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Juan y Nélida con su bisnieto, esta semana se reencontrarán con una de sus hijas que fue expropiada en 1978.

Una familia de Colón encontró a su hija apropiada

Lourdes tiene 43 años, vive en Córdoba y encontró a su mamá, su papá y su hermana -una familia de Colón-, a través del Banco Nacional de Datos Genéticos.

Una familia de Colón se encontrará este fin de semana con la hija de la que se desvinculó hace cuatro décadas, cuando era una beba de meses y vivían en Buenos Aires.

Lourdes Icoff (43) buscaba su origen biológico desde la adolescencia. Ahora sabe que su madre es Nélida Soria (82). Ambas recibieron la noticia de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) la semana pasada, y tuvieron un conmovedor primer encuentro virtual junto a Juan Rudis Correa y Sandra Correa Soria, que son el papá y la hermana de Lourdes.

“Fue muy fuerte. Estoy súper feliz. No caigo”, dice Lourdes. Ella había acudido a Conadi hacía años y había dado negativo al ser comparada, en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), con las familias que buscan a los hijos de los detenidos-desaparecidos.

Nélida, por su parte, lo hizo este año, al enterarse de que ahora también pueden dejar su muestra genética allí las mujeres que buscan hijos nacidos entre 1974 y 1983.

Lourdes vive en Unquillo, Córdoba. Siempre supo que era “adoptada”, y a los 15 años empezó a buscar a su familia biológica. Hoy los puentes con el hombre que la anotó con su apellido y luego, ante su demanda, le fue dando versiones de la historia –sin ahorrar en crueldades–, están rotos.

Ella se crió con la madre de él y tuvo una infancia feliz. El caso tiene muchas zonas grises y es parte de una investigación en curso. Pero haber encontrado a su familia biológica, además de un vuelco emocional indescriptible, empieza a sumar piezas al rompecabezas de su vida.

Los Correa Soria son uruguayos. En 1978 estaban viviendo en Buenos Aires con su hija Sandra, de ocho años, montevideana, y una beba de pocos meses nacida en Argentina.

Eran vendedores ambulantes y vivían en una pensión en el barrio porteño de Once. En plena dictadura, y en esas condiciones de gran informalidad, estaban regalados para el hostigamiento de los militares. Sandra recuerda que salían muy poco, que la plaza Miserere estaba siempre sitiada y sobrevolaban helicópteros, y que a su padre se lo llevaban detenido seguido.

Lourdes se reencontrará con su familia biológica esta semana.

El quiebre familiar se produjo durante una redada que puso a esta familia en una situación inhumana. Sandra lo recuerda así: “Mi papá no estaba, estábamos yo, mi mamá y la bebé en la pieza. A la noche tocaron pidiendo documentación. Nos dijeron que nos teníamos que ir porque éramos extranjeros. A la mañana siguiente pegan una patada en nuestra puerta, abren, empezamos a gritar. Alguien dice: ‘Hacé callar a esa pendeja, porque si no, no la vas a ver más’. Decían que mi papá era montonero, pero jamás fue así, mis padres jamás estuvieron en política”.

También recuerda el llanto de su madre en el momento desgarrador en que ambas se vieron forzadas a irse del país y separarse de la beba, a la que querían llamar Sofía, pero que no habían llegado a anotar.

Y recuerda a un vecino de la pensión. Según esta reconstrucción familiar hecha por décadas, este hombre –que habría trabajado en el hospital de Campo de Mayo– les dijo que cuidaría de la beba unos días, hasta que pudieran volver por ella.

Pero con los datos que tenían nunca más pudieron localizarla, y todas las puertas que golpearon, empezando por la de la pensión, se les fueron cerrando.

Después de la dictadura vivieron otras vez en Buenos Aires, en distintos barrios, hasta que se instalaron en Colón, donde trataron de seguir adelante, acomodando el dolor como se pudo. Sandra dice: “Siempre tuve este trauma, y pensaba ‘no me voy a morir sin conocer a mi hermana’”. Ahora la encontró.

“Muchas madres no saben que estamos vivos"

Mariano Landeira trabaja vendiendo pochoclo en un carrito en el parque y en la playa de Colón, donde también tienen un puesto los Correa Soria. Él tiene 46 años, fue apropiado en 1975 y busca su origen biológico. Este invierno, a partir de un posteo que él hizo sobre su caso en las redes sociales, Sandra le contó la historia de su hermanita e intercambiaron historias dolorosas, de las que nunca habían hablado.

Conmovido por el relato, Mariano le contó que las mujeres que buscan hijos nacidos entre 1974 y 1983 ahora también tenían la posibilidad de dejar su sangre en el BNDG, y la guió para que se contactara con la Conadi. Sandra tomó la sugerencia y avanzó con esta nueva opción.

Fuente: El Diario AR.

 

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