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La vivienda: alquileres, una preocupación en escalas

La cuestión de los alquileres y los derechos de los inquilinos sigue siendo un tema que se discute solo a partir de los intereses de los propietarios. ¿Y si hablamos de derechos, como propone aquí Mario Daniel Villagra, a partir de una información sobre el proyecto de ley de alquileres?

 

Por MARIO DANIEL VILLAGRA (*)

Especial para EL MIÉRCOLES DIGITAL

 

El periódico La Nación publicó: “A pocos días de que ingrese en Senadores el proyecto de ley de alquileres que ya obtuvo media sanción en Diputados, el sector manifiesta su preocupación” … ¿Qué sector? ¿Qué hace que “algo” sea un sector?, y, entonces, ¿hay otro lugar de ese sector, por dentro o por fuera? ¿Tendría que haber sectores si ya dejamos de hablar de alquileres y hablamos de vivienda?

El problema es antiguo. Las posibilidades son pocas: o pagás o la calle. El sistema capitalista, en sus diferentes versiones, hace del derecho a la vivienda un lucro: el alquiler. El alquiler, según esta óptica, es una extracción de segundo tipo, de un sector a otro, del excedente que produce el trabajo humano; el primero, el salario; el segundo, el alquiler. En estados donde las ideas socialistas han gobernado, el subsidio o los congelamientos para viviendas en unas de las alternativas. Es decir, la intervención del Estado es necesaria, no se discute. Lo discutible es la posición que toma respecto a la vivienda, de lo cual se desprenda esta idea del alquiler.

En el caso de la Argentina, vale agregar, ya en el 2018 una ley en torno a los alquileres para vivienda obtuvo una sanción en Diputados y el Senado no la trató.

Volviendo a esto del sector: “La mayoría coincide en que se beneficia exclusivamente al inquilino, y que, además, no se midieron sus consecuencias: una retracción del mercado de alquileres y un posible aumento en los precios”. Aquí vemos una dimensión del problema: hablar en términos “mercado inmobiliario”, pues engloba todos los niveles de alquileres en una sola burbuja especulativa. Es decir, mezcla de una persona que pudo tener una segunda casa, y una de ellas la puso en alquiler; juntos con grandes constructoras y regalías internacionales.

El alquiler es una extracción de segundo tipo de un sector a otro del excedente que produce el trabajo humano; el primero, el salario; el segundo, el alquiler.

UN DERECHO NO PUEDE SER UN NEGOCIO

En tal publicación el vice de Negocios Inmobiliarios dice: "Los locadores no fueron representados en el debate”; lo cual es relativamente verdad, ¡dado que los locadores son, en muchos casos, ellos mismos!, es decir, “los legisladores”; a los que él recomienda que “el Gobierno debería pensar en cómo los locatarios pueden pasar a ser propietarios. Porque la gran mayoría de los inquilinos son aquellos que no pueden acceder a su primera vivienda". Con lo cual, nuevamente, es relativamente verdadero, porque no hablaría de “primera vivienda”, sino de “única vivienda” -con eso, en lo personal, me bastaría.

La ley apunta a ver a la vivienda como un derecho. Y dentro de las alternativas posibles para contrarrestar lo regresivo que se convirtió el “mercado inmobiliario”, se pensó en un “índice de actualización que cruce salarios e inflación”, y así establecer un precio. Como bien dice La Nación, “las opiniones están divididas. Hay quienes creen que puede dar lugar a la manipulación”, lo cual no es una novedad, pero sí nos agrega que el “sector” no está solo. En la Argentina, el sector inmobiliario “nacional” ahora compite con regalías internacionales como Re/Max Premium, otro de los consultados por la nota mencionada.

Cuando este derecho a la vivienda comienza a ser un negocio, se habla en estos términos: "previsibilidad”; “los alquileres se actualizaban entre 15 y 20 por ciento cada seis meses y la negociación era caso a caso”; “el perjudicado es el propietario del inmueble alquilado”; “objeta la extensión del contrato a tres años, un tiempo que limita la liquidez del inmueble”, y esos son los argumentos con los cuales “el sector se prepara para arrancar un año”. Y agrega, hablando del sector: “el que espera alguna medida que incentive la inversión sobre todo en un mercado en el que solo compran los inversores”, para que no quede duda de que sector habla.

El último ejemplo alemán: el gobierno insta a congelar los alquileres con el objetivo de frenar la especulación.

INQUILINOS, UNÍOS

Ahora bien, quien habla por el sector de los inquilinos es la voz de Frente de Inquilinos Nacional. Un movimiento que crece; que comienza con asesorías; que, dependiendo los municipios, propone defensorías, y que, en su núcleo, tiene diferentes visiones sobre el alquiler. Por ahora prevalece una línea tirando a justicialista, con esta idea de que las clases pueden convivir, y que la encarna Gervasio Muñoz desde Buenos Aires; un ámbito propicio para la burocracia política, que también especula como el comercio inmobiliario.

Dentro del marco del sistema capitalista mundial, cualquier medida que se tome sobre los alquileres puede ser vista como progresista o revolucionaria -dependiendo quien la mire-. El último ejemplo alemán: Berlín, en junio último, por ley, el gobierno insta a congelar los alquileres con el objetivo de frenar la especulación. No terminarla.

Los inquilinos, ya no solamente los Diputados y Senadores, deberían conocer tres casos ejemplificadores en cuanto al histórico problema de la vivienda. El movimiento debería nutrirse de otras visiones y posibilidades: uno fue en “La Comuna de París” (1871), dos de las primeras decisiones fue imponer una moratoria en los alquileres. Otra, es no olvidar la conocida “Huelga de los inquilinos” (1907), en Argentina, en la cual se logró frenar un aumento, luego de eso, implementar una rebaja y congelar el precio de los mismos. Y el tercero ejemplo es Cuba; con la “Reforma Urbana” (1960), se traspasó el fondo completo de viviendas de alquiler en propiedad a sus correspondientes habitantes; los antiguos propietarios fueron indemnizados por el Estado según el año de construcción y monto del alquiler de la vivienda perdida. Así se solucionaron, histórica y momentáneamente, los problemas de la vivienda.

Y, no olvidemos, ¡ante la propiedad privada de unos pocos, hay que reclamar la propiedad particular de muchos!

(*) El autor es un escritor entrerriano radicado en Francia. Oriundo de Villaguay, licenciado en Comunicación Social (UNER), fue uno de los impulsores de “Inquilinos de Entre Ríos” e integrante del frente de Inquilinos de la Argentina.

 

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