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Y ahora la xenofobia…

La xenofobia es una rémora de los tiempos en que los  hombres se agrupaban en clanes. La permanente defensiva de cada clan era el modo de sobrevivir.  De allí el odio permanente, como una coraza para continuar viviendo.  Han pasado miles de años, pero esa visión del otro continua en pie. El extranjero es un invasor, un perturbador de lo que “nos pertenece”. Cada tanto reaparece la xenofobia y ahora a regresa contra los estudiantes de la Universidad Nacional de Buenos Aires, que no son argentinos.

 

Por ANÍBAL GALLAY

 

La xenofobia es el odio irracional hacia el extranjero. Los italianos tienen la palabra “straniero” que la emparenta con el extraño, el que está afuera. Afuera en un sentido cultural. Para el xenófobo  el extranjero no pertenece a su mundo. En determinados círculos sociales se hable de “gente como uno”. En la Argentina esa xenofobia tiene  una variante interna. En sectores de la clase media  y alta se considera como “extraño” a los habitantes de la propia argentina aunque sean argentinos, y con una denominación específica: “los cabecitas negras”.

Cada tanto aparece la xenofobia en la Argentina,  y esta vez llegó de una fuente impensada: Jorge Lanata. Y llegó por el costado de los estudiantes extranjeros en la Universidad Nacional de Buenos Aires, que suman 13.000. Aunque no lo dijo se pueden agregar otras cifras. La totalidad de estudiantes extranjeros suman 38.000 si se consideran las universidades públicas y privadas. Un caso llamativo es la Universidad de Palermo (privada) donde el 30 por ciento de los estudiantes son extranjeros, de 59 países diferentes.  Y un dato interesante: 3,6 millones de personas, durante la última década, estudiaron fuera de su país de origen. Los datos son de la Unesco.

Gratuidad

Uno de los atractivos de estudiar en universidades públicas argentinas, es la gratuidad. Y allí se cuela la xenofobia. Como en la Universidad Nacional de Buenos Aires estudian 13 mil extranjeros, ello implica que el Estado aporta 360 millones de pesos anuales brindando educación gratuita.

Haciendo solo un análisis superficial y en relación al gasto que realiza el Estado, aceptando las cifras aportadas, se aprecia que al final la presencia de 13 mil estudiantes extranjeros tiene consecuencias altamente positivas.  Los jóvenes extranjeros que se instalan en Buenos Aires para estudiar son en general de clase media y alta, y es verdad que la cantidad de colombianos se ha duplicado en 10 años, por razones específicas de ese país. El estudiante instalado deberá alquilar un lugar donde vivir, viajar, comprar, consumir. ¿De dónde sale el dinero? De lo que envían sus padres de los países de origen. Necesitará un mínimo de 400 dólares (6.000 pesos) para vivir decentemente en una modesta pensión, alimentarse, vestirse y comprar libros y apuntes y el esparcimiento, llegado el caso. Y en todo este proceso pagará impuestos como cualquier argentino. Dejando en pie las cifras, de 13.000 extranjeros en la Universidad Nacional de Buenos Aires, significa para la ciudad el ingreso de 5,2 millones de dólares mensuales. En todo el año suma 62,4 millones de dólares. (En pesos: 936 millones.) La existencia de extranjeros dinamiza la económica.

En el imaginario de la clase media y alta se cree que los extranjeros les quitan lugar a los argentinos. Los argentinos pobres no acceden (salvo excepciones) a la universidad. Echando a los 13 mil extranjeros, no habrá 13 mil argentinos pobres que ingresen. Que no haya ninguna política al respecto no tiene ninguna relación con la existencia de estudiantes de otros países..

Con estas consideraciones sería suficiente, pero además habrá que agregar que la presencia de extranjeros enriquece a la universidad con el intercambio de cultura, saberes  experiencias y puntos de vista. Además que cada egresado será un propagador de los valores argentinos abriendo un abanico amplísimo. Es muy difícil que esto ingrese en el cerebro del xenófobo quien supone que todo extranjero es un depredador al que se debe sacar de encima. Será  inútil referir textos como “ y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”, que fue uno de los principios rectores que construyeron y construyen la nación argentina.

A  modo de ilustración cabe mencionar algunos extranjeros como el paraguayo Robin Wood, los uruguayos Hermenegildo Sabat Julio Sosa y China Zorilla, el estadounidense Adrian Suar, el brasileño Alfredo Lepera,  la británica Alicia Moreau de Justo. Y  por fin  Carlos Gardel, el más notable de los extranjeros.

rubengallay@hotmail.com   

 

 

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