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VEINTE AÑOS DE EL MIÉRCOLES

“Nosotros no somos profesionales, somos caraduras” (2001)

Esta entrevista fue publicada en el número 71 de El Miércoles. Se trataba de uno de los 'Acosos', en los que varios periodistas dialogaban con el protagonista, que en este caso era Héctor Negro Apeseche, uno de los mayores emblemas del tango uruguayense. El 28 de abril de 1930 nació en La Histórica. Su cumpleaños N° 90 y los 20 años de Miércoles son las razones de la nueva publicación de este reportaje.

El miércoles 25 de julio de 2001 salía a la calle un nuevo número del semanario, en cuya tapa se veía, como nota principal, el escándalo por las dichos del entonces subsecretario de Salud provincial -grabados en una cámara oculta- contra médicos del Hospital Urquiza despedidos por la polémica Ley 9235. Adentro, se destacaba el reportaje a este cantor de tangos que en 1946 comenzó con su legendaria trayectoria. Allí, comentaba sus experiencias y se definía: “Nosotros no somos profesionales, somos caraduras”.
Así, compartiendo con nuestros lectores algunas de las más relevantes notas publicadas durante dos décadas, celebramos los 20 años de Miércoles, que se cumplen en este 2020.

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HÉCTOR APESECHE, CANTOR DE TANGOS

“Nosotros no somos profesionales, somos caraduras” *

 

A los 71 años no le afloja: el Negro Apeseche sigue cantando tangos en cuanto escenario le ofrezcan. Jovial y conversador, se prestó al 'Acoso' y se cansó de contar anécdotas de una vida de “vagoneta”. Nació en Concepción del Uruguay en 1930. De padre uruguayo y madre argentina, se mantiene a los 71 años con ganas de seguir cantando. “Yo no soy cantor: me gusta cantar, que no es lo mismo. Nunca lo hice profesionalmente”, dice Apeseche.

 

Entrevista del equipo periodístico de El Miércoles

 

LA TÍPICA Y LA JAZZ

La característica ¿qué hacía, jazz, foxtrot...?
Mucho jazz y después le metían pasodobles, foxtrot. La típica, música nuestra como valsecitos, milongas y tangos. Y la gente bailaba todo. Pero siempre hubo una música foránea. En aquellos tiempos, de lo que me acuerdo, vino el ritmo del cha, cha, chá; la conga. Me preguntás qué es eso y ya no me acuerdo, pero eran ritmos como los que nos inyectan de afuera todos los años. Trabajábamos en los bailes de las escuelas, en las colonias, se usaban equipos de amplificación a batería, con acumulador. Arriba de un árbol colocábamos una bocina, no se usaban los parlantes. En una fiesta donde había 200 personas, una bocina arriba de un árbol, la otra más allá, a 50 metros porque el micrófono a 20 metros acoplaba. No había el adelanto que hay ahora, un micrófono y eran cuatro músicos y un cantor, ¿saben cómo saldría de feo? Pero laburábamos y nos pagaban. Y siempre se ganó bien, no digo un sueldo, pero había mucho laburo. Después empezaron a venir los chicos, lo que llamábamos la música moderna y se formaron otros grupos. Mucha guitarra y batería.
Esas cosas raras...
Claro. Al tiempo, empezaron a entrar los teclados, pero lo que puedo contar de lo mío, es eso. Arranqué en el año 1946, debuté en un baile. Había un rancho, un quincho inmenso que estaba en uno de los caminos viejos a Colón, por la Sociedad Rural. Fue con el Cuarteto Novel, que dirigía Luis Herling (cuando falleció, por suerte, quedó su hijo Luisito, que toca el bajo, y es un gran músico). Bueno, canté y me pagaron. Yo me fui con guita a mi casa. Hasta el 50 cambié como cuatro o cinco orquestas. Orquesta le decíamos nosotros, cuatro o cinco músicos, siempre en típica o música popular, como le llamaban. Estuve con Luis Herling primero, después con los hermanos Scévola, Eduardo Mancinelli, Antonio Vicens, que trabajábamos en el antiguo Club División Río Uruguay que ahora es Parque Sur, Rivadavia, en bailes de carnaval, ocho noches seguidas. Arrancábamos el sábado y terminábamos el domingo siguiente.
Ahí hacían buena diferencia, ¿no?
Sí, se ganaba bien. En la semana de Carnaval te hacías un sueldo. En esos bailes se metían tres o cuatro mil personas, no exagero nada. División tenía tres pistas, porque había dos o tres canchas de básquet y las llenaban. Cantaba en la confitería Ramírez, que estaba Tófalo antes. Ahí hacía el verano completo. Tocábamos todas las noches y teníamos una de descanso. Compartíamos escenario con Ismael Haidar, un amigo mío, un cantorazo, por suerte vive y canta como los dioses. Una vez estaba en mi casa y aparece un señor que era un representante de orquestas y se vino a contratarme, a las 6 de la tarde, a decirme: “Che, pibe, ¿podés cantar con Juan Cambarelli esta noche en el club División?”. Era un cuarteto típico de aquellos tiempos que hacía un ritmo como el de Roberto Firpo, ustedes son jóvenes, no van a entender, pero averiguando... ¡Profesionales! Todavía se escuchan grabaciones de esa gente. Para mí era crecer mucho. Fuimos, canté y después me sacó a una girita por Entre Ríos con él y me daban unos manguitos. Pero no quiero hablar de plata, no pasa por ahí. Estuve en la orquesta de Telmo Follonier, de San José, un sexteto, arregladito, instrumentado, ahí estuve como 30 años cantando.

