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La Liga Patriótica Argentina desfilando por las calles de Gualeguaychú.

Se cumplen cien años de la represión de Villaguay

En febrero de 1921, la ciudad entrerriana fue escenario de una violenta represión de sectores conservadores contra los nacientes sindicatos de izquierda. Hubo muertos y heridos. Alejo Mayor, investigador entrerriano, cuenta aquí esa poco conocida historia.

 

(*) Por ALEJO MAYOR de LA IZQUIERDA DIARIO

 

El 11 de febrero de 1921 se produjo una de las represiones más violentas que ha sufrido el movimiento obrero entrerriano. Hechos que no fueron fortuitos, sino que se produjeron en un momento clave del incipiente desarrollo de ese movimiento obrero, cuando se gestaba una organización clasista e independiente de los intereses de las clases y partidos dominantes.

Este 11 de febrero se están cumpliendo 100 años de una de las represiones más violentas que ha sufrido el movimiento obrero entrerriano en su historia: los hechos de Villaguay de 1921.

Estos hechos, no fueron fortuitos, sino que se produjeron en un momento clave del incipiente desarrollo del movimiento obrero entrerriano, el momento de mayor crecimiento en huelgas y organización de su historia, en el que se estaba gestando una organización clasista e independiente de los intereses de las clases y partidos dominantes.

Los hechos que aquí narraremos abrieron un ciclo de ofensiva burguesa sobre los trabajadores entrerrianos que coronó con la sangrienta represión del 1º de mayo en Gualeguaychú y terminó por desarticular el importante movimiento organizativo que venían realizando los trabajadores que entrarían en una fase de reflujo hasta, por lo menos, 1927.

El joven movimiento obrero entrerriano hacia el año ‘21: expansión organizativa y movimiento huelguístico en ascenso

El inicio del año 1921 encontró al movimiento obrero entrerriano en un período de plena expansión organizativa que remonta sus orígenes en nuestra a provincia a fines del año ‘17. Paradójicamente mientras el movimiento obrero a nivel nacional se encontraba en reflujo desde la Semana Trágica y empezaba a extenderse e intensificarse la represión sobre los obreros organizados y en lucha, en la provincia se asistía a un crecimiento en materia organizativa y, en consecuencia, de los conflictos emprendidos por los trabajadores.

En materia organizativa, el año que acababa de concluir había sido el de mayor crecimiento a nivel sindical en la provincia: en 1920 se fundaron 34 sindicatos. Este proceso se vio favorecido e impulsado por la llegada a la provincia de delegados de la FORA del IX Congreso (de orientación sindicalista) que promovieron la formación de numerosos nuevos sindicatos y organizaciones obreras.

Este auge organizativo derivó en la conformación de la Federación Obrera Provincial de Entre Ríos (FOPER) en enero de 1921, organización que pretendía coordinar las acciones de las distintas federaciones obreras departamentales o comarcales que distribuían a lo largo y a lo ancho de la provincia, dando impulso a las distintas luchas e instancias organizativas.

A nivel de la conflictividad, por su parte, desde los últimos meses de 1917 se venían registrando una multiplicidad de conflictos entre los que se destaca un importante movimiento huelguístico de los estibadores a lo largo y ancho de la provincia.

Simultáneamente a la expansión de la organización sindical, en la provincia se venía desarrollando un importante movimiento cooperativista.

Dicho movimiento cooperativista fue impulsado por diferentes sectores en la provincia, destacándose entre ellos los militantes del Partido Socialista (muchos de ellos inmigrantes de la Rusia zarista y algunos con experiencia en la militancia revolucionaria dentro del POSDR) y encontrando en las colonias judías entrerrianas un lugar privilegiado de desarrollo de dicho asociativismo.

Los acontecimientos

El conflicto cuyo desenlace sangriento se vivió en la ciudad de Villaguay, se inició con el reclamo del Sindicato de Oficios Varios de la vecina localidad de Villa Domínguez en reclamo de un aumento salarial, en el contexto general de los conflictos de los estibadores, quienes venían realizando huelgas y boicots en distintas localidades de la provincia desde 1918.

El secretario del sindicato era José Aksentzoff, militante socialista de origen ucraniano, empleado del Fondo Comunal y organizador del primer sindicato de estibadores de Domínguez, que luego extendería su representación a los obreros de las trilladoras (vinculados directamente a los estibadores en el mismo proceso de trabajo). Aksentzoff, a su vez, era perseguido permanentemente por las autoridades de la JCA (Jewish Colonization Asociation), asociación internacional (con sede en París) que tenía por función relocalizar emigrados judíos (principalmente de Europa y Asia) en colonias agrícolas por todo el mundo.

