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Para los uruguayos dejó de ser atractivo comprar en las ciudades fronterizas argentinas

A partir de la devaluación del dólar en diciembre pasado, comprar en Argentina dejó de ser atractivo para los uruguayos. La primavera comercial que vivió Gualeguaychú, al igual que todas las ciudades fronterizas durante los últimos dos años, llegó a su fin y, además del estancamiento en las ventas, también dejó al sector demasiado desfasado con la realidad económica, algo que sus pares en otras localidades similares ya asumieron hace mucho.

“Desde que se terminó la venida de uruguayos, el comerciante gualeguaychuense está muy preocupado, realmente preocupado. Sobre todo porque de golpe, de buenas primeras, se encontró literalmente con una realidad que no venía viviendo. Gualeguaychú venía teniendo un espejismo comercial que duró dos años aproximadamente, que no era la misma realidad que venía viviendo el interior del país y el interior de la provincia, y hoy recién están un proceso de acomodamiento de su estructura y está en un desfasaje con la falta de competitividad en comparación con los comerciantes de con el comerciante de Gualeguay o Urdinarrain”, explicó Federico Laderach, secretario de Centro de Defensa Comercial e Industrial de Gualeguaychú, en diálogo con Ahora El Día.

Según su visión, las localidades que no vivieron el beneficio de los uruguayos ya tuvieron su proceso de adaptación y están mejor paradas que la nuestra: “Ellos ya vienen de una crisis y ya están con sus procesos amoldados y sus precios amoldados. En cambio, el gualeguaychuense no porque estuvo dos años viviendo otra realidad con el turismo uruguayo. Se va a tener que amoldar, y en un par de meses va a estar todo de nuevo amoldado a esta nueva realidad. De lo contrario, va a tener que bajar la persiana. Y con las políticas económicas de Nación pasa lo mismo, porque no hay salida: o te amoldas o te quedas en el camino”.

Según referentes comerciales, algunos sectores, sobre todos los que tuvieron mayor contacto con el turista extranjero, tuvieron un incremento y desfasaje en los precios, y un posible retroceso o acomodamiento al valor real de los bienes es muy complicado, sobre todo porque la misma cadena de costos se ha incrementado y se seguirá incrementando.

Otro de los problemas es el sobre stock que varios comerciantes realizaron para ganarle a la inflación, pero ahora, en un contexto recesivo y con el consumo estancado, los productos de corto vencimiento –como los comestibles– se están aproximando a su fecha de expiración, lo cual desafía al ingenio para volcar al mercado todos esos productos antes de que no pueda venderlos y pierda todo ese capital.

Es en este contexto donde entra a jugar una estrategia comercial conocida como “2 por 1” o descuentos considerables en el valor del segundo producto (Por ejemplo, con la compra de un segundo paquete de fideos, el valor se reduce un 50%).

Sin embargo, y a falta de complicaciones, el ministro de Economía Luis Caputo esta semana apuntó contra este tipo de estrategias comerciales debido a que dificultan la baja y el método de cuantificar la inflación.

“La explicación de la protesta con las promociones por parte del Gobierno viene por el lado de que a los que les toca hacer el relevamiento de precios tienen que hacer un par de cálculos más. No es tan fácil porque no se limita solo a pedir listas de precios, porque cuando uno refleja los incrementos o las bajas en los precios generalizados de la economía lo hace un sistema estadístico, que lo que hace es comparar precios de una fecha con otra. Ahora bien, si el precio de la fecha vigente, vamos a llamarle el precio presente, lo tenés igual que el mes pasado, pero un 80% menos la segunda unidad entonces me estás diciendo implícitamente, no explícitamente, que el costo unitario de la unidad es menor”, informó Laderach.

“El enojo del gobierno es que esto se traduce en una dificultad para medir la baja de los precios o medir el avance o retroceso de la inflación, y eso provoca que dicho indicador sea más costoso, más dificultoso de medir y menos preciso, con lo cual puede llegar a generar una variación o un margen de error mayor al indicador. Todo esto hace que índice de inflación sea descreído por la población y eso es lo que el gobierno no quiere”, agregó.

Según los comerciantes, la segunda unidad a mitad de precio se compensa con más margen de ganancia en otros productos o bien con un acuerdo de ventas en volumen entre los supermercados y los proveedores. Pero el punto es que nunca se toca el precio de la primera unidad, que sigue aumentando.

En consecuencia, el ministro de Economía Caputo y el propio presidente Javier Milei entienden que si un comercio vende la segunda unidad de un mismo producto a mitad de precio debería poder, en realidad, vender la primera unidad a un valor más bajo. Porque suponen que, si un comercio puede vender la segunda unidad a un valor mucho más bajo es porque el precio de la primera está inflado para compensar el descuento en la segunda unidad.

“El gobierno está enojado con esta situación y le pide a las empresas que no apliquen el famoso 2 por 1 y que sinceren primero los precios, algo que no es tan sencillo porque de buena primera una empresa no te puede decir ‘Fantástico mi precio venía siendo 100 y ahora es 20’. Eso es deflacionar toda tu estructura de costos, porque vos no sos el dueño de la cadena de costos de tu producto y está armado por distintos actores. Entonces, para lograr lo que el gobierno pretende o uno sólo asume el golpe y paraliza de ahí para atrás toda la cadena o toda la cadena se sinceriza. No lo puede hacer un eslabón solo”, sostuvo el Secretario del Centro de Defensa Comercial.

“El Gobierno está pidiendo que no disfracen los precios con una estrategia comercial porque le ensucian los reportes y la estadística en un contexto y en una economía que funciona a tracción de especulaciones. Lo que el gobierno quiere lograr es que la economía funcione a base de sinceramiento.

Importación de alimentos

Hace unos días, desde el Ministerio de Economía anunció la autorización para importar alimentos, con el objetivo de forzar a la baja de precios en los fabricados en el país.

En este contexto, Laderach dio su opinión: “Estoy a favor porque lo que hay que hacer es lograr que toda la cadena de producción agroalimentaria y de alimentos de la argentina y de comercialización entienda que los alimentos están con un precio inflado y lo tienen que desinflar. Y si no lo desinflan, la gente va a optar por otras por otras marcas”.

Sin embargo, también descree que esta medida solucione el problema: “Dudo que marcas del exterior quieran participar en el mercado interno argentino porque no es tentador y es un mercado minúsculo. Un gran productor de alimentos de China no sé si te va a mandar producto para Argentina porque no es un mercado con un consumo per cápita elevado. Creo que prefiere ir a comunidades con consumo per cápita más elevado y de mejor poder adquisitivo”.

Fuente: Ahora El Día
 

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