«Éramos todos vagos. Locos de secos, pero vagos. La vagancia, cuando se hace sanamente es linda porque te ayuda a vivir, porque si te enclaustrás en tu casa y empezás a pensar... Yo tengo 71 años y tengo ganas de vivir como si tuviera 40».

 

CANTOR DE RADIO

Tuve la satisfacción de cantar en Buenos Aires, en el 57. Había un concurso de cantores y cancionistas de tango a nivel país, por radio. LT11 era una filial de de LR4 de Buenos Aires, Radio Splendid, que organizaba eso y me tocó ir a mí. Al director de ese tiempo, le dijeron: “Acá hay dos tipos que cantan, que son Ismael Haidar y Héctor Apeseche”, entonces tiró la moneda y la pegué. Me mandaron un giro postal. En ese tiempo viajar en el vapor de la carrera era lo máximo, como viajar en avión. El cantor tenía que ir de primera. Fue una cosa bien organizada. 15 días antes había que mandar el título de dos temas y los tonos y la orquesta de allá lo arreglaba. Canté con la orquesta estable de LR4.
Se cantaba por radio todavía...
Todo música en vivo. Íbamos de todas las provincias, era los días domingo, éramos ocho cada ronda, cuatro mujeres y cuatro varones. En la ronda que me tocó actuar ganó un muchacho del barrio de La Boca, un tal Suárez, tengo la revista de año 57, Radiofilm, que está la foto del ganador, de los que competimos y un comentario a favor del entrerriano. Fue todo hermoso. Fui con la guita que mandaron para viajar y volví con plata. A valores de ahora no tengo idea, pagué pasaje de ida y vuelta, los gastos allá corrían por cuenta de ellos. ¡Estoy hablando de plata otra vez, la puta madre!

«¡Soy aficionado nomás! No estudié nunca. Los cantantes van a las academias para impostar la voz, vocalizar. Yo digo que la boca es una caja de resonancia, tenés que sacar la nota como debe ser y la palabra. La dicción es importantísima».

 

COMO LOS GITANOS

Después me reintegré a la orquesta de Follonier y estuve un tiempo y me afinqué definitivamente acá, porque andaba viviendo en los pueblitos vecinos como los gitanos. He hecho algunas giras por el Uruguay, pero siempre a nivel aficionado, cantando en los cabaret, fuimos con la orquesta de Luis Herling a Brasil, después de un carnaval juntamos la guita y nos fuimos diez días. Una experiencia hermosa, éramos todos vagos. Locos de secos, pero vagos. La vagancia, cuando se hace sanamente, es linda porque te ayuda a vivir, porque si te enclaustrás en tu casa y empezás a pensar... Yo tengo 71 años y tengo ganas de vivir como si tuviera 40.
¿Hace casi 60 años que canta y dice que no es cantor?
¡Soy aficionado nomás! No estudié nunca. Los cantantes van a las academias para impostar la voz, vocalizar. Yo digo que la boca es una caja de resonancia, tenés que sacar la nota como debe ser y la palabra. La dicción es importantísima.

«Soy del 30 y Gardel ¿cuándo vino a cantar acá? Cada vez que entro al supermercado, me da rabia y lloro, porque ¡de un teatro poner un supermercado...!».

 

AQUELLAS VOCES

¿Quiénes son los cantores de tango que ha tenido como referentes?
(Piensa) Roberto Rufino.
¿Es el que más le ha gustado?
Sí.


