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OPINIÓN

Homofobia en Don Bosco: el doble problema que hay detrás

Incluso al pedir sus disculpas, la institución confesional hace evidente que cree que las disposiciones religiosas están por sobre la ley del Estado argentino.

Por AMÉRICO SCHVARTZMAN de EL MIÉRCOLES DIGITAL 

Un colegio confesional en Concepción del Uruguay enseña que la homosexualidad es una "desviación", que es "física, psicológica y afectivamente anormal", que es un "desorden grave" que "no está al servicio del amor y de la vida".

La materia en que se enseña esta aberración (propia de personas prejuiciosas y con problemas severos de conexión con la realidad, pero además ignorantes totales de lo que el conocimiento científico tiene harto consolidado) es... ¡PSICOLOGÍA!

El texto se viraliza y el escándalo hace que el director de ese colegio, un sacerdote, responda pidiendo disculpas y aclarando que "la institución adhiere a la enseñanza y magisterio del Papa Francisco que propone el respeto inviolable a toda persona humana".

La disculpa podrá ser sincera, no lo sé porque no conozco a ese cura que la dio a conocer. Pero en ella no hay mención a las leyes de educación que rigen en el Estado argentino (incluida la ESI).

El pedido de disculpas del directivo.

El pedido de disculpas no termina, como uno esperaría, afirmando que al ser una institución educativa reconocida por el Estado, se ocupará de revisar que los contenidos que se imparten se ajusten a lo que mandan las leyes vigentes (incluida la ESI).

No. El curioso pedido de perdón concluye recordando que adhieren a la palabra del Papa como máxima autoridad de la iglesia universal.

Eso que en particular quiero resaltar es uno de los aspectos que menos se discute y que más notable me resulta en relación con la organización religiosa que más adeptos tiene aún en nuestra sociedad.

El problemita es doble, entonces:

Primero, porque es el propio Papa quien en en algunas declaraciones ha sugerido a las familias que busquen tratamiento psicológico para "curar" la homosexualidad, o cosas así.

Segundo, porque el texto revela algo que subyace desde siempre en quienes forman esa institución: se creen por encima de las leyes del Estado argentino. No sienten que deban ser fieles a lo que dicen las leyes educativas vigentes (incluida la ESI) sino a lo que diga el Papa.

Esa es la misma inconfesable razón por la cual se protege a miembros de esa institución cuando delinquen (en especial delitos sexuales) y en vez de entregarlos a la justicia, los ocultan o los trasladan a otras comunidades donde repiten sus tropelías.

Creo que este punto es el que la Iglesia debe revisar. Y que el Estado debe hacerle cumplir. Y creo que más allá del innegable rol comunitario que muchas escuelas confesionales han cumplido (en lugares adonde el Estado no llegaba o llegaba de modo insuficiente con su cobertura educativa), estando ya en el siglo XXI alguna vez deberemos rediscutir no solo cómo el Estado controla lo que hacen esos establecimientos, (eufemisticamente llamados "públicos de gestión privada") sino también su propia existencia.

Y mientras tanto, ya que ayer celebramos el cumpleaños de Francisco Ramírez, el Supremo entrerriano, aprovechemos para recordar lo que él decía, en carta al comandante Carriego: "Yo creo que cuanto menos frailes haya, seremos más felices".

 

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