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VEINTE AÑOS DE EL MIÉRCOLES

"Ejercer el periodismo en el interior del país es mucho más difícil que hacerlo en la Capital" (2005)

Esta entrevista fue publicada en El Miércoles, en ocasión de la presentación del libro ‘Asuntos Internos’, de Andrés Klipphan, reconocido periodista que en 2005 protagonizaba las pantallas de la TV porteña por esos años. En esta, contaba su experiencia ejerciendo el periodismo de investigación, que estaba en la cresta de la ola en aquella época, y lo comparaba con el oficio en el interior del país, dando contundentes definiciones y pronósticos que se concretaron desde entonces.

 

El miércoles 13 de julio de 2005 (15 años atrás) la tapa del semanario de papel anunciaba que la Procuración General de la Nación recomendaba la revocación de la sentencia por el -todavía- impune asesinato de Flavia Schiavo. También se ponía a disposición de los lectores este reportaje a Klipphan (actualmente en Canal 26), que entonces era uno de los investigadores más destacados del periodismo del país. Había arribado a Concepción del Uruguay para presentar en la UCU su último libro editado ese año, ‘Asuntos Internos’. Durante el diálogo se abordó la profesión y la realidad del país. Casi todas las sentencias vaticinaron lo que ocurrió luego.

Así, compartiendo con nuestros lectores algunas de las más relevantes notas publicadas durante dos décadas, celebramos los 20 años de Miércoles, que se cumplen en este 2020.

 

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Diálogo profundo con el periodista Andrés Klipphan

 

«Ejercer el periodismo en el interior del país es mucho más difícil que hacerlo en la Capital»

 

Andrés Klipphan, reconocido periodista de la revista Veintitrés presentó su libro ‘Asuntos Internos’ en la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU), junto a Daniel Enz, que también presentaba el suyo. El trabajo de Klipphan es una investigación sobre la corrupción dentro de la Policía bonaerense. Antes de seguir viaje charló con El Miércoles. Aquí, sus principales conceptos...

 

Por MARTÍN BARRAL

Fotos de VALENTÍN BISOGNI

 

INVESTIGANDO LA CORRUPCIÓN

 

Respecto de «Asuntos Internos», ¿qué imagen tenías de los policías que investigan a tus colegas? ¿Cambió esa imagen una vez concluido el trabajo?

La verdad es que fui descubriendo a los policías de Asuntos Internos a lo largo de la investigación. Siempre creí que hacían bastante poco y mal su labor. La realidad es que esta repartición, que depende del Ministerio de Seguridad, pero que está compuesto en su gran mayoría por policías, no trabajaba en forma operativa y eficiente porque no hay decisión política -y mucho menos policial- de que se investigue en serio la corrupción policial. Un ex oficial, Rodolfo Páscolo, me dijo: «La Policía investiga hasta donde el poder le deja». Esto es así porque, según Páscolo: «si seguís tirando de la soga, se llegaría a descubrir la complicidad en la corrupción policial de los políticos de turno y de muchos jueces y fiscales». Algo parecido había dicho Marcelo Saín, el segundo de Juan Pablo Cafiero en Seguridad: «La corrupción policial va a existir mientras los intendentes peronistas del Conurbano Bonaerense sigan abrevando de ella para financiar sus campañas políticas». Sus dichos generaron indignación entre los intendentes provinciales, pero ninguno se atrevió a querellarlo. A lo largo de la investigación para el libro descubrí que hay policías dispuestos a combatir la corrupción entre sus pares, pero son castigados por la corporación policial, es decir, por los mismos que ellos que investigan. No les dan ascensos, son relegados en sus sueldos y hasta castigados por doblar mal el pañuelo. Esto pasa también porque no hay una determinación firme del poder político de terminar de raíz con la mafia policial. El poder político actúa en forma espasmódica, es decir cuando sucede algo conmocionante y la corrupción policial o su complicidad con crímenes y bandas de delincuentes termina en la tapa de los diarios.

¿Cuáles son las principales trabas que encontrás al investigar algún caso?

Cuando resulta imposible chequear los datos. Muchas veces los mismos funcionarios que investigás se encargan de poner escollos en el camino. La gente cree que los periodistas tenemos libre e irrestricto acceso a la información. Por desgracia no es así. De todos modos, hay que golpear puertas y pelarte los pies hasta obtener los datos necesarios para coronar la investigación.

¿Ser un periodista conocido favorece o es contraproducente a la hora de una investigación?

Más que ser conocido o desconocido, el tema es la integridad de cada profesional. Mauro Viale es conocido, pero se le cierran puertas a la hora de investigar, siempre y cuando Viale hiciera eso. En cambio, a Jorge Lanata le ocurre lo contrario. Ser conocido puede perjudicarte a la hora de querer pasar inadvertido en determinado lugar, pero, si tenés buen feeling con la gente, te abre la puerta de la confianza, que no es algo menor. Gracias a ser «conocido» se te acercan más personas con el afán de brindarte información. Puede servir o no, pero es importante que la gente, los lectores, los oyentes tengan confianza en vos. Es la moneda de cambio por lo que uno hace.