¿Más que Gardel?
Yo no soy muy gardeliano. Sé que Gardel fue el summum. Ahora hay mucha gente que lo usa a Gardel, eso es otra historia. Creo que Gardel mostró en el mundo qué era Argentina y qué era el tango. Pero lo respeto muchísimo, en mi repertorio tengo, en la memoria, 60 y pico de letras, pero de Gardel, muy pocas cosas. 'El día que me quieras' o 'Volver', esas obras maravillosas, no las canta nadie como Gardel. A mí me gustan Roberto Rufino, Roberto Goyeneche, Floreal Ruiz, Alberto Marino... ¡Hay como 20! No sé si los que lean esto pueden conocer, son toda gente grande. Los  viejos tangueros los ubican. Además, son los que marcan ese tango cantado más naturalmente, no tan aflautado como en la década anterior y varios de ellos con esa preocupación por la dicción. La perfección en dicción, para mí, fueron Goyeneche y Rufino.
¿Julio Sosa?
Me gustaba más como recitador que como cantor. Era más bien un cantor frío. Lo veías actuar y tenía una expresión de aquellas, pero las grabaciones no tienen la emoción que tiene que tener el tango. Es cuestión de gustos.
¿Se acuerda cómo fue acá, en el momento de la muerte de Gardel, hubo conmoción, o no pasó nada y después el mito fue creciendo?
No me acuerdo de nada.
Usted era muy chiquito.
Soy del 30 y Gardel ¿cuándo vino a cantar acá? Cada vez que entro al supermercado, me da rabia y lloro, porque ¡de un teatro poner un supermercado...! Ismael Haidar, que es como un hermano para mí, es muy gardeliano, no le hablés mal de Gardel porque te pelea.

«'Balada para un loco', 'Chiquilín de Bachín', hay que cantar, hay que afinar, es algo de terror. Me gustaría cantar esos temas, no por modernizarme, sino porque me gustan, no lo hago por comercio, me gustaría poder hacerlo».

 

HEAVY TANGO


¿Piensa que en el momento el impacto no fue tan fuerte, sino que fue creciendo como un mito?

Puede ser, debe haber sido algo horroroso.
Como lo de Rodrigo Bueno…
El tema éste de Rodrigo, hay que respetar toda la música, pero a veces te sale el indio. A mí me salta el indio. A veces digo, en joda porque si lo dijera en serio sería un estúpido, los grupos que cantan todo en inglés, yo no sé si el tipo me está puteando o está hablando que se le murió la madre o es una canción de protesta. Esas ovaciones y los gritos, los chicos que se desnudan y se desmayan. Y en mi tiempo eso no existía. Había fanáticos, sí, de aplaudir, pero será que a mí me gusta la poesía. Como yo no los entiendo... Será por eso mi forma de renegar, pero reconozco que lo que hacen está bien. Yo tengo una compañera que está conmigo, que a ella le gusta mucho el rock. Pero yo acepto más el blues. Es más melancólico, más sentimental...
Es más cercano al tango...
Y el rock es sólo un ritmo, sería lo mismo que nosotros, los tangueros, vayamos a un recital a tocar solamente tangos... La gente va a pedir milongas, valses... Y el rock es todo lo mismo, un mismo golpe de batería...
¿Por qué le resulta más digerible el blues?
Es más melódico, como el bolero, me da la impresión, tiene otro mensaje. Ahora, escucho a Maná y me encanta, y lo aguanto a Santana con Maná. Yo digo: los guitarristas de rock, me da la impresión que uno de estos locos que toca 'Pájaro Campana', que cuando más verdura metés... Y a mí lo que no me gusta es la verdura. Van continuamente improvisando. Para ellos es divino, una digitación de aquellas, pero no hay gusto, no hay alma, me parece. Porque a mí me gusta la poesía. Pero los respeto, son músicos. Jóvenes o viejos, tocan bien. A mí me pasa que capaz que estoy una noche de rock y me duelen los oídos.

«Si acá lográramos tener cuatro músicos que hagan una base de tango, entonces tal vez me animaría a cantar los temas de Piazzolla, pero bien acompañado».