En el marco del conflicto salarial, el 1° de febrero, unos estibadores se negaron a descargar las bolsas de cereal de unos colonos de apellidos Levitsksy y Krementchutsky (propietarios de las trilladoras) cuyos peones no estaban federados.

A raíz de este incidente se produjeron enfrentamientos a golpes y hubo detenciones: Aksentzoff y el resto de los integrantes del sindicato fueron brutalmente golpeados (el dirigente realizó una denuncia en la comisaría de Domínguez), detenidos y conducidos posteriormente a la Jefatura de Policía de la localidad vecina de Villaguay, por intermedio del jefe de policía de dicha localidad, Galaor Cintor.

Mientras los agresores, hijos de los colonos, quedaron rápidamente en libertad, al sindicalista se lo mantuvo detenido, acusado de “agitador profesional” (La Vanguardia, 27/2/21).

Ante estos hechos, los trabajadores, reunidos en asamblea en Domínguez el día 10 de febrero (un día después de otro episodio violento del conflicto de los estibadores: un tiroteo que enfrentó a obreros con policías y rompehuelgas en Galarza, departamento de Gualeguay, con heridos en ambos bandos) convocados por el sindicato local, organizaron un mitin de protesta en reclamo de su inmediata liberación, a realizarse el día siguiente en Villaguay.

De acuerdo a lo relatado por Miranda, vecino de Villaguay, el mitin fue organizado por el Partido Socialista encabezado por Marcos Wortman y Miguel Kipen. ¿Quiénes eran estos militantes?

Miguel Kipen fue un militante del Partido Socialista nacido en Melitopol, Rusia, donde comenzó su militancia en el Partido Socialdemócrata Ruso desde joven estudiante en San Petersburgo, alineándose luego del segundo congreso en el ala menchevique bajo el influjo de las ideas de Plejanov, en filosofía, y de Martov, en el plano organizativo.

Arribado a Entre Ríos en 1912, luego de escapar de Siberia y tras un exilio en Suiza, fue uno de los pioneros del cooperativismo en la provincia, y un destacado dirigente que sostuvo debates públicos con el reconocido dirigente socialista Enrique Dickmann y mantuvo correspondencia con destacados políticos y referentes del socialismo como Karl Kautsky y el mismo Plejanov.

Marcos Wortman, también militante socialista, fue discípulo de Kipen y también impulsor del cooperativismo en la provincia, desde donde editó el periódico “El Campo”.

Vale decir que el socialismo representó el ala izquierda del cooperativismo en las colonias judías entrerrianas. El otro ala, por su parte, se encontraba inspirado por el ideario utópico-campesino de Tolstoi y tenía cómo principal referente al ingeniero ruso Miguel Sajaroff, cuñado de Kipen, y era un cooperativismo renuente a la vinculación con la política y los partidos políticos.

El mitin en la ciudad de Villaguay, al cual asistieron trabajadores de localidades vecinas cómo Villa Clara, Domínguez, Capilla, Jubileo, San Salvador y Concordia, fue reprimido a tiros por una “Brigada Blanca” (que se formalizaría en los días subsiguientes como la Liga Patriótica de Villaguay) al mando de los hijos del terrateniente y senador liguista Alberto Montiel, quién había irrumpido mientras hacía uso de la palabra un obrero de la Federación Obrera Comarcal local, un tipógrafo de origen español apellidado Nieves Cisneros. A los insultos le siguieron los disparos.

La policía local, por su parte, también intervino en la represión contra los obreros. El saldo: 5 muertos (entre ellos el hijo de 17 años de Alberto Montiel, Héctor) y una treintena de heridos (en su mayoría obreros) y, a raíz de la caza de brujas posterior y 76 manifestantes detenidos (todos obreros).

En los días posteriores al suceso, arribó a la ciudad el diputado socialista Fernando de Andreis para informarse de los sucesos, sin embargo, el recibimiento no fue el mejor: en la estación no había coche ni chofer esperando para llevarlo al pueblo y ningún hotel de la ciudad le brindó alojamiento.

Finalmente, fue albergado en la casa de un ex compañero de estudios, el Dr. Benjamín Riera. En telegrama dirigido al gobernador Marcó (UCR), De Andreis le hizo llegar a su conocimiento que “los detenidos a disposición de la justicia del crimen no están garantidos en sus vidas lo que traba resolución judicial de ser puestos en libertad por falta de mérito para el proceso”, solicitando a su vez inmediata intervención para evitar “nuevos sucesos sangrientos no siendo la policía de ésta garantía suficiente para evitar atropellos contra los detenidos que salgan en libertad”.

En su respuesta, Marcó señaló que no compartía sobre la insuficiencia de la policía aunque admitió que, aisladamente, podrían producirse nuevos atropellos burlando la vigilancia policial aun cuando ésta fuese reforzada, puesto que el pueblo de Villaguay se encontraba “honