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Pase a las notas enviadas por la familia Reynoso, desde la Uader nunca se han comunicado con la familia para brindarles un mínima explicación del porqué del destrato y falta de compromiso con este caso.

Denuncian que la Uader impidió continuar sus estudios a una joven discapacitada 

Es por el caso con una joven discapacitada de la localidad de Maciá que había empezado sus estudios “a distancia” en la carrera de Bibliotecología en Paraná. Desde la Uader se habían comprometido a enviarle el material de estudio, correcciones y evaluaciones por correo electrónico pero no lo cumplieron. Mientras luchan para que su hija no pierda las esperanzas en poder estudiar, la familia viene reclamando desde hace tres años ante la institución universitaria y los organismos competentes, pero como respuesta sólo han recibido el silencio.

 

Por SEBASTIÁN BODEMAN (de la Redacción de Dia1Noticias).

 

Pamela Reynoso es una joven a la que la vida estigmatizó con una discapacidad motriz de nacimiento. Sin embargo, esta dificultad que llevará de por vida, nunca pudo doblegar su enorme corazón e infinita voluntad de aprender, crecer, cultivarse y encaminarse hacia su gran objetivo que como ella bien identifica es independizarse.

Con 26 años y consciente de que esta dificultad que a muchos les hubiese impedido llevar adelante una vida casi normal, su personalidad y optimismo contagiante la transformaron en un desafío que con mucha entrega, sacrificio y el sostén indeleble de su familia aprendió a superar.

En su Maciá natal (departamental Tala), después de un largo camino descubrió que su pasión estaba en los libros y de la mano de su bibliotecaria amiga con quien aprendió a identificar su vocación, encontró su lugar en el mundo. Un lugar que no solo la hacía feliz, sino que además le brindaba una real oportunidad de integración e igualdad ante sus pares, además de un desarrollo personal y oportunidad laboral.

Este hallazgo no fue menor. Fue uno de los más importantes. Después de mucho tiempo, de sufrir rechazos, frustraciones, impedimentos e incluso discriminación, prácticamente desde los 4 años, se abrió una posibilidad de estudio y profesionalización que de toparse con la carrera adecuada quizá pudiera hacer realidad.

Es así que después de buscar en algunas universidades entrerrianas y de sufrir algunos nuevos rechazos Pamela llegó a inscribirse en la carrera de Tecnicatura en Bibliotecología de la Uader, en Paraná. Un paso hacia su verdadera vocación

Pero lamentablemente y como ocurre en muchos de estos casos, la esperanza se convirtió en frustración. A pesar de llegar a un acuerdo verbal con la casa de estudios, después no lo cumplieron y dejaron a Pamela fuera del sistema educativo universitario. Su caso no fue considerado como se debía, a pesar de leyes y reglamentaciones que obran en su favor y en favor de una plena integración.

UN ACUERDO INCUMPLIDO

Para contar y dar a publicidad este difícil momento, Pamela junto a sus padres Paúl y Liliana contaron en primera persona cómo empezó todo y lo que están viviendo.

“Esto comienza en el año 2014, después de mucho trabajo de psicólogos y psicopedagogos buscando una orientación vocacional para ella y motivada por ser una persona independiente como cualquier ciudadana de este país, decidió encarar una carrera universitaria” indicó Paul.

“Ese año logramos un acuerdo verbal con el área de discapacidad de la Uader, se empezó a trabajar sobre esa carrera y se comprometieron a implementar la modalidad a distancia, mediante un mecanismo de excepción que nos pareció fantástico y donde nosotros pensamos que teníamos el camino allanado, pero lamentablemente todo resultó en esfuerzos personales que realmente no sirvieron” dice algo resignado.

La familia aseguró que la universidad no cumplió con lo pactado referente al caso de Pamela. Su mamá, Liliana, explicó que: “Veíamos que ante un trabajo que ella tenía que presentar- y como ella no puede escribir y se maneja con la computadora-, a un chico normal le costaba dos semanas y a ella 15 o 20 días o más, a Pamela si no terminaba la profesora le daba otros días más para hacerlo aunque ya había terminado el trimestre, o sea veíamos situaciones en las que claramente no le dieron importancia para que mi hija pudiera salir adelante y superarse” reveló.

En su experiencia de convivir a diario con su hija razonó que: “Ya es momento de que se empiece a tratar a la persona con discapacidad como un igual, y fundamentalmente con las personas que tienen algún interés por superarse. A los que nos toca vivir esta experiencia nos damos cuenta que los que nos llamamos `normales´ somos los que tenemos más limitaciones que las otras personas” aseguró.

SIN TUTORA Y SIN MATERIAL DE ESTUDIO

La madre de la joven contó que la universidad le había asignado una tutora y de un momento a otro desapareció la tutora “sin que nadie nos explique qué había pasado y ahí comenzó el estancamiento en el estudio, no avanzamos ni para atrás ni para adelante” lamentó.

En el acuerdo verbal celebrado entra la familia Reynoso y la Uader en el año 2014, la casa de estudios universitarios de Entre Ríos se había comprometido, según la familia, a enviarle vía correo electrónico los trabajos a la joven en base a la periodicidad con que debía presentarse a realizar los exámenes parciales. Pero fue cumplido en parte, ya que solo una de las profesoras acató el acuerdo y realizó los envíos correspondientes, el resto de los titulares de las demás materias jamás se hizo presente. Todo sucedió durante todo el año 2015.

En el año 2016 y ante la no respuesta de la universidad, Reynoso explicó que: “Pedimos la intervención del Instituto Provincial de Discapacidad (Iprodi) para que intercediera en lo que creíamos era un caso de discriminación, a lo que ellos ofician de mediadores para buscar una salida”.

Actualmente han pasado 3 años desde aquellos pedidos e intervenciones y la única respuesta recibida ha sido el silencio. Un silencio desesperante y doloroso que en Pamela fueron generando un sentimiento de impotencia y desánimo.

La joven que hoy tiene 26, revive su experiencia con mucho dolor y lágrimas en los ojos. En una oportunidad envió un mail con un trabajo terminado una de sus profesoras; se lo devuelve diciéndole que el mismo no estaba bien porque no había respetado las consignas. Cuando Pamela le responde que las consignas fueron respetadas, incluso bajo supervisión de su maestra particular, la profesora le responde que no porque no lo había realizado en grupo. Una respuesta ilógica teniendo en cuenta el acuerdo original sobre la manera de cursado, bajo el modo a distancia y la condición especial de la estudiante.

Boletín de calificaciones entregado por la Uader, donde Pamela acredita un 10 en una de sus materias.

UN GOLPE A LA ILUSIÓN

Esa fue la gota que rebalsó el vaso y por el cual la joven maciaense decidió no cursar más. Se sintió usada y burlada por su discapacidad. Para ella fue un golpe anímico enorme en su ilusión de perfeccionarse y aprender para poder lograr su independencia.

“Yo no quiero volver más” dice con la voz entrecortada “los chicos con problemas tenemos derechos y que debemos pelear por lo que nos corresponde” pidió entre lágrimas.

Su padre insiste en que esto “no es bajar los brazos, aunque esta no es la única situación que hemos vivido, desde el jardín de 4 venimos viviendo esta situación, y cosas como estas nos dan más fuerza aún” afirmó.

Pase a las notas enviadas por la familia Reynoso, desde la Uader nunca se han comunicado con la familia para brindarles un mínima explicación del porqué del destrato y falta de compromiso con este caso. De hecho la última misiva enviada tiene fecha de entrada el día 15 de mayo pero sin contestación alguna.

Allí se dejó sentado que la situación académica de Pamela Reynoso está en riego y por ende su derecho a recibir educación. Tales derechos están consagrados en la Ley 26.378 que en su artículo 24 refleja que todas las personas con discapacidad tienen derecho a la educación “sin discriminación y sobre la base de la igualdad de oportunidades”.

Asimismo en el documento “Programa de Accesibilidad Integral a las Universidades Públicas” se considera como aspecto de la calidad universitaria “el valorar las necesidades de las personas con discapacidad y bridarles respuestas oportunas y suficientes”.

Pamela aún sigue esperando la suya. ¿Responderá la Uader de acuerdo a los preceptos establecidos?, ¿o Pamela por su condición deberá resignarse a estar fuera de la universidad entrerriana? Por ahora la plena inclusión está en deuda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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