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A DOS AÑOS DEL ADIÓS DEL "URUGUAYO"

Un domingo 19 de octubre de 2014 nos dejaba Carlos Ariel González Cardozo, "El Uruguayo". Hoy se cumplen dos años de su partida. El Miércoles Digital lo recuerda con esta nota publicada ese mismo día.

 

Periodista, locutor, una marca de la radio y la TV en Concepción del Uruguay y de la región, padre y formador de periodistas, referencia ineludible para la comunicación en ambas márgenes del río Uruguay, integrante de la Asociación de Periodistas (APDU) y en los últimos años también murguista, Carlos Ariel González Cardozo –“El Uruguayo” para todos quienes lo conocían– se fue poco antes de cumplir 69 años. Como escribió su hijo Ariel, “partió hoy en busca de su nota”.

 

Por A.S., de la redacción de El Miércoles Digital

 

Tarea imposible. Así sería una necrológica que intente reseñar todos los rubros en los que Carlos Ariel González Cardozo fue indiscutido pionero en la comunicación regional. Sería –quizás– inacabable. En la madrugada de este domingo 19 de octubre, después de batallar con una leucemia, “El Uruguayo” se despidió de su ciudad adoptiva. Así, “El Uruguayo” por antonomasia, a secas. En esta ciudad, pese a estar llena de orientales, él era “El Uruguayo”. Nadie que haya vivido en Concepción del Uruguay y haya prendido alguna vez la radio, podría dudar cuando alguien mencionaba a “El Uruguayo”. Ese era él.

 

De una cultura general tan vasta como lo era su generosidad para transmitirla, González Cardozo fue una de las voces más destacadas en la emisora estatal LT11. Quienes tuvimos la dicha de escucharlo en aquellos años del legendario programa “Vespertina”, nos encontramos con un  un periodista que respetaba a su público oyente y que lo consideraba inteligente… o capaz de serlo. “Vespertina” (como todo lo que emprendía el Uruguayo) era un oasis de libertad en una época aun timidamente en apertura, recién salida de la dictadura. Un espacio plural, de análisis político sensato, de entrevistas profundas, de humor inteligente y muchas veces socarrón, de música “que solo él pasa”. Carlos Ariel fue, en sí mismo, un multiplicador de voces, un “abridor” de horizontes plurales, un generador constante de alternativas informativas y de opinión en una ciudad que, por aquellos años, carecía de alternativas.

 

Nacido en Young pero sanducero por primera adopción, había comenzado su labor periodística en la otra orilla, con algo de experiencia en CW35 Radio Paysandú, tentó suerte en la TV montevideana, pero tras la “bordaberrización” del Uruguay (ese golpe desde dentro que vivió el país vecino) y el inicio de las persecuciones, muy joven, a comienzos de la década del 70, se vino “para este lado” en busca de horizontes laborales más estables, que le permitieran dedicarse a lo que le gustaba, a lo que llevaba marcado en el cuerpo, en el alma, en la voz, como su profesión: la comunicación social. Pero se quedó en Paysandú, en el Canal 3, donde conducía el noticiero. Allí lo vio Celso Villanueva, entonces director de LT11, en 1979, plena dictadura argentina (en esa época, la mayor parte de los entrerrianos de esta costa solo podía mirar los canales uruguayos: el 3 de Paysandú y el 12 de Fray Bentos. Los canales porteños, oh tiempos dorados, aun no contaminaban la vida costera).

 

Por un tiempo iba y venía, trabajando a la vez en Paysandú y en Concepción del Uruguay. Hasta en eso fue pionero: la integración regional, el Mercosur, todos esos ensayos y teorías que luego llegarían, nunca fueron obstáculo para que él (como tantos orientales) bordaran a mano, a fuerza de laburo, una frontera que separa, como es sabido, a un mismo pueblo. Él lo sabía y lo vivió siempre de ese modo. Un argentino oriental, como se definió a sí mismo Artigas, eso era Carlos Ariel.

 

Si desde la radio El Uruguayo formó a mucha gente e instó a otros a dedicarse al periodismo en serio, la tele lo tuvo también como pionero. En los años 80 condujo el primer noticiero de TV de la ciudad, en el canal local del sistema de cable Video Imagen. Desde esas aventuras (y con la complicidad de Pedro Parpagnoli, camarógrafo y amigo) Carlos fue volcando sus saberes y formando a los primeros periodistas televisivos.

 

Siempre mantuvo una respetuosa distancia de los sucesos políticos y sociales de la Argentina, pero no ocultaba que su corazón era profundamente frenteamplista. No hubo campaña del Frente en la que no colaborara. Y –como buen oriental de izquierda– sus recelos hacia el peronismo y sus dificultades para comprender a ese movimiento, afloraban en cualquier charla profunda con Carlos. Eso no le impidió, sin embargo, mantener amistades sólidas con importantes dirigentes peronistas e incluso cumplir funciones en el gobierno municipal y provincial.

