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La logia masónica cumple doscientos años

En pleno centro de la ciudad, a la vuelta de la Peatonal, reposa el Templo de la logia masónica más antigua del país en actividad, fundada en 1822. A lo largo de casi dos siglos, la Logia Jorge Washington fue muy influyente en la vida uruguayense y también sufrió duros ataques que la afectaron hasta desaparecer. Pero en el siglo XXI renació y sigue activa. Este artículo forma parte del libro "Historias (casi) desconocidas", tomo 1, que publicó Editorial El Miércoles.

 

Abandonado durante años, en pleno centro de la ciudad, sobre calle 8 de Junio, entre 25 de Mayo y Urquiza, se levanta el edificio del templo masónico. Allí se realizaban las “tenidas”, nombre que reciben las reuniones de trabajo de las logias. Algunos símbolos externos identifican la fachada, que se conserva casi intacta: la escuadra (que simboliza rectitud moral) y el compás (que marca los límites) en la puerta lateral de acceso, así como el gran triángulo de mármol blanco en el pórtico, con los nombres de los “M.·.Constructores de este Templo”, los “HH.·.Riba y Conturbi”.

Fachada del templo, en el pasado y en la actualidad. Véanse los detalles: los simbolos en la reja y el triángulo con el nombre de los constructores.

La masonería ha estado siempre sumergida bajo nieblas de misterio. Pero en la actualidad es una institución como cualquier otra, que tiene actividad pública e incluso posee sitios en la web, aunque en particular la Logia Jorge Washington Nº 44 mantiene la “discreción” característica del pasado: su sitio digital, activo desde 2005, no incluye nombres de sus integrantes o autoridades actuales. Pero brinda datos sobre la ciudad e historia local y ofrece un correo electrónico para comunicarse. En 2005 uno de sus miembros, Néstor Hernández, dio una extensa entrevista a El Miércoles en donde entre otras cosas marcó: “Esta ciudad tiene una gran presencia masónica. Muchos de los grandes aportes que se han hecho en su historia tienen el sello inconfundible de la masonería”.

Papel membretado de la logia Jorge Washington.

La larga historia de la masonería y sus postulados liberales y universalistas les ganaron el encono de diversos enemigos. Hoy los propios masones se ufanan de que muchos de sus principios quedaron incluidos en las constituciones modernas, con garantías y derechos que hasta entonces no existían. Perseguida por todo tipo de regímenes totalitarios, ha sido acusada simultáneamente de ser afín al comunismo y al capitalismo burgués, siempre según la justificación de los totalitarismos que la proscribieron, tales como los encabezados por Adolf Hitler, Benito Mussolini, Francisco Franco o José Stalin. El Vaticano, que condenó en su momento con durísimas expresiones a la masonería, mantuvo ese anatema hasta hace muy poco tiempo. Recién el actual Papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio, ha abierto canales de diálogo hacia la masonería.

Invitación a una “tenida” a fines de los años ‘50.

Desde hace mucho tiempo, el edificio de calle 8 de Junio 720 funcionó como Templo Masónico, misión para la que fue expresamente construido. La logia local Jorge Washington –reactivada por entusiastas masones uruguayenses hace pocos años– es la logia masónica más antigua del país en actividad: fue fundada en 1822 por el coronel Juan Florencio Perea siguiendo instrucciones del entonces gobernador de la provincia coronel Lucio Norberto Mansilla, y se conservan cartas referentes a la fundación y actividades que en ella se cumplían. La carta más antigua lleva fecha 29 de agosto de aquel año.

El historiador Benigno Teijeiro Martínez sostuvo que no se puede precisar en qué fecha comenzó a llevar el nombre de Washington, pero otros investigadores –entre ellos Delio Panizza y Benito Cometta Manzoni– atestiguaron que ése fue su nombre desde la primera hora. En 1875 se incorporó a la Gran logia Argentina, la que, al aceptarla bajo su jurisdicción, le otorgó el Nº 44 que mantiene aún hoy. Hasta ese momento dependía de las autoridades masónicas uruguayas. Incluso se conserva el diploma de grado 33º otorgado por la masonería uruguaya al general Urquiza.

