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Ocho mitos refutados sobre la obesidad

El 4 de marzo es el Día Mundial de la Obesidad, un día propuesto por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concientizar sobre los riesgos de ser gordo y erradicar esta “patología” del planeta. Como dice Raquel Lobaton, una nutricionista mexicana anti-gordofobia, sería ridículo que hubiera un “Día Mundial de las Personas Altas”, solo porque tienen mayores riesgos de morir.

 

(*) Por IRENE SCHVARTZMAN  (Colaboración Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL).

 

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La OMS, el mundo médico y las nutricionistas mencionan que a mayor gordura mayor riesgo de tener enfermedades como la hipertensión, ataques cardíacos e insulino-resistencia. Sin embargo, hay toda una serie de riesgos reales de los que nadie habla.

¿Cuáles son estos riesgos?

Estigmatización: hay una creencia de que las personas gordas son vagas, perezosas, comen mal, no les gustan los deportes. Son menos aceptadas socialmente y les cuesta más conseguir trabajo.

Mayor tendencia a sufrir negligencia profesional: los profesionales de la salud atribuyen a la gordura todos sus problemas de salud.

Mayor tendencia a sufrir desórdenes alimentarios: se cree que una persona gorda hará lo que sea, aunque atente contra su salud, para que la balanza coincida con su peso "ideal".

¿De dónde sale la asociación entre la categoría del IMC y la salud?

En 1800 un matemático llamado Quetelet creó un indicador que asociaba el peso y la altura de las personas. Le puso de nombre Índice de Masa Corporal (IMC). Advirtió que no correspondía usarse en el ámbito de la salud.

En los ‘90 la OMS llevó a cabo una serie de estudios para explorar la relación entre el IMC y la salud. La investigación se basó en comparar grupos de individuos con sobrepeso y obesidad con un grupo de individuos de peso normal.

Encontraron asociaciones -no causas- pero nunca se examinó la influencia de otras variables como el nivel de actividad física, los patrones de sueño, el tipo de alimentación o los niveles de estrés.

De todos modos, establecieron cuatro categorías: “bajo peso”, “normo peso”, “sobrepeso” y “obesidad”. Las personas empezaron a preocuparse por el número que les devolvía el IMC y de pronto explotó la venta de fármacos mágicos para adelgazar, rutinas de entrenamiento y planes de alimentación.

El Día Mundial de la Obesidad es discriminatorio porque una persona gorda no es automáticamente enferma. Del mismo modo, una persona delgada no es automáticamente sana. ¿Acaso no conocemos flacos con dolor de rodillas? ¿Flacos con hipertensión? ¿Flacos con insulino-resistencia?

Desde pequeñas nos enseñan a desear y buscar la delgadez. Queda claro entonces que la intención de modificar nuestro cuerpo es principalmente estética. 

Vamos a mencionar y refutar los mitos que hacen que siga existiendo el Día Mundial de la Obesidad:

"La obesidad mata”: es una de las frases más escuchadas, sin embargo, no hay estudios que hayan encontrado resultados estadísticamente relevantes para apoyarla, incluso en grados severos de obesidad; todo lo contrario: el “sobrepeso” podría ser un factor protector para enfermedades como la diabetes, insuficiencia renal y algunos tipos de cáncer.

“La obesidad enferma”: en ciencia una cosa es “causa” y otra “asociación”.

Pongamos un ejemplo clarito y real. Se sabe a través de estudios epidemiológicos que las personas calvas tienen mayor incidencia de enfermedades cardíacas frente a quienes no son calvos. Esto no significa que la calvicie genera problemas cardíacos o que tener pelo previene las enfermedades del corazón. Si investigamos un poco más, vemos que los niveles altos de testosterona predisponen tanto la calvicie como las enfermedades cardiovasculares. El mensaje que enviamos cambia muchísimo.

Todavía no sabemos cómo la forma del cuerpo genera una enfermedad, sí sabemos que la falta de nutrientes genera desnutrición, que el sedentarismo ayuda a desarrollar enfermedades, que el estrés es clave en la hipertensión, que el tabaquismo predispone las enfermedades pulmonares…

“La epidemia de la obesidad”: según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud (ENNyS), las prevalencias de obesidad en niños de 0-70 meses en la Argentina vienen bajando entre 2007 y 2019.

Otro indicador de salud para la OMS es la altura que, por ejemplo, entre 1900 y los 2000 se ha incrementado notoriamente. ¿Y la expectativa de vida? En un estudio en 1.7 millones de noruegos se encontró que quienes tenían mayor expectativa de vida eran las personas con sobrepeso.