 

Como periodista, también incursionó en la gráfica: experiencias como la revista “Ecos” lo tuvieron en su redacción, siempre inaugurando caminos en la zona.

 

En la última gestión de Carlos María Scelzi como intendente, fue secretario de Prensa y Relaciones Humanas de la municipalidad de Concepción del Uruguay (1987-1991). Poco después, con otros periodistas de la ciudad, integró la breve experiencia de la revista “Juntos” –de la que fue director– primer antecedente en la zona de periodismo autogestionario con ambiciones.

 

Durante dos años fue jefe de redacción del diario vespertino “Hoy en la Región”, de Roberto Román, uno de muchos intentos de abrir el juego periodístico en la región, una contracara necesaria ante los medios dominantes de aquellas épocas.

 

En 1995 se radicó en Paraná, donde se ocupó de la Prensa del Ministerio de Economía de Entre Ríos (entonces a cargo de Eduardo Macri y luego con Marcelo Casaretto). También trabajó para el vicegobernador José Lauritto. Le costó varios años regresar a la ciudad que adoptó y a la que adoptó. Una reseña no es el lugar para hacer cargo de amarguras, pero algunas puertas de lugares a los cuales profesionalmente enalteció, de repente no estaban abiertas para él, por falta (quizás) de los “enganches” adecuados.

 

Le detectaron leucemia hace poco tiempo. En una entrevista con Leandro Dupín, Carlos Ariel se refirió a su salud, contando que a medida que iba conociendo la enfermedad, también le iba perdiendo el miedo. Y como siempre, como cada paso que dio en su vida, lo tomó como un desafío más. “Uno se pregunta ¿por qué me tocó a mí? E inmediatamente me respondo ¿y porque no? Te tocó y tenés que afrontarlo, uno sabe que todo tiene un principio y un fin”, le dijo a Dupa en esa entrevista, seguramente sin saber que usó casi las mismas palabras con las que una de las personas a las que admiraba, Roberto Fontanarrosa, asumió su propia enfermedad.

 

El deporte (practicó fútbol hasta hace muy poco tiempo), la política, la murga fueron algunas de las pasiones que lo acompañaron toda la vida. Su pasión por este último género lo llevó a sumarse a una de las murgas al estilo uruguayo que se formaron en Concepción del Uruguay, llenándolo de alegría por poder recuperar ese sentimiento que desde gurí vibraba en su espíritu. Así, la murga “Manso Guachazo” lo contó entre sus integrantes, y en septiembre fue su última actuación en un tablado: el escenario fue el Congreso de Educación realizado en el Club Rocamora.

 

Socio fundador de la Asociación de Periodistas del Departamento Uruguay (APDU), fue vocal en su Comisión Directiva e integró su Comisión de Ëtica. Hasta su deceso era miembro suplente de la Comisión Directiva. No era nuevo para él: cada iniciativa que procurara integrar y unir a los trabajadores de la comunicación social, lo tuvo en la primera línea. También integraba la Comisión Directiva de la Casa de la Cultura.

 

“El periodismo debe formar, informar y entretener”, repetía para que aprendiéramos quienes andabamos a la vuelta y no le llegabamos ni a los talones, en oficio, en bonhomía, en reparto generoso de sus conocimientos y experiencias.  “No digas ‘gracias’ al entrevistado cuando termina la nota. Ninguno debe agradecer. Los dos están cumpliendo con su labor”, decía muy calmo. Nunca lo vi enojado. Y las pocas veces que se irritaba, jamás salía de él un insulto, un maltrato. Pero era inconfundible: “No Juan, así no es”. Cuando decía “Juan”, se había enojado.

 

A quien firma estas líneas le tocó compartir con Carlos Ariel varios de los emprendimientos periodísticos aquí mencionados, además de muchas de sus pasiones. ¿Cómo olvidar que fue Carlos Ariel quien me pasó el primer casete con canciones de canto-popu que tuve en mis manos, con el Sabalero, Larbanois Carrero, Jaime Roos, Pareceres, cuando aquí eran palabras misteriosas  y, sobre todo, peligrosas? ¿Cómo no asociar los acordes y las palabras de “A redoblar” con este “Uruguayo” universal que nos enseñó tanto sobre periodismo y sobre la vida?

 

Hasta siempre, Carlos Ariel González Cardozo.

Carlos Ariel en Manso Guachazo
Carlos Ariel en Manso Guachazo

Fotos: Archivo El Miércoles y sitio de facebook de Manso Guachazo.

 

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