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OPINIÓN

"Mileicracia"

El docente uruguayense Gustavo Sirota hace un repaso de estos cuatro meses de la gestión presidencial. Y lo enmarca como consecuencia de "una búsqueda, desesperada de una sociedad empobrecida, que asiste hace años a una sistemática caída en su calidad de vida, que soporta estoicamente inflación, precios por las nubes, salarios y jubilaciones que cada vez alcanzan menos, que padece una corrupción estructural, endémica. Un país con millones de excluidos y millones más cayendo en la pobreza".

 

Por GUSTAVO SIROTA 

“Mantener la escalada, producir nuevos escándalos, agigantar las banalidades y lanzar historias para distraer, todo esto forma parte de una estrategia… provocar de forma permanente a todos los sectores… buscan mantener a toda la sociedad en estado de agitación, en un hiper estrés, fuera de quicio”. En su ensayo “Una sociedad estresada”, Alejandro Grimson hace un diagnóstico acertado de los primeros tres meses de gobierno del histriónico showman paleolibertario.

El axioma de "Steve" Bannon, jefe de campaña de Donald Trump, pareciera estar cumpliéndose a la perfección en este primer trimestre de mileicracia: “Inundar la zona de mierda”, esto es “abrumar a la prensa y al público con tanta información falsa y desinformación que distinguir la verdad de las mentiras resulta demasiado difícil, si no imposible”.

Buscan, sostiene Grimson, “generar un estado de ansiedad sin precedentes, pero también crear una realidad paralela… que la mayoría habite mentalmente una 'realidad' que sea inmune a los datos, a los argumentos y a los hechos”.

Eso es lo que vivimos desde el 10 de diciembre, una situación de tensión permanente, de angustia, de inestabilidad, donde las condiciones básicas del debate público quedan erosionadas.

La oposición ha sido categorizada como enemiga y convivimos con una centralidad política autocrática – mileincentrismo – caracterizado por una fuerte polarización, donde el consenso y los acuerdos no tienen razón de ser. Tampoco buscar puntos intermedios. Esto sería ir en contra de su identidad. Es todo o nada - ellos o nosotros - como repite el líder paleolibertario.

Muestras de esta conflictividad permanente es lo que sucedió con el DNU “más abarcativo y extenso de la historia argentina”, un verdadero mamarracho que vulnera cualquier pretensión de “constitucionalidad”. O la fallida “Ley ómnibus”, otro engendro de 664 artículos, que solo sirvió para conocer la mediocridad de los lideres legislativos de “las fuerzas del cielo” y el grotesco “protocolo” de la perdidosa candidata Patricia Bullrich Luro Pueyrredón.

Cada día un nuevo culebrón, cuyo protagonista invariablemente es el Presidente. Artistas como “Lali” Espósito o el rapero “Dillom”, periodistas - Silvia Mercado, María O´Donell -, dirigentes sociales como Belliboni, una maestra del Colegio donde hizo su primaria a quien trató de “gran farsante y mentirosa”, pasando por opositores e incluso gobernadores como el chubutense Ignacio Torres, a quien ridiculizó y atacó en un sonado caso, que llevó a que organizaciones como ASDRA o Red Trisomía 21 repudiaran al primer mandatario.

Mientras la sociedad se desgasta en estériles disputas sobre aumento de dietas - aprobado y vuelto atrás en medio de la repulsa general – de diputados y senadores, o el autoaumento para el Presidente y sus Ministros - firmado por el propio Milei - que también debió volver atrás por el malestar que generó; el experimento libertario sigue su marcha y los resultados de la experiencia paleolibertaria van mostrando toda su contundencia.

La devaluación de diciembre – 118, 3 %, tercera más alta de la historia del país – “licuó” salarios y jubilaciones, lo cual “explica el 43% del ajuste del gasto público de enero” que recayó en “los jubilados por efecto de la inflación y el virtual congelamiento de ingresos” señala en su cuenta de X el economista Lorenzo Sigaut Gravina.

Jubilaciones y pensiones “cayeron un 32, 5 % real” desde diciembre como informa la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Sigaut Gravina, agrega que “el salario promedio de trabajadores del sector privado volvió a quedar por debajo de la inflación (14,7% vs. 20,6%) y acumula en dos meses un desplome en términos reales de 18%, retrotrayendo en moneda constante el valor de los salarios a mayo de 2005”.

