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La miel que cura, alimenta y conserva los bosques nativos

La miel de las abejas Yateí fue incorporada hace poco al Código Alimentario Argentino y a través de la etnobiología, investigadores estudian sus usos e importancia cultural.

 

Por MARIO ROVINA de EL MIÉRCOLES DIGITAL 

 

Los beneficios a la salud que trae el consumo de miel son conocidos desde siempre y hace a este producto natural, uno de los más elegidos por los consumidores argentinos.

Hasta hace poco, el Código Alimentario Argentino indicaba que miel era el producto proveniente de las abejas obreras, haciendo referencia a la especie Apis mellífera, originaria de Europa y distribuida en todo el mundo, pero una reciente modificación realizada a principios de 2019 se incorporó a esta categoría a la sustancia que producen las abejas del género melipona, especialmente Tetragonisca fiebrigi, conocidas popularmente como yateí o rubita.

La miel de estas abejas sin aguijón, nativas del norte argentino, es usada como medicina y como alimento, tanto por grupos de pueblos originarios como por descendientes de inmigrantes, según reportaron diversos estudios realizados durante la última década por investigadores del CONICET en distintas provincias del norte argentino.

Además de resaltar su importancia cultural y nutricional, aseguran que mantener y valorizar la cría de meliponas podrá ayudar a la conservación del ambiente, mediante la preservación de fragmentos de bosques nativos que, a su vez, servirán de soporte para la recuperación de especies.

Estas abejas producen una miel diferente a la convencional con un sabor agridulce, con mayor humedad y más propiedades nutritivas y curativas que la miel de la abeja europea, ya que usan el néctar de plantas diferentes y añaden jalea real a la miel durante el proceso de elaboración del alimento de las crías.

Abejas de las nuestras

Las abejas sin aguijón o meliponas son un grupo de insectos sociales que habitan áreas tropicales y subtropicales. A diferencia de la abeja común, originaria del viejo mundo, las meliponas son nativas del continente americano donde se han identificado más de 150 especies.

En Argentina se las encuentra principalmente en las provincias de Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa.

Estas abejas anidan principalmente en troncos de árboles, termiteros, hormigueros abandonados, pero también lo hacen en zonas urbanas, usando postes, paredes y canteros.

Si bien son poco conocidas por la mayoría de la gente, las abejas nativas sin aguijón juegan un importante rol en la polinización de flores y en la producción de miel con propiedades medicinales y nutritivas.

Aunque en la actualidad, las meliponas están desapareciendo como consecuencia de la destrucción de los bosques nativos relacionada con la expansión de los campos para la agricultura y ganadería. Por otro lado, sufren el daño producido por personas que no poseen conocimientos sobre la cría de las abejas sin aguijón y que, por el afán de obtener la miel, destruyen colonias enteras.

Para lograr la incorporación de la miel de yateí al Código Alimentario Argentino, fueron necesarias múltiples acciones provenientes de distintos sectores comunitarios, gubernamentales y académicos. “Requirió un trabajo de equipo multidisciplinario, que fue muy largo e intenso, similar al que hacen estas abejas para producir su miel”, compara la investigadora independiente del CONICET en el Instituto de Biología Subtropical (IBS, CONICET – UNaM), Norma Hilgert.

Ya que, para producir apenas un litro de miel, una colonia compuesta por 5 mil abejas trabaja todo un año. Esto convierte a la producción de las yateí en un bien sumamente preciado para las comunidades, lo que también hace que tenga un elevado precio en el mercado.

Argentina posee un gran potencial para la cría de estas abejas sin aguijón, ya que en nuestro país habitan varias especies de meliponas. A pesar de las numerosas ventajas, la cría de esta especie es mínima en el noreste argentino debido al desconocimiento de su manejo y ventajas.

En la actualidad la meliponicultura no es sólo una actividad productiva sino también una alternativa para preservar este grupo de abejas que realizan múltiples servicios para el hombre y el ecosistema, como la polinización de flora nativa, la polinización de cultivos comerciales y la producción de miel.

Pero también es una oportunidad para comenzar a valorar los recursos renovables que ofrecen estos ambientes y entender que su conservación trae muchos mas beneficios, que su destrucción.

En base a Conicet Nordeste / InfoCampo / Fundación ProYungas

 

 

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