 

EL TANGO DE JULIO VERNE

El rock es un solo ritmo, como el blues, como el bolero, o como el tango. Yo soy un hincha fanático de la poesía, que ellos tienen su poesía. Soy fanático del jazz y el jazz tocado con vientos y cuando entran los negros con el bajo pizzicato y los pianos...
Hablando del jazz y su relación con el tango ¿Qué le parece Piazzolla?
¡Piazzolla es el summum! Tengo amigos, menores que yo incluso, que dicen que Piazzolla no es tango, no les gusta. Piazzolla es tango. Se murió y mirá los tangos que quedaron de Piazzolla y lo están tocando las orquestas. Es un tango de avanzada, fue el Julio Verne del tango. Y hay muchos como él. El otro día fuimos en Paraná a un recital y estaba Rodolfo Mederos con un quinteto que madre mía. Ahora, a lo mejor al que le gusta el tango clásico no le atrae.
¿Qué opina cuando uno de afuera se mete a hacer tango, como Juan Carlos Baglietto, por ejemplo?
Me encanta. Baglietto con Lito Vitale me encanta.
Además, ahí está ese componente que dice usted, porque a Baglietto se ve que le gusta. Es distinto que Julio Iglesias haciendo tangos.
No, nada que ver. Es otra cosa.
En el repertorio que usted elige, se nota ese gusto por la poesía...
Un viejo como yo que cante 'Afiches', a un viejo más joven que yo, a lo mejor no le gustan, me va a pedir 'Mano a mano'.

«Si no aprendés del que sabe más que vos... Acá yo no encuentro un cantor al que le pueda copiar, entonces escucho y trato de robarle a Floreal, a Rufino, a Goyeneche... Robar es la única forma».

 

CORAJE PARA CANTAR

Los temas de Astor Piazolla con (Horacio) Ferrer, hay que ser muy corajudo y yo no me creo. Me las di de cantor toda la vida, pero cantar las obras esas... 'Balada para un loco', 'Chiquilín de Bachín', hay que cantar, hay que afinar, es algo de terror. Me gustaría cantar esos temas, no por modernizarme, sino porque me gustan, no lo hago por comercio, me gustaría poder hacerlo. Aparte para cantar eso, con todo respeto lo digo, necesitás músicos. Y acá, los músicos, son como los cantores. No habemos músicos ni cantores profesionales. Vos cruzás el puente, pisás Zárate y se acabó, cualquier porteño te hace pelota. Porque el tango está allá. Yo me las doy que soy Gardel, en el Auditorio (Illia) todo el mundo me ovaciona, si voy a Buenos Aires y me siento en un boliche, escuchás esos monos cantando, me voy a carpir veredas. Es así. Acá vino un músico profesional que se llamó Totó Rodríguez y hubo músicos que se encargaban de hablar mal de él. Que me perdonen los profesores de música, los músicos, pero yo digo la justa. Si acá lográramos tener cuatro músicos que hagan una base de tango, entonces tal vez me animaría a cantar los temas de Piazzolla, pero bien acompañado.

 

MÚSICA DE CORNUDOS

En esa mini gira que hicimos por Brasil, nos decían que el tango es la música del cornudo, porque el hombre siempre ataca a la mujer, menoscaba a la mujer...
Salvo a la madre.
Pero hay otras letras de tango que no hablan de eso, que son más suaves. Porque no nos engañemos, la mayoría va a tener cuatro o cinco mujeres en la vida. La primera es descartable, cuando te casás la primera hay que echarla al año porque después no sirve.
Hay un tango –que usted canta– que dice: “sos la última de mi vida”.
Eso es un respeto total a la mujer: “ya no puedo equivocarme, sos la última en mi vida”. Después está 'Dame tiempo': “El asunto está bien claro, vos estás en tu derecho, fuiste buena y yo no supe responder a tu bondad, pero ahora, sin embargo, se me arruga todo el pecho porque veo que de veras, que de veras te me vas”, la mina tenía un problema porque al loco le gustaban las carreras y era un vagoneta, laburar no.
¿Son todos vagos los tangueros?
La mayoría. (Canta) “No lo niego, no lo niego que soy algo calavera, que desprecio por la farra los encantos del hogar”. Eso no es agredir a la mujer. “Yo me juego todo el vento a las carreras, ... que he resuelto comportarme como un hombre de verdad, volverás a ser feliz, te lo aseguro, si en mi casa te quedás”, la mina agarró el bagayo y se iba. Como están las letras agresivas. Yo no quiero cantar, por ejemplo, 'Cobardía', que dice: “Anoche mismo he podido comprobar que ni la puerta de esta casa respetás”... ¡Qué groncho! “Yo ví con estos ojos los besos que él te dio”... ¿Por qué bate, por qué no se lo guardó” “y oí que se reían burlándose los dos”... ¡Guampudo de mierda! Lo puede vivir el rockero, el blusero, pero a lo mejor no escriben letras tan agresivas como algunas letras de tango.
¿Piensa que es todo real, no puede ser una ficción del tipo?
Pienso que no, que es todo real.