La OPC enumera en su informe del 7 de marzo, que “los gastos en programas sociales cayeron casi el 60 %... principalmente – 97 % - los recursos destinados al programa Potenciar Trabajo, las partidas destinadas a la Asignación Universal por Hijo (AUH) - cayeron un 5,4 % -, las becas Progresar; mientras no se registraron fondos para comedores escolares y comunitarios.

Los datos oficiales dan cuenta de un ajuste brutal en muchos sectores claves de la actividad económica. La parálisis de la obra pública con un recorte del 88 % de fondos ya presupuestados, ha llevado a la pérdida de “50.000 puestos de trabajo directos y más de 100.000 indirectos”, según la Uocra.

El presidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Gustavo Weiss, reconoció que “la paralización de la obra pública provocó la pérdida de 100.000 empleos”.

Pareciera no haber sector que resulte inmune a los efectos de “la motosierra y la licuadora”. Un informe del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina del primer bimestre del año es contundente. “En enero, el 60,8% de las empresas consultadas declaran que ha caído su nivel de producción y el 69,2% que ha caído su nivel de ventas internas”.

Gabriel Weidmann, del área de Monitoreo Industrial de la Unión Industrial de Entre Ríos explicaba a diario UNO que en la provincia “el 53% disminuyó la actividad productiva y el 80% redujo su nivel de ventas”.

El saldo para las pymes es aún peor. En enero las ventas minoristas, informa CAME, experimentaron una “disminución de 28,5% en comparación con igual período del año anterior, medidos a precios constantes”.

Mientras despertamos de esta pesadilla, como vengo sosteniendo hace tiempo ya, “sería un buen punto de partida admitir los errores cometidos y dejar de insistir con soluciones y nombres del pasado – y del presente - que ya no pueden solucionar nada”.

En alimentos las ventas tuvieron un derrumbe del 37,1% respecto al año anterior a precios constantes, y registraron un retroceso del 13,2% en la comparación mensual. En otro rubro clave como es el consumo en farmacias, las ventas se desplomaron 45,8% anual en enero a precios constantes y 7,9% en la comparación intermensual señala la misma cámara.

Podríamos seguir citando números y cifras que dan cuenta de un ajuste brutal y que pareciera no tener fin. Las transferencias a las provincias se redujeron un 53, 3 %, resultado de un descenso de 11 % en las transferencias automáticas y un 98 % en las no automáticas. Servicios, combustible, transporte, seguridad social, alquileres. La lista parece no tener fin. Solo un rubro se salva del achique, los pagos de intereses de deuda que crecieron un141 %.

Vivimos una crisis estructural y sistémica. Tomando a Emilio Cafassi “hay un cuestionamiento radical de los modos de ejercicio de la ciudadanía, de sus concepciones ideológicas… hay un cuerpo social atormentado por las más brutales injusticias…que intenta – como puede - una búsqueda de relegitimar los espacios y representaciones democráticas”.

Una búsqueda, desesperada de una sociedad empobrecida, que asiste hace años a una sistemática caída en su calidad de vida, que soporta estoicamente inflación, precios por las nubes, salarios y jubilaciones que cada vez alcanzan menos, que padece una corrupción estructural, endémica. Un país con millones de excluidos y millones más cayendo en la pobreza.

Agobiada, angustiada, estresada. El conjunto de la sociedad no atina donde hacer pie para no seguir en caída libre. Padece el mal presente, lo sufre y quiere al menos la ilusión de que hay un mañana posible. En esa búsqueda se pueden tomar caminos tortuosos, impensados, brutales. Allí nos ha llevado a la encerrona paleolibertaria, de promesas a 40 años y sacrificios cotidianos.

En su columna en Página 12 el psicoanalista Jorge Alemán se preguntaba, frente al experimento libertario en marcha, “cuando y como aparece el límite….y la duda de cómo se puede salir sin un alto costo sacrificial de semejante desastre”. Desastre que anuncia en una carta pública que distribuyó el ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad del Salvador, Jorge Ghersa, donde cuestionaba “el individualismo y el capitalismo salvaje… de un proyecto político que va a fracasar estrepitosamente en medio de un repudio generalizado y profundo”.

Mientras despertamos de esta pesadilla, como vengo sosteniendo hace tiempo ya, “sería un buen punto de partida admitir los errores cometidos y dejar de insistir con soluciones y nombres del pasado – y del presente - que ya no pueden solucionar nada”.

 

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