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A 12 mil kilómetros, algunas notas para tratar de entender el horror

El profesor Gustavo Sirota se reconoce en estas líneas "conmocionado" por los sucesos en Israel/Palestina. Pero sobreponiéndose a las emociones, aporta datos y opiniones que contribuyen a comprender mejor un conflicto que parece interminable y que amenaza con seguir extendiéndose y cobrándose vidas inocentes de ambas partes.

 

Por GUSTAVO SIROTA

Nota relacionada:  “Tenemos amigos y conocidos asesinados, hay pueblos cercanos donde más de la mitad de la población fue asesinada”

Soy cuarta generación de judíos, que huyendo de los progromos de la Rusia zarista, encontraron en Argentina la tierra donde poder vivir y progresar sin abandonar su identidad milenaria. Mis hermanos, Sergio y Gabriela viven hace años en Israel, allí viven mis sobrinos, sus parejas. Allí tengo amigos y afectos de años.

Sostuve y sostengo la necesidad de una solución pacífica al conflicto de medio oriente. Dos estados para dos pueblos, el derecho de Israel a tener fronteras seguras, el cese de la ocupación de los territorios palestinos, y tal lo preveía la Resolución 181 de Naciones Unidas en 1947, un status especial bajo tutela internacional para Jerusalén, Belén y los lugares sagrados de las tres religiones monoteístas.

Lo sucedido en estos días me ha conmocionado. Cuesta ser ecuánime. No privilegiar las emociones por sobre la razón. Tanta ferocidad desatada hacia inocentes - sin importar el bando que pertenezcan - nos pone frente a dilemas que trascienden lo político, que van más allá de cualquier ideología. Tiene que ver con la condición humana.

Podríamos derramar ríos de tinta sobre un conflicto que lleva más un siglo, al menos en su versión moderna. ¿Acaso los disturbios de 1920 en Jerusalén y Jaffa no son parte de esta espiral de irracionalidad y muerte que arrastra generación tras generación? La creación del Estado de Israel en mayo de 1948 - Nakba “Catástrofe” para los palestinos – señala quizás para la mayoría el punto de partida de una tensión permanente que ha llevado a guerras y enfrentamientos que casi no han cesado desde entonces.

Otros van más atrás en el tiempo y mencionan la “Declaración Balfour” del 2 de noviembre de 1917 como el principio del enfrentamiento. Es el primer documento oficial en el que el Reino Unido se comprometió a respaldar la creación de "un hogar nacional para el pueblo judío" en Palestina. El texto, que debe su nombre al ministro de Relaciones exteriores británico Arthur Balfour, señalaba específicamente que "no debía hacerse nada que pudiera dañar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina".

Veamos un poco lo que sacude nuestras conciencias en estos días y se replica sin cesar en portales, noticieros y redes. Conozcamos un poco de Hámas, de Gaza, de lo que pasa en una región en convulsión permanente, donde la sinrazón, el odio y la muerte han sentado sus reales.

“Hamás” es un acrónimo de “Harakat Al-Muqawama Al-Islamiyya”, que en árabe significa Movimiento de Resistencia Islámica. Fundado en 1987 por Sheikh Ahmed Yassin durante la primera intifada —insurrección -, el grupo como la mayoría de las facciones y partidos políticos palestinos, reconoce que Israel es una potencia ocupante y lucha por liberar los territorios palestinos. Considera a Israel un Estado ilegítimo.

El objetivo de Hamas es crear un Estado palestino, bajo los preceptos de un Islam  fundamentalista. A diferencia de otras facciones palestinas se niega a dialogar con Israel. En 1993, se opuso a los Acuerdos de Oslo, firmados por Israel y la Organización para la Liberación de Palestina. La OLP abandonó la resistencia armada a cambio de promesas de un Estado palestino independiente.

Hamas obtuvo una victoria aplastante en las elecciones parlamentarias palestinas de 2006. Un año después empleó la fuerza para arrebatarle el control de Gaza a la Autoridad Palestina y expulsar de la Franja a los grupos no fundamentalistas.  Desde 2007 el enclave es bloqueado por fuerzas israelíes y en enero de 2008 los egipcios cerraron el paso desde la frontera norte de la Franja, quedando la zona aislada y bajo control de Hamás.

No solo Hamás es parte de este conflicto. Otros grupos fundamentalistas como Yihad Islámica, Hezbollah desde Líbano; o laico como el frente Popular de Liberación de Palestina que opera especialmente en Cisjordania, son parte de una radicalización creciente de palestinos y sectores árabes que se oponen a Israel y sus políticas.

La Franja de Gaza como la conocemos es un territorio de 41 kilómetros de largo y entre 6 y 12 km de ancho recostado sobre el mar Mediterráneo. Su superficie total es de unos 365 kilómetros cuadrados, limita con Egipto al suroeste e Israel al norte y al este.