El Día Mundial de la Obesidad es discriminatorio porque una persona gorda no es automáticamente enferma. Del mismo modo, una persona delgada no es automáticamente sana. ¿Acaso no conocemos flacos con dolor de rodillas? ¿Flacos con hipertensión? ¿Flacos con insulino-resistencia?

Vale aclarar que las condiciones económicas y sociopolíticas de Noruega distan muchísimo de las de la Argentina. Tanto la altura, como la prevalencia de obesidad y la expectativa de vida en mejoría podrían insinuar que estamos nutriéndonos mejor y teniendo más salud que antes. Entonces… ¿Por qué continuamos diciendo que hay una epidemia de obesidad?

“Bajar de peso por salud”: nadie ha comprobado aún que bajar de peso realmente genere salud. Si tener un cuerpo delgado es lo saludable pero para lograrlo nuestros órganos dejan de funcionar adecuadamente, tenemos una mala relación con la alimentación y encima recuperamos dos o tres veces el peso perdido…. ¿realmente esto es salud? Esto es lo que sucede luego de implementar estrategias para modificar nuestro cuerpo forzosamente: una cirugía de reducción gástrica, ingesta de suplementos o quemadores de grasa, parches en la lengua para no comer, dietas hipocalóricas, desafíos y rutinas de ejercicio difíciles de sostener en el tiempo.

“Podemos controlar la forma de nuestro cuerpo”: hay un hecho biológico ineludible que es que la misma alimentación y el mismo tipo de ejercicio puede culminar en delgadez en una persona y en gordura en otra. ¿Por qué? Porque la forma y el tamaño de nuestro cuerpo está preestablecido genéticamente, igual que el color de nuestros ojos o la estatura. Por eso, más allá de lo que comamos o cuánto nos movamos, nuestro cuerpo se establecerá en un tamaño que le convenga biológicamente.

“Todos pueden bajar de peso”: creemos que, si tenemos una dieta saludable, hacemos ejercicio regularmente, podemos bajar de peso. Creemos que las personas gordas no se cuidan o les falta voluntad. Estas creencias no están respaldadas por evidencia científica. Peor aún, la evidencia disponible indica todo lo contrario: que las dietas no funcionan. Para profundizar sobre esto, podés buscar en Google el concepto “setpoint”.

“Las personas delgadas son más atractivas”: cada cultura tiene sus propios estándares de belleza que cambian a lo largo del tiempo. En algunas partes del mundo se considera bello tener cicatrices en la cara, pies pequeños, cuellos largos, tatuajes en el cuerpo y áreas sensibles totalmente depiladas. Con el tamaño del cuerpo ocurre algo similar. Desde pequeñas nos enseñan a desear y buscar la delgadez. Queda claro entonces que la intención de modificar nuestro cuerpo es principalmente estética.

“Los expertos en salud recomiendan…”: ¿Por qué la comunidad científica sigue promoviendo un paradigma de salud que no funciona y dificulta la relación de las personas con su alimentación y con su cuerpo? La respuesta a estas preguntas es que todas y todos los profesionales de la salud estamos dentro del mismo contexto cultural marcado por una obsesión con la delgadez, somos presionados a responder ante la demanda de quienes quieren tener cuerpos delgados y estamos imposibilitados a reconocer que no tenemos la fórmula para garantizar un descenso de peso sostenido en el tiempo, sin daños o consecuencias en la salud biológica o psicológica.

¿Qué podemos hacer para mejorar la salud de todas las personas sin importar sus pesos corporales?

Comer más alimentos frescos y naturales con más variedad.

Continuar comiendo los ultraprocesados sin culpa ni remordimiento.

Mover el cuerpo en un tipo de actividad física que se disfrute.

Revisar los niveles de estrés y actuar para reducirlos: hacer actividad física, planear una comida rica, descansar, darse baños de inmersión, bailar, verse con amigues…

Descansar mejor y, en lo posible, de noche.

Prestar atención al estado de hidratación y la frecuencia urinaria y fecal en el día.

Realizar chequeos de sangre anualmente y suplementar o corregir lo que corresponda,

Dejar de exponer el cuerpo a ciclos de aumento y descenso de peso a través de dietas restrictivas y rutinas de ejercicio intensas.

Recomiendo algunas lecturas para profundizar en el tema:

  • Linda Bacon, “Health At Every Size”
  • Philip T. James, Rachel Leach, Eleni Kalamara, and Maryam Shayeghi, “The Worldwide Obesity Epidemic”
  • Encuesta Nacional de Nutrición y Salud 2007 y 2019.
  • Waaler, Hans T., "Height and Weight and Mortality: The Norwegian Experience"
  • National Institutes of Health, “Clinical Guidelines on the Identiftcation, Evaluation, and Treatment of Overweight and Obesity in Adults: The Evidence Report”.

(*) Licenciada en Nutrición (MP 5173).

 

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