¿Era más fácil la investigación en tiempos de Menem o en la actualidad?

En los '90 la corrupción brotaba por las baldosas. Ahora, si hay, está muy bien disimulada. Hasta ahora no conozco ningún acto corrupto de Néstor Kirchner que se pueda documentar. Es cierto, está el tema de los fondos de Santa Cruz y su declaración jurada de bienes abultada, pero esas son cuestiones anteriores a su llegada a la Casa Rosada. Ojo, con esto no digo que «K» no haya cometido un acto corrupto, digo que hasta ahora no se lo pudo documentar. Si esto ocurriera, me encantaría ser el primero en publicarlo. De hecho, estoy atento por si «se le escapa la tortuga».

¿Cómo sabés en qué información confiar a la hora de encarar un trabajo?

Siempre desconfío. Siempre chequeo varias veces los datos. Es la única forma de meter la pata lo menos posible. Así y todo, a veces nos equivocamos. Pero, mientras más insistís en verificar la información, el margen de error se reduce y al público le llega una versión más exacta.

¿Seguís el resultado en la Justicia de tus investigaciones?

Sí, sobre todos casos como el del ex jefe de la Policía Bonaerense, Alberto Sobrado, que en este momento tiene pedido de captura por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. La causa se disparó después de que publicara en la revista Veintitrés que el comisario había girado en negro y a un paraíso fiscal 333 mil dólares. Finalmente la justicia determinó que este policía tenía depósitos a su nombre en Bahamas, España y Estados Unidos por casi un millón de dólares.

«La información va quedando reducida a un puñado de empresarios cada vez más poderosos, eso nos perjudica a todos»

 

EL MANEJO DE LA INFORMACIÓN

 

Danos tu opinión sobre el giro hacia el oficialismo de Página/12.

Creo que es muy oficialista. No sé si es por la proliferación de publicidad del Estado nacional o porque este gobierno representa mucho de los intereses que siempre defendió Página. Por ejemplo, en materia de derechos humanos y la relación con los militares. Quizás sea una mezcla de ambos, pero no estoy seguro. Sí, claramente, el ex diario de Jorge Lanata prioriza las buenas noticias a los indicadores que no son del todo favorables al gobierno, como la mortalidad infantil, que mantiene índices muy altos o la desnutrición, que no ha bajado sustancialmente.

¿Qué opinás sobre la relación del gobierno actual con los grandes medios y el manejo de la publicidad oficial?

Es mucho más ostensible que otros gobiernos. Basta recordar que, por ejemplo, el gobierno nacional renovó las licencias para los canales privados de aire (América, Canal 9 y Telefé) por diez años, en vez de realizar una licitación pública. Y lo hizo, ¿cuándo no?, por decreto.

¿Cómo manejarías una empresa de prensa si tuvieras que decidir entre mantener una publicidad o publicar una investigación o información que condena al que la paga?

Nunca me imaginé manejando un medio.

¿Cuánto perjudica que los medios se vayan concentrando en unas pocas manos y éstas no sean de periodistas?

Los principales perjudicados son los oyentes, los televidentes y los lectores, ya que la concentración y el monopolio de la información va quedando reducida en un puñado de empresarios cada vez más poderosos. Esto es perjudicial para todos.

¿Qué opinás sobre la falta de noticias en la mayoría de los medios sobre los conflictos desatados en Santa Cruz?

No tengo tan en claro si la mayoría de los medios no publicaron esa información. Recuerdo haberlo leído algo en Clarín, Página/12 y La Nación. También lo escuché en distintas radios, entre ellas Mitre, Radio 10 y Del Plata. Yo mismo lo toqué en Mega 98.3. Sin ir más lejos, Crónica TV y TN emitieron imágenes y testimonios de los sindicalistas o familiares de ellos que terminaron presos injustamente. Sí, en cambio, podemos discutir si «me gusta o no me gusta» la extensión o los minutos que se le dio al conflicto de Santa Cruz. Pero ese punto habría que discutirlo con los editores, que, en definitiva, son los que deciden el espacio que se le da a cada tema. Me parece que conflictos similares a los de la cuna política del Presidente Kirchner ocurren a lo largo y ancho del país. Sin ir más lejos en Salta o San Luis y, sin embargo, no trascienden. Que yo sepa Ricardo López Murphy o Mauricio Macri no se desgarran las vestiduras por eso. ¿Por qué? Porque hacen de esa información una utilización política, intentan llevar agua para su molino. Muchos periodistas hacen lo mismo. Colegas que nunca se preocuparon por los derechos sindicales de los trabajadores ahora descubren que se violan estos en Santa Cruz. Pero, ¿sabes qué?, ninguno de esos periodistas, en sus impecables columnas de opinión, contaron de qué se trataba el conflicto gremial que derivó en represión y detención de los trabajadores.

