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Un diputado sorprendente

Nuestro compañero Aníbal Gallay rescata la figura de un personaje singular que se opuso a todo lo establecido en la Córdoba conservadora y católica de un siglo atrás. No permitieron que asuma su banca de diputado provincial pese a tener los votos suficientes. Fue una persona de palabras y accionar en una misma dirección. Suprimir el Ejército y separar la Iglesia del Estado eran algunas de las propuestas de Enrique Badessich. 

Por ANÍBAL GALLAY de EL MIÉRCOLES DIGITAL

Enrique Badessich fue un joven tucumano radicado en Córdoba. Por avatares de la historia y la picaresca de unos estudiantes reformistas llegó a ser diputado provincial por el Partido Bromo Sódico.

El mismo Deodoro Roca anduvo en tales menesteres. Y para sorpresa de la paqueta, católica y conservadora Córdoba el candidato más impensado llegó a ser diputado, aunque nunca pudo asumir. La prensa le jugó en contra.

Sus propuestas eran singulares, como acortar sotanas, suprimir el Ejército y establecer por ley el amor libre. Lo peor para la sociedad cordobesa es que salió tercero y dejó fuera de la Cámara al candidato del partido Tradicional Católico, nada menos.

En 1922 se convocó a elecciones para diputados provinciales en Córdoba. El acto electoral hubiera pasado al olvido a no ser por la presencia de Enrique Badessich, candidato por el partido Bromo Sódico.

Badessich, tucumano, se radicó en Córdoba con sus padres y a los 20 años fue telegrafista en las islas Orcadas del Sur. Escribió un opúsculo en favor de las mujeres, con un lenguaje algo enrevesado. En 1918 participó de los acontecimientos conocidos como La Reforma, sin ser estudiante. Fue preso por lastimar en la cabeza a un policía, con un adoquín de madera.

Cuando se convocó a elecciones la UCR planteó la abstención, lo que favorecía notoriamente a conservadores y católicos, propiciadores de las medidas más reaccionarias.

Un grupo de estudiantes de medicina, entre ellos Deodoro Roca y Saúl Taborda (legendarios reformistas) fundaron el partido Bromo Sódico y presentaron la candidatura de Enrique Badessich, a quienes el público empezó a conocer como El Loco.

Durante la campaña ofreció un centenar de conferencias en las que sostenía algunas ideas que se consideraron extravagantes.

“Propugnaré el amor libre, la separación de la Iglesia del Estado y también la supresión del ejército: porque el ejército es antisocial y es anacrónico”.

Así comenzaba sus discursos el candidato a diputado Enrique Badessich, con ideas que se consideraban delirantes,

“Vamos a acortar los hábitos sacerdotales para, con la tela economizada, hacer ropa para los chicos pobres. También implantaremos la República cordobesa con representantes confidenciales ante los países de Europa y América, Argentina incluida. Y vamos a eliminar las esquinas. ¿Para qué? Para evitar los choques”.

Sus propuestas eran singulares, como acortar sotanas, suprimir el Ejército y establecer por ley el amor libre.

“Ciudadanos: hay que practicar el amor libre.... si queréis tener una buena mujer, paz, sosiego y tranquilidad en vuestro hogar, no la mandéis a la iglesia. En Córdoba, yo y 199 muchachos hemos puesto en práctica nuestras teorías; y puedo afirmar que, como me llamo Badessich, lo que se llama cuerno no existe”

Se llevaron a cabo las elecciones y “El loco Badessich” estaba prácticamente descartado. Sin embargo la sorpresa fue mayúscula: el partido Bromo Sódico tuvo 716 votos, alcanzando el tercer lugar, y consagrándose como diputado provincial.

Pero lo peor es que quedó afuera Manuel Maciel, con 700 votos era candidato del Partido Tradicional Católico.

Lo de Badessich tuvo visos de una herejía para una ciudad donde las sotanas y las togas juegan papeles decisivos. Con esas ideas anticlericales era fácil colgarle el sambenito de la locura.

La Voz del Interior, diario defensor de la UCR, escribió: "Se ha planteado en el recinto mismo del templo republicano de la 'Docta' el anarquista amenazador de curas ricachos. El futurista rebelde y cubista propiciador de todas las rupturas con el caduco mundo burgués... El poetrasto ridículo y de mal gusto".

Por supuesto que no lo dejaron asumir aduciendo debilidad mental, e inhabilidad moral. Un loco no podía ser diputado y no lo fue. Badessich se fue a Buenos Aires, pero los diarios porteños lo trataron de la peor manera. Y adujeron que estaba en juego el decoro de la República. El único que lo reivindicó fue José Ingenieros.

Entrevistado por Caras y caretas, Badessich les respondería: “¿Dónde ponen el decoro? ¿En la levita del electo, en las artimañas electorales? ¿En la tontera absoluta y religiosa? Si eso es el decoro, yo carezco de él. Ninguna de esas taras es la mía”.

La Nación, lo atacó alegando que era un “personaje colocado fuera de la razón”.

José Ingenieros fue más claro: “Las ideas de Badessich son más sensatas y armónicas que cualquier discurso parlamentario”.

En un texto autobiográfico se defendió con vehemencia: “No soy artesano ni esclavo blanco, negro ni amarillo y nadie me manda, nadie me subyuga, ni a nadie temo. Las tumbas, los destierros, las cárceles, el hambre y la miseria matan el cuerpo únicamente, pero a la verdadera vida eterna del espíritu y a las avanzadas, razonables, justas, humanas y nobles ideas no las matarán jamás. Yo soy pobre de metálica fortuna pero millonario en libertad.”

Esa fue su única actuación política. Badessich falleció en 1961, en Beccar, provincia de Buenos Aires, a los 65 años. Nadie reclamó su cadáver.

(Los párrafos entrecomillados fueron tomados de un texto de Juan Cruz Taborda Varela publicados en el diario Cba24 el 10 de agosto de 2021)

rubengallay@hotmail.com

 

 

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