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Lo público, lo privado y el virus

El coronavirus ataca no solo a los humanos sino que viene socavando algunos dogmas neoliberales sobre lo público y lo privado.  Los economistas de este cuño ya no se animan a denostar el accionar del Estado con tanta vehemencia. Otros más sinceros (como el que se cita en este artículo) sostienen que las cuarentenas generarán la muerte de millones de personas de hambre por la caída de la economía. La naturaleza hace mejor las cosas: mueren los menos aptos.

 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Desde que Milton y Rose Friedman escribieron “La libertad de elegir” recrudecieron los debates sobre lo público y lo privado. El propio Friedman y sus seguidores propusieron una reinterpretación de las teorías escritas por Adam Smith allá por 1776.

Es  lo que se conoce como neoliberalismo y tuvo un impulso importante a partir de la caída del muro de Berlín. Tal fue el entusiasmo que algunos creyeron que la historia había llegado a su fin.

Fue Friedman uno de los más conspicuos participantes de la llamada Escuela de Chicago. Escribió varios  libros, pero “La Libertad de elegir” (1992) sintetiza su pensamiento.

Las teorías de Friedman se pusieron en práctica durante la dictadura de Augusto Pinochet. En Argentina José Martínez de Hoz lo intentó aunque con poco éxito. Acuñó la frase “achicar el Estado es agrandar la Nación”.

 

En definitiva para el liberalismo el Estado no debe ocuparse de procurar salvar gente, porque la naturaleza sabe lo que hace. Y lo hace mucho mejor porque morirán los viejos, los enfermos, los desvalidos, los vulnerables, los pobres. Es decir sobrevivirán los más aptos. Así la sociedad se libera de los incapaces e improductivos El darwinismo social sin cortapisas.

El menemismo con Cavallo y el apoyo explícito de Álvaro Alsogaray transitaron el mismo camino.

Los neoliberales sostienen que el Estado debe ser mínimo. Así el filósofo  Robert Nozick propugna que el Estado solo deber tener una fuerza armada para defensa nacional, y una fuerza policial para defensa de la propiedad privada. Todo lo que se salga del Estado mínimo es, para este autor, moralmente reprochable.

En Argentina José Luis Espert y Javier Milei son la nueva generación de neoliberales.

El Coronavirus

El virus que tiene acorralado al mundo, vino a dar un durísimo golpe al liberalismo extremo. El gobierno francés, entre otros,  ha tenido que reconocer que es necesario tener un sistema de salud pública. En  Estados Unidos (al margen de su zigzagueante presidente)  los gobernadores, especialmente en Nueva York, se convencieron que la presencia del Estado en  salud es harto necesario. Millones de estadounidenses no tienen cobertura médica de modo que si se contagian tendrán que resignarse a morir.

Las cuarentenas llevadas adelante por muchos gobiernos, han generado reacciones entre los economistas liberales. En un artículo de Dardo Gasparré publicado por La Prensa, se sostiene que las cuarentenas son un remedio peor que la enfermedad. Que la economía se deprimirá de tal modo que millones morirán de hambre. Dicho de otro modo: hay que dejar que el mercado se exprese. ¿Morirán millones por la pandemia? Sí, pero más personas morirán si se mantiene paralizada la economía.

“Ese colapso económico dejará a cientos de millones en la miseria, a todo nivel y en todo el globo. Y peor, matará a mucha gente, como ha ocurrido siempre. De hambre, de hacinamiento, de violencia, de delito, de falta de asistencia social y sanitaria, de suicidios, de depresión, de violencia doméstica, de desocupación, de infartos y de vicios. Ciertamente mucho más que varios coronavirus. Lo que plantea un terrible dilema, un tradeoff entre tipo de muertos, para decirlo brutalmente.” (Gasparré, Dardo. Diario La Prensa, 4 de abril 2020)

En definitiva para el liberalismo el Estado no debe ocuparse de procurar salvar gente, porque la naturaleza sabe lo que hace. Y lo hace mucho mejor porque morirán los viejos, los enfermos, los desvalidos, los vulnerables, los pobres. Es decir sobrevivirán los más aptos. Así la sociedad se libera de los incapaces e improductivos. El darwinismo social sin cortapisas.

rubengallay@hotmail.com

 

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