la consignan? ¿Qué tecnologías consigna? ¿Qué herramientas la programan? ¿Qué herramientas programa? ¿Qué metas la reproducen? ¿Qué metas produce? ¿Qué guerra la define necesaria?

¿Y qué batallas logran naturalizarla?

 

Bibliografía

 

 

 

 

 

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