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¿Se pondría usted la vacuna rusa?

El autor de esta columna, médico y académico, se pregunta aquí desde cuándo nos preocupamos por el país de origen de una vacuna antes de la inyección: "¿Conocemos acaso dónde se fabrican las decenas de vacunas del Calendario Nacional?"

 

Por DANIEL DE MICHELE (especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL)

 

Desde siempre, la prescripción de medicamentos ha sido confiada por ley a los médicos.

Se ha buscado que estos productos sean indicados por profesionales para resguardo del paciente.

Es ilusorio creer que un fármaco determinado -por ejemplo Paracetamol -que se  indica en personas con fiebre por su acción antitérmica, producirá únicamente el efecto buscado (descenso de la fiebre).

Nunca es así; la Farmacología nos informa que el Paracetamol por vía oral puede producir frecuentemente nauseas, vómitos, dolor y distensión abdominal y diarrea. También se ha reportado anemia, alergia y edema en las piernas. En el laboratorio es común hallar aumento de enzimas del hígado (TGP).

Hay cerca de 30 efectos no esperados/adversos de un fármaco de venta libre que suministramos a nuestros niños con frecuencia. Así y todo, el Paracetamol es considerado como el antitérmico y analgésico de mayor seguridad por lo cual es de venta libre y se ha comprado como pan caliente hasta en los kioscos.

Con las vacunas es distinto. En este caso las decisiones están en manos del Ministerio de Salud.

“Las vacunas incluidas en el  Calendario Nacional son obligatorias, gratuitas y se aplican en los vacunatorios, Centros de Salud y Hospitales Públicos del país. Incluye vacunas para todas las etapas de la vida, situaciones especiales o para grupos específicos.

A los médicos no se nos permite prescribir vacunas incluidas en el Calendario Nacional, solo podemos hacerlo con las vacunas NO incluidas. O sea, la política de salud del Estado va por encima de la legislación que ordena la prescripción médica, y eso es lo correcto.

Mas allá de los Movimientos Antivacunas del mundo, nunca habíamos pasado por una situación que hoy es tan habitual, transgresora e incluso divertida. Veamos la escena: una peatonal porteña y un periodista de barbijo por la calle que detiene a un transeúnte.

"¿Se pondría usted la vacuna rusa contra el COVID-19?"

"¿Eh?" - atina a decir sorprendido el pobre transeúnte...

Luego de reflexionar 4.5 segundos dice:"Si está autorizada por la FDA y el ANMAT, me la pondría, si…"

Algo se ha movido en el mundo de ideas de los ciudadanos. ¿Ha escuchado usted alguna vez que alguien pregunte por el país de origen de una vacuna antes de la inyección que recibirán sus hijos o usted mismo?, ¿conocemos acaso dónde se fabrican las decenas de vacunas del Calendario Nacional?

Esta exigencia de calidad para un medicamento estratégico por parte del usuario, es buena. Muy buena. No se correlaciona con comprar Migral en un kiosco (no hay fecha de vencimiento ahí). ¿Sabrá el amigo qué es la FDA y nuestro ANMAT?

Lo que aparece en todo caso, es la influencia de los medios saturando oídos con algo que viene de Rusia. Solo faltó el adjetivo, es decir “La vacuna comunista.” Y para colmo, se llama Sputnik…

Poco y nada sabemos sobre los efectos no deseados de las vacunas anti-Covid pues recién han comenzado a inyectarse masivamente en humanos.

Cuando millones de personas reciben un medicamento nuevo en estudios de doble ciego, rápidamente se aprende cuales son sus efectos colaterales. Veremos que no dependen de la nacionalidad del fármaco, sino de haber introducido en el cuerpo humano una sustancia previamente desconocida que no es neutra. Es decir, producirá decenas de efectos no esperados. Sabremos así que las “vacunas capitalistas” no necesariamente son mejores que las “vacunas comunistas”.

La vacunación será obligatoria y no estaría sometida a la elección del ciudadano, sino a la política sanitaria del Estado. Cerremos los ojos, pongamos el hombro a disposición de Ginés mientras imaginamos a Mikhail Baryshnikov volando en un salto por los escenarios del Bolshoi.

Y cruzando los dedos de ambas manos en la espalda, roguemos a nuestro sistema inmunológico que se la juegue y  produzca algún puto anticuerpo después de que la Sputnik corra por nuestra sangre occidental y capitalista.

Además seguro que duele un montón...

eljibaro2002@gmail.com

(*) Este artículo fue publicado este sábado 19 de diciembre en la edición gráfica del diario "El Pueblo" de Villaguay 

 

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