«Yo hace 50 años que ladro y, como medianamente afino y llevo el ritmo de la cosa, cualquier músico te puede acompañar porque tengo seguridad. Perdoname la pedantería: tengo seguridad en lo que hago, a mi manera, entonces el músico que está seguro del cantante».

LEJOS DE BUENOS AIRES


Hablaba de Totó Rodríguez ¿Tiene el recuerdo de algunos compositores nuestros que recuperen esos tópicos del tango?

Juan Pesce, tocaba el bandoneón. Es autor, tiene algunos temas con Pedro Salvini que escribía las letras. Carlos Tanga tenía dos o tres temas también. Esos son autores que me acuerdo que tienen obras registradas. Totó era hijo de un profesor de bandoneón que hubo acá, don Faustino Rodríguez, que sacó tres músicos buenos a carta cabal. La hija está en Estados Unidos. El Yeye llegó a ser primer violín de la orquesta de José Basso, uno de los mejores del país y salió de acá de Uruguay, y la mayoría de los bandoneonistas de acá aprendieron con él. Acompañó a Goyeneche y  al Negro Lavié.
¿Y por qué le parece que no prospera ese tipo de músicos? ¿Por qué hizo esa referencia obligada a Buenos Aires? ¿Piensa que en Entre Ríos no se puede ser tanguero?
Sí, pero falta escuela. Acá, los que aprendieron en bandoneón, cantando o lo que sea, pararon ahí, porque no hay un profesor que sepa más que los que les enseñaron a ellos. Hay que ir a la cuna. Cuando vino Totó, formó un trío que se llamaba Los Tangolandios, dicho por ellos, que lo que aprendieron con Totó en tres meses no lo aprendimos con todos los profesores de Uruguay. Porque Totó era muy superior a todos los que están acá y vino con la enseñanza de Buenos Aires. Si no aprendés del que sabe más que vos... Acá yo no encuentro un cantor al que le pueda copiar, entonces escucho y trato de robarle a Floreal, a Rufino, a Goyeneche... Robar es la única forma.

 

LOS DESCONOCIDOS DE SIEMPRE

Acá para escuchar tango son siempre los mismos, todas caras conocidas. Esas personas van a todos los boliches que hay tango ahora: al Café de la Plaza, el Tango Bar, el boliche del Elvio y la confitería de enfrente, que estuve cantando como tres años en la Rys y me borré porque no me gustó el trato de la patronal. Le pedí que me pague un poquito más de plata y no me dio bola. No puede pagarme, yo canto enfrente. Canto en La Costera, que hace 19 años tiene música en vivo todos los sábados. En el Café vamos a continuar. Vamos a cambiar un poco, entonces estoy por armar un trío que me acompañe y vamos a invitar a otra gente que puede ser del rock, del blues u otro grupo de tango. Además, pueden bailar.
¿Cómo es la respuesta los miércoles, hay jóvenes?
Muy pocos. Yo esperaba otra respuesta con los chicos jóvenes. Van. Pocos pero van. Pero te piden 'Chiquilín de Bachín', 'Balada para un Loco' y el viejo no puede cantar, entonces tenemos a Romina Piñeyro, tiene 22 años y se canta todos los temas de Piazzolla. Y la acompaña un sobrino mío que hace lo que puede. Si hubiera un grupo que lean y que toquen... En el último festival del Tango 2000 estuvo un trío, El Berretín, toca un chico Taborda que es de acá y no se puede creer. Son Piazzolla, una prolijidad... Con ese dúo, se puede cantar. Y a los chicos que van al Café les gusta eso.
¿Es como antes, que le decían a las 6 de la tarde que había que cantar a la noche e iba o tiene que tener un ensayo?
Sería lindo ensayar, pero nosotros ensayamos arriba del escenario. Parrilla, le llamamos, como decíamos antes: “hay que tocar fuerte y feo”. Puede haber un ensayito, pero no hay arreglos musicales. Como está la partitura, así simple.
¿Y no es arriesgado hacer un show así?
Claro que es arriesgado. Pero nosotros no somos profesionales, somos caraduras.
¿No piensa que ayudaría ensayar?
Ayudaría, pero es difícil juntar tres músicos, dos veces por semana. Toda la vida fue así, no sé qué les pasa a los locos del tango. Eso es lo que les envidio a los chicos de ahora, que ensayan todas las noches.
¿Porque los tangueros son vagos?
Yo hace 50 años que ladro y, como medianamente afino y llevo el ritmo de la cosa, cualquier músico te puede acompañar porque tengo seguridad. Perdoname la pedantería: tengo seguridad en lo que hago, a mi manera, entonces el músico que está seguro del cantante... Si hay un músico que se caga en el ritmo, como decimos nosotros, no podés. No es lo que yo quiero.

