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La yerba que rinde memoria a un árbol milenario

Como producto se destaca porque se hace de manera natural respetando un tiempo de estacionamiento adecuado. Como empresa sufren las consecuencias de la apertura de importaciones.

Carlos Enrique Biechteler hace 18 años que es presidente de la Cooperativa Agropecuaria y de Consumo Ltda El Colono de la localidad de Campo Ramón. Esa organización tiene 28 años de existencia.

Está conformada en su mayoría por pequeños productores de yerba mate de hoja,fueron 118 los que llegaron a integrar en épocas fundacionales, de ellos quedaron unos 50 socios activos.

En estas décadas tuvieron sus idas y vueltas, “lamentablemente en aquellos años habían unos gobiernos provinciales que no apoyaban al sector cooperativo, por eso muchos colonos sufrían desánimos y se fueron alejando de la cooperativa”, recordó ante El Portal de las Cooperativas.

Estuvieron muchos años luchando para tratar de cumplir con sus objetivos. Por eso trae a colación un momento refundacional, incluso para su vida personal “la cooperativa se estaba disolviendo, yo era socio, pero nunca participaba porque tenía otra actividad con el sector maderero, y fue mi papá el que me pidió un fin de semana que fuera una reunión. Me dio pena la situación de los pequeños productores que estaban desprotegidos. Allí me eligieron presidente. Empezamos de cero sin un ladrillo”, rememora.

De allí en más empezaron a dar pequeños pasos: consiguieron prestado un depósito donde almacenar la yerba mate canchada, lograron un crédito a valor del producto para levantar la cosecha, a pagar con el precio que estaba fijado en aquel tiempo en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (Inym), porque las empresas no pagaban el precio oficial.

Pero no contaban con el secadero, por eso pagaban el servicio a otras empresas.

Tras devolver el crédito fueron destinando un porcentaje de sus cosechas para conformar un fondo de capitalización, y con eso consiguieron construir un depósito propio donde almacenar su yerba para que se estacione de manera natural. Ahora tienen un secadero y un molino.

Una yerba con nombre de homenaje a un árbol milenario

El otro paso fue crear una propia marca de yerba, así nació “La Grapa Mileneria”. Su nombre es en homenaje a un gigante árbol histórico de la localidad, que estiman tiene mil años y que se necesitan 9 personas tomadas de la mano para dar la circunferencia a su alrededor del árbol. Esa especie sufrió un atentado y se prendió fuego.

Volviendo a la yerba, la están vendiendo en el país y en el extranjero como México, España, Francia, incluso están intentando colocarla en Chile.

Lamentó que las cooperativas yerbateras chicas como la de ellos no sean tenidas en cuenta en diferentes rondas de negocios y tengan que abrirse camino por su propia iniciativa.

Producto natural

Se diferenció de otras empresas productoras que aceleran el proceso de elaboración como de comercialización por medio de mecanismos químicos y artificiales con cámaras de estacionamiento incluidas. Dice que lo que a ellos les lleva un año y medio,las demás lo hacen en dos meses. De todas formas aclaró que no hay que alarmarse con la salubridad de esos productos “acelerados”.

Recalca que intentan hacer un producto diferenciado,sano, natural sin usar productos químicos en las plantaciones, siguiendo un proceso de estacionamiento también en forma natural durante un año y medio. Esa buena práctica impide que la yerba genere acidez. Recién allí pasa a la molienda y empaquetamiento y etiquetado, esto último lo hacen de manera artesanal,es decir manual, generando una fuente de empleo muy importante para el pueblo. Pero, tiene la contra que durante ese año y medio el producto está parado, y si no tienen espaldas para aguantar , se complica sostener el proceso comercial “ese es el cuello de botella que tenemos, y que muchos no valoran”, insiste.

Problemas con las importaciones y competencia 

Relató que ahora les preocupa que esté ingresando yerba importada de Paraguay y de Brasil, “imagínense que están trayendo, puesta acá en los molinos a 900 pesos, el kilo siendo que nosotros tenemos un costo de casi de 1.400 pesos el kilo, el costo de producción”.

Argumentó que en los países limítrofes no tienen impuestos, es mucho más fácil producir que acá.

También reconoció que hay grandes marcas conocidas que en Buenos Aires están vendiendo al público a “dos mil y algo de pesos siendo que nosotros tenemos un costo de 3000 pesos el kilo. Es muy difícil poder competir como una pequeña cooperativa. Por eso salimos a ver la posibilidad de ubicar el producto en otro país”

Esa situación con las importaciones venía produciéndose desde hace bastante tempo,pero se profundizó desde el último cambio del Gobierno nacional.

Reclamó que haya reducción de impuestos y los precios de los servicios como el de energía para ayudar a las pymes, “lamentablemente me parece que no están viendo la realidad, están muy preocupado en que se le paga al Fondo Monetario para que se estemos bien con ellos, pero estamos destruyendo a la gente que trabajan, a los productores”.

 

 

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