En lo que se refiere a las actividades masónicas en Concepción del Uruguay, a las personalidades que desde su fundación han pasado por sus cuadros, a su participación en numerosas instituciones, como la Sociedad Francesa de Socorros Mutuos, la “Benevolenza”, la Asociación Educacionista “La Fraternidad”, la Biblioteca Popular “El Porvenir”, la Cooperadora del Hospital, etc., el tema es muy vasto y está esperando todavía al investigador que pueda historiar la enorme influencia que en algunas épocas tuvo en nuestra ciudad, y fuera de ella, la vieja logia masónica uruguayense. Hasta la Basílica Inmaculada Concepción fue construida por un arquitecto masón, Pedro Pablo Fossati, el mismo que construyó la capilla del Palacio San José. Buena parte de la vida política de la provincia se decidió entre los claustros de los templos que poseía la Masonería desperdigados por las principales ciudades entrerrianas: Paraná, Concepción del Uruguay, Concordia, Diamante.

La logia no siempre estuvo instalada en el mismo lugar. Se sabe que a mediados del siglo XIX funcionaba en una casa alquilada a don Juan Chiloteguy, por la que se abonaban sesenta pesos mensuales. En aquella casa funcionó hasta fines de 1868, en que se trasladó a una propiedad de don Carlos Blaser, donde permaneció hasta los trágicos sucesos de abril de 1870: el asesinato de Urquiza, uno de sus miembros más ilustres de todos los tiempos. Durante el levantamiento jordanista varios miembros de la logia perdieron la vida, entre ellos el médico francés Carlos Tomás Sourigues, quien al frente de un grupo de estudiantes defendía la ciudad acantonado en el Colegio del Uruguay. “A pesar de que entre los partidarios de López Jordán había varios masones, la chusma tomó por asalto el Templo masónico, ocasionando muchos daños”, dice Alcibíades Lappas en su historia de la masonería local. Tuvo que transcurrir un año para que la Logia fuese reorganizada.

Suspendió de nuevo su labor a raíz de la segunda sublevación de López Jordán, en 1873, y al reiniciar su actividad en 1875, el “Venerable Maestro” José Joaquín Montero Urquiza adquirió el terreno actual en la suma de 475 pesos fuertes, a un residente en Paysandú quien lo había recibido de su suegro Francisco Soriano, vecino de Concepción del Uruguay. En la escritura se dejó constancia de que la adquisición era “con dinero de los miembros de la Logia Jorge Washington”.

Dibujo de Carina Amarillo.

El edificio del templo fue construido por los arquitectos Pedro Riva y Luis Conturbi, miembros de la logia. El sitio que ocupa ha dado lugar a algunas polémicas, pues se afirma que es ahí y no en el solar Nº 1 situado frente a la plaza principal que luego habría de llevar su nombre donde nació el Supremo Entrerriano, el general Francisco Ramírez. Benigno T. Martínez recogió las referencias que Manuel López Jordán –hermanastro del Supremo– formuló a Victoriano Montes en 1880, donde dice textualmente que su medio hermano “nació en una casita de techo de tejas que hasta el año veinte se conservaba en buen estado, en el mismo sitio que ocupa actualmente (1880) el templo masónico”.

 

Fue por iniciativa del profesor Alejo Peyret en el seno de la Logia que se creó una comisión para fundar “una biblioteca pública y escuela gratuita, que organizará conferencias científicas y fiestas con el propósito de difundir el gusto por las ciencias y las letras, y mantener así vivo el sentimiento de la Patria entre los ciudadanos, debiendo prohibirse las discusiones políticas y religiosas en el seno de la futura entidad”: así nace en 1872 la Biblioteca Popular El Porvenir. Del mismo modo surgió su propuesta ante “la situación afligente de numerosos jóvenes estudiantes, que no pueden proseguir sus estudios en el Colegio por falta de recursos”, crear una sociedad a la cual “destinar la totalidad del fondo de beneficencia para tan loable fin, hasta tanto se arbitren otros medios”. Ese es el origen de “La Fraternidad” cuyo primer presidente fue José Benjamín Zubiaur.