«Respeto mucho más a los que se enfrenta a diario con la corporación política, policial y mafiosa que a otros colegas que ganan una fortuna y levantan el dedo desde un canal de televisión»

 

LOS MITOS DEL PERIODISMO

 

¿Es utopía esperar que el periodista sea profundamente objetivo?

La información, los datos duros, son objetivos. La opinión, en cambio, deja de serlo. Por eso al Poder le molesta la información, no la opinión. La información puede voltear a un ministro, como ocurrió en Entre Ríos con la ministra de Salud y Acción Social. La opinión, en cambio, se revierte con otra opinión, no tiene el mismo peso que la «verdad» de un documento que demuestra, por ejemplo, que una funcionaria fue, como mínimo, inoperante y desempeñó mal su trabajo, al dejar que se contaminen los alimentos que tendrían que haber llegado a los más necesitados.

¿Cómo se vive con el dilema de algo que uno siente que debe contar pero que va en contra de los intereses del medio?

Como algo que, lamentablemente, es cada vez más normal y, por desgracia, los periodistas y la gente, repito: la gente, nos vamos acostumbrando. De todos modos, creo que hay más autocensura que censura de los medios.

La tapa 171 de El Miércoles. Ese día salió la nota a Andrés Klippan.

¿El periodismo no está tomando el lugar de la Justicia ante la población? Si es así, ¿no es esto peligroso?

Desde los '90 para aquí –aunque ahora un poco menos– la gente se volcó a los medios en desmedro de la Justicia o la Policía, ya que les quitó la confianza a estas instituciones. Es muy peligroso que los periodistas nos creamos los fiscales de la democracia. El país va a cambiar recién cuando los ciudadanos vuelvan a confiar en sus instituciones, pero, lamentablemente, la calidad de muchos de nuestros políticos no me hace ser muy optimista. Ojalá que esto cambie en forma paulatina. El periodismo debe ayudar en esta tarea. Muchas veces éste es destructivo y antidemocrático. Antes de las últimas elecciones presidenciales llegué a leer en diarios de tirada nacional que si ganaba Kirchner regresaba el caos al país. ¿Eso es prensa objetiva? ¿Eso es ayudar a la construcción de un país en crisis? No, eso es sembrar más incertidumbre y generar temor.

¿Puede el periodista jugar con la ética en la información? ¿Cuándo se pasa el límite?

Te respondo desde lo personal. Si tengo una información que creo valiosa la propongo, sin importarme si afecta a alguna de mis fuentes. Después queda en manos de los editores si se publica o no. En una redacción cada cual tiene su rol. Los periodistas debemos evitar la autocensura.

¿En Argentina mantener los valores de la profesión es más fácil o más difícil que en otros países?

Es igual en todos lados. En los Estados Unidos también hay buenos y malos periodistas. Como nos hemos enterado, hay colegas que han inventado cientos de reportajes, y fueron expulsados de los medios. Pero también hay periodistas dispuestos a ir presos por no revelar su fuente de información. Los valores éticos no tienen que ver con los países sino con las convicciones de cada uno.

¿Qué opinás del «periodismo de periodistas»?

Me parece un tema de «nicho», que le interesa sólo al microclima y que está muy alejado de los intereses de la gente.

¿Qué nivel tiene para vos el periodismo porteño? ¿Y el del interior?

¿Qué es ser periodista del interior? Daniel Enz, por ejemplo, es un excelente periodista entrerriano. Quizás eso sería ser un periodista del interior, pero ¿deja de serlo cuando aparece contando sus informes en la tele a través del programa de Jorge Lanata o escribiendo en Página/12? Reinaldo Sietecase fue hasta hace siete años un extraordinario periodista rosarino, pero fue contratado por medios nacionales. ¿Entonces, es un periodista porteño o del interior? Mirá, hay buenos y malos periodistas fuera y dentro de las fronteras de la General Paz. Para mí, ejercer el periodismo en el interior del país es mucho más difícil que hacerlo desde Capital Federal. ¿Por qué? Cuando en una ciudad chica un periodista denuncia, por ejemplo, a un policía represor, es muy probable que al otro día te lo cruces en la calle o en el café de la esquina. En Capital Federal raramente suceda eso. Hay que tener bolas para soportar eso casi a diario. Yo respeto más a periodistas como Enz, que se enfrenta a diario con la corporación política, policial y mafiosa de Entre Ríos, que a otros colegas que ganan una fortuna y levantan el dedo desde un canal de televisión.

 

 

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