Allí viven unas 2.300.000 personas, siendo uno de los lugares más densamente poblados del mundo con casi 6400 habitantes por km2. Argentina tiene 16 habitantes por km2, esto es 400 veces menos. La región debe su nombre a la ciudad de Gaza, la ciudad más poblada de Palestina, que alberga unos 630 mil habitantes. Una cantidad similar vivían antes de esta escalada bélica en campamentos de refugiados – Jabalía, Shati, Buereij,  Maghazi, Rafah, Nuseirat, Deir El- Balah, Jan Junis - gestionados por Naciones Unidas.

La mitad de los palestinos en Gaza tiene menos de 20 años. Más de 80% de la población vive en situación de pobreza y el Programa Mundial de Alimentos considera que 63% de los habitantes de Gaza está en “inseguridad alimentaria” y dependen de la ayuda humanitaria. Todos datos anteriores a esta escalada que presagia una crisis humanitaria a gran escala, siendo en la primera semana del conflicto más de 500 mil las personas desplazadas de sus hogares y sin tener donde refugiarse al estar bloqueados todos los pasos de la Franja.

El 95% de la población no dispone de agua potable. Antes del conflicto la mayoría de las casas solo tenía electricidad entre cuatro y ocho horas al día. La Franja obtiene la mayor parte de su electricidad de Israel, así como de una única planta de energía de Gaza y una pequeña cantidad de Egipto. Tras el ataque de Hamas Israel estableció un “asedio completo” y bloqueó el suministro de electricidad, agua, alimentos y combustible al enclave.

La economía de Gaza estaba ya al borde del colapso con tasas de desempleo superiores a 46%, de acuerdo con el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS). Unas 22000 personas cruzaban diariamente hasta los primeros días de octubre a trabajar en Israel, donde cobraban sueldos hasta 20 veces superiores a los de la Franja.

Esa es la realidad del enclave. Imposible imaginar lo que será después del conflicto actual que solo suma dolor, tragedia y peores condiciones de vida para los habitantes del territorio en manos de Hamás.

La historia de la región nos lleva al Antiguo Egipto. La ciudad data del reinado de Tutmosis III - siglo xv a. c -. En tiempos bíblicos fue una de las ciudades más grandes de los filisteos y estuvo sucesivamente bajo control asirio, egipcio, babilónico y persa. Gaza fue construida en la época de Herodes “el grande”. En el siglo vi fue un importante centro cultural cristiano, hasta que en el 632 comienza la conquista musulmana de Palestina y es sometida por Amr Ibn Al-As en el 636. Fue capturada por los cruzados hacia 1100. En 1187 es reconquistada por los musulmanes y finalmente el Imperio Otomano toma el control de la región en el 1517.

Fue parte del Imperio otomano hasta 1917, cuando quedó bajo mandato británico. Durante la Conferencia de Paz de París de 1919 las potencias europeas vencedoras se repartieron entre ellas toda la región. La Franja de Gaza formó parte del Mandato británico de Palestina entre 1920 y 1948.

La resolución 181 de Naciones Unidas dividió Palestina y dio nacimiento al estado de Israel. La guerra árabe-israelí de 1948 ocasionó cientos de miles de refugiados palestinos que terminaron asentándose en la Franja de Gaza. Con la firma del armisticio quedó ocupada y administrada por Egipto hasta 1967. Tras la Guerra de los Seis Días en 1967 Israel ocupó Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

La incursión- un verdadero progrom - de Hamás en el sur de Israel y la posterior – en curso – respuesta militar israelí han empujado a la región a un callejón sin salida. Miles de muertos, decenas de millares de heridos, rehenes retenidos en condiciones inhumanas. Destrucción, horror y muerte. Preludio de una tragedia mayor que nadie parece querer detener.

Nadie escucha. A nadie le importa. Consignas, explicaciones – como si tanta irracionalidad pudiera ser explicada -, intentos de justificar lo injustificable. Palabras huecas que solo sirven para lavar culpas y tratar de soportar tanto horror.

Resulta difícil escribir sobre tanto dolor y tanto odio acumulados por décadas. Pero es necesario hacerlo, escribir, hablar, gritar. Lo que está en juego son vidas, miles, millones de vidas. De personas con sueños, con ilusiones, con proyectos que son arrasados por la fuerza brutal y la sinrazón de fanatismos incomprensibles.

La vida – de uno y otro lado del conflicto – es imposible si no hay una solución definitiva, que termine con anacrónicos fundamentalismos fanáticos y permita, para siempre, a los pueblos – a todos – el derecho a vivir en paz. En tanto los tambores suenan anunciando guerra.

 

 

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