 

EL CD PROPIO


Ahora es más sencillo grabar ¿No se le da por grabar?

A mí me hicieron unas pistas, pero le tengo miedo. La voz tiene que acomodarse. Una cosa es cantar en vivo, que por ahí desafinás o la voz patina y la grabación es otra cosa. Me encantaría grabar, pero hay que hacerse un tratamiento de una semanita, nada de whisky...
Eso es complicado.
¡No se puede! (risas).
¿Cómo se hace para transmitir el tango a los jóvenes? Goyeneche decía que el tango no tiene apuro, que te espera...
El tango se empieza a mamar después de los 30. El tango de Piazzolla, a los 15 o 16 te lo están pidiendo.
¿Cuántas noches por semana anda cantando?
Actualmente dos veces, en el Café los miércoles y después en La Costera o el bar del Elvio.

 

CÓMO LO VIMOS
1 – Conciliador: Pese a tener duros conceptos en varios pasajes de la charla, don Héctor siempre concluyo relativizando esa dureza: “Es mi opinión, nada más”, o “Será que yo no sé de eso”, eran las muletillas para suavizar.
2 – Compañía: Apeseche llego acompañado por su mujer, a la que hizo intervenir en la conversación en un par de ocasiones. Y de quien también dijo que es su “principal crítica”.
3 – El cantor que no canta: el hombre hace más de medio siglo que canta tango, pero por modestia no se reconoce como cantor. “Hace más de cincuenta años que ladro”, dice con humildad.

 

HÉCTOR NEGRO APESECHE

Cantor de tangos. Nació el 28 de abril de 1930 en Concepción del Uruguay. En 1946, a sus 16 años, el maestro Luis Herling que tenía un cuarteto formado por dos bandoneones, un violín, y un contrabajo le propuso cantar. Su primera presentación fue en El Rancho, un quincho en la Ruta 14 vieja.

Las dos primeras canciones que cantó allí con público, fueron el tango Margaritas y el vals Pobre Flor y ya no se bajaría de los escenarios. Su voz recorrió bailes, festivales, milongas y festejos de carnaval en Entre Ríos, el Uruguay, y hasta llegó a cantar en un viaje a Brasil en Santana Do Livramento. En 1957 fue seleccionado para representar a Entre Ríos en el concurso nacional de tango de LR4 Radio Splendid de Buenos Aires, que organizó la revista Telefilm. Cantó el tango 'Lágrimas de Sangre' acompañado de la orquesta de Francisco Trípoli, integrada por 13 músicos, ante un jurado integrado entre otros por Edmundo Rivero, Enrique Mario Franchini, y Horacio Salgán.

En el año 2001, junto al Rositango Trío de Rosario (Santa Fe), grabó un disco en vivo en el marco del festival Concepción Tango 2000 en el Teatro Texier de Concepción del Uruguay. En 2013 recibió el Premio Escenario, ortorgado por el diario Uno de Entre Ríos. También, participó en la canción Cuando miran tus ojos del disco Que siga el cantor, de El Pato Viganoni. En 2015, acompañado por Atahualpa Puchulu en guitarra, cantó el tango El Bazar de los Juguetes en el documental 'Quién Fue El Cantor', en homenaje al personaje popular uruguayense.

En 2017 el Concejo Deliberante, lo homenajeó poniendo su nombre a la calle pública N° 474 (Ordenanza N° 9952). En 2018 protagonizó el video de Bohemias, del disco Melodías de Pueblo y Montiel de Facundo Torresan Trío, junto al actor Félix Gutiérrez. A sus 89 años continúa cantando en los escenarios uruguayenses y de la región.

* Esta entrevista y la reseña sobre la trayectoria de su protagonista están incluidas en 'Voces Nuestras', el último libro de la Editorial El Miércoles. El 'Acoso' original fue publicada en el N° 71 de El Miércoles, el 25 de julio de 2001.

 

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