A fines de 1876 se produjo la tercera y última sublevación de López Jordán, cuyos partidarios volvieron a atentar contra el templo. Pero no fueron los únicos ataques contra la masonería. En años posteriores fueron perpetrados nuevos atentados contra el templo y de esa manera se perdieron valiosos documentos. Seguramente la acción más particularmente penosa fue la que dispuso en 1944 el entonces interventor en la provincia, teniente coronel Carlos María Zavalla, a raíz de cuyas órdenes se forzó el acceso en la noche del 6 de junio de ese año, incautándose de archivos, muebles y objetos rituales, que se remitieron a Paraná. Zavalla era un teniente coronel ultranacionalista que fue designado comisionado federal –es decir interventor provincial– por el dictador Edelmiro Farrell, que había reemplazado al entrerriano Pedro Pablo Ramírez, gestor del golpe de junio de 1943. En sus cinco meses de intervención, Zavalla, de mentalidad fascista, no solo fue contra la masonería, manejó la fuerza pública con censura brutal, intervino El Diario de Paraná, organizó razzias, y sostuvo una política de escarnios públicos contra los sectores a los catalogaba como el enemigo: masones, comunistas y judíos. “En algunos lugares, como por ejemplo en Clara, hubo cosas realmente escandalosas: clausuras de escuelas y bibliotecas públicas, detenciones de rabinos y maestros judíos y democráticos, con incomunicaciones, vejámenes, rapadura de cabellos a religiosos y ancianos, etc.” contaba Pablo Schvartzman al desaparecido diario La Voz. En esa cruzada contra elementos antinacionales expulsó más de 122 maestros, reemplazándolos por otros poseedores “de sólida formación moral, inmenso amor a la Patria y conocimiento exacto de las verdades de nuestra santa fe”.

En ese marco se perpetró el golpe contra los templos masónicos de Entre Ríos, y entre ellos el de Concepción del Uruguay. Lo que el interventor Zavalla y sus soldados hicieron fue simplemente un acto de vandalismo contra uno de los sujetos predilectos para el ataque por parte de cuantos oscurantistas poblaron los últimos siglos. “Es así como se han perdido valiosos archivos de logias, algunas de ellas centenarias, ya que lo devuelto por la Jefatura de Policía en época del Interventor Federal general José Humberto Sosa Molina fue muy poco. Y cuando, producida la Revolución Libertadora, el Interventor Federal general Manuel María Calderón dispuso en el año 1957 la restitución a las logias masónicas de su personería jurídica y la devolución de sus bienes, de los libros de actas y demás documentos quedaban muy pocos”, escribió Alcibíades Lappas.

En los años 70 –en otro de sus períodos de receso– fueron forzadas las puertas del templo en un par de oportunidades y robado lo poco que quedaba. Al tomar estado público, los investigadores José Augusto Nadal Sagastume y Pablo Schvartzman ingresaron al lugar y comprobaron la ausencia total de muebles, archivo, biblioteca, objetos rituales. Lo único que quedaba en el interior del templo, ubicado en una pared del salón biblioteca era un enorme óleo de Jorge Washington que, según consta en acta de la logia de fecha 2 de septiembre de 1865 había sido donado por el marino italiano José Simonpietri (1827-1899). Pero estaba gravemente dañado, cortado en numerosos lugares. Después llegó a la ciudad el entonces Gran Secretario de la Gran Logia, Alcibíades Lappas, quien llevó ese óleo a Buenos Aires. Al mismo tiempo el doctor Lappas estableció un convenio con la Municipalidad por el cual el templo fue cedido para que allí se instalara el Museo de Bellas Artes. Luego por unos años funcionó allí el Museo de Dibujo y Grabado Guaman Poma, por un acuerdo firmado entonces con las autoridades de la Gran Logia Argentina.

Desde 2003 a la actualidad la Logia trabaja de forma ininterrumpida. E incluso emprendieron tareas para recuperar y restaurar el edificio del Templo, al que en su página web presentan, orgullosos, como “la Logia del Primer Presidente Argentino”. Allí, en el corazón de la Ciudad Histórica de Concepción del Uruguay, se muestra la casa de la Respetable Logia Jorge Washington, la que supo albergar a ciudadanos ilustres de nuestro país. Parte de la historia uruguayense espera allí, todavía hoy, para ser conocida y reconocida por su comunidad.

La nota original se publicó en el número 64 de El Miércoles, en junio de 2001, bajo el título “Breve historia del templo masónico”, firmada por Pablo Schvartzman. Para esta reconstrucción del tema, se trabajó en base a textos inéditos de Jorge G. Villanova, y se consultaron Entre Ríos secreta de Jorge Riani, La Masonería Argentina a través de sus hombres, de Alcibíades Lappas, así como su reseña sobre la Logia Jorge Washington publicada en 1969 en la Revista de Historia Entrerriana. Para profundizar en el tema es útil consultar a los historiadores clásicos de la provincia, Benigno T. Martínez, Leoncio Gianello, Oscar Urquiza Almandoz, entre otros, en cuyos trabajos se vislumbra la influencia de la masonería en el desarrollo de la sociedad entrerriana. Los sitios web para consultar sobre la Logia en particular, www.logiawashington.org.ar/ y sobre la masonería en general: www.masoneria-argentina.org.ar

 

 

 

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