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OPINIÓN

Presos y paranoia

La idea de disponer que los presos cumplan sus condenas fuera de la cárcel trajo aparejado una situación cercana a la paranoia. Muchas personas se muestran indignadas porque consideran que se trata de un privilegio inaceptable y que los presos deben, por lo menos, podrirse en la cárcel, atendiendo la remanada metáfora tan cara a los sectores más acomodados de la sociedad. Los presos no han perdido todos sus derechos, sino solo algunos.

 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

Las redes sociales se han convertido en el espacio donde muchas personas sienten la necesidad de opinar. Opinan quienes saben, los analfabetos, la expertos y los ignorantes. En la red “es lo  mismo un burro que un gran profesor”, glosando a Discépolo.

Desde la televisión y con supina ignorancia se trae a colación la gravedad de los delitos. Pero esa no es la discusión. La discusión tiene que ver con el hacinamiento en las cárceles. Y debe tenerse en cuenta que en Argentina hay sesenta mil presos, y más de la mitad no tiene sentencia.

La pandemia trajo como una de sus derivaciones la situación de los internos en las cárceles. Hubo motines, tumultos, reyertas y toda clase de peticiones pero la principal es la prisión domiciliaria debido al hacinamiento. Esto generó indignación de personas quienes canalizan su bronca a través de las redes sociales. Entre las afirmaciones más contundentes figuran:

  • Si mataron, violaron y robaron deben podrirse en la cárcel.
  • No se les puede conceder el privilegio de enviarlos a casa porque son delincuentes.
  • Al cometer delitos perdieron todos sus derechos
  • Por algo están presos
  • Reciben un sueldo que pagamos todos.
  • Los derechos humanos son para los presos, y no para las víctimas.

 

En general se supone que los culpables de algún delito deben estar tras las rejas y que sirva como castigo. Sin embargo están los condenados con prisión en suspenso y el culpable no estará materialmente tras las rejas. Además el juez puede disponer según las más diversas circunstancias que cumpla con la pena fuera del edificio carcelario e inclusive en su domicilio.

En su domicilio o en la cárcel el condenado no se libera de la pena sino los modos de cumplimiento.

Los conductores de programas de televisión colaboran notablemente con la confusión general.

Derechos

Se suele suponer que los condenados han perdido todo derecho. Esto no es verdadero. En sentido estricto no gozan de  libertad ambulatoria, no disponen de sus bienes ni gozan de la patria potestad.  El condenado recupera esos derechos una vez cumplida la pena.

En su domicilio o en la cárcel el condenado no se libera de la pena sino los modos de cumplimiento.

Desde la televisión y con supina ignorancia se trae a colación la gravedad de los delitos. Hay allí violadores, homicidas, filicidas, ladrones, arrebatadores, pungas, escuchantes…Pero esa no es la discusión. La discusión tiene que ver con el hacinamiento en las cárceles. Y debe tenerse en cuenta que en Argentina hay sesenta mil presos, y más de la mitad no tiene sentencia.

Hubo periodistas (o así se presentan) que se indignaron porque el servicio penitenciario negoció con un hombre condenado por homicidio. Negociar con la Carmelitas Descalzas hubiera sido lo ideal, pero en las cárceles viven delincuentes. Ese hacinamiento es propenso para el contagio, y se incluye al personal penitenciario, administrativos y personal de servicio.

Seguridad

Cuando el Estado detiene y condena a una persona, es responsable de su seguridad. Es un absurdo incoherente suponer que si el condenado va a prisión domiciliario se violan los derechos humanos de las víctimas o de sus familiares. Esa afirmación no tiene sentido alguno.

Y un párrafo final. La diputada provincial Felicitas Beccar Varela, del PRO, seguramente colmó el vaso. Esto dijo:

“El coronavirus es una excusa para cerrar la economía, cerrar las fronteras y que todos los comercios e industrias fundan para luego empezar a estatizar. Compran las empresas a precio muy barato y si no te las pueden comprar te la sacan”

Y agregó: “Los presos liberados son futuras patrullas que amenazan jueces y que los largan para tomar tu capital. Te van amenazando, no es joda”.

Es una buena síntesis acerca de la paranoia de un sector de la sociedad, sobre todo en las clases de buen poder adquisitivo. Una  aclaración final: quienes envían a los presos a cumplir en sus domicilios son los jueces. No es el presidente de la Nación quien toma esa decisión. Es una verdad de Perogrullo, pero la aclaración parece necesaria.

 

rubengallay@hotmail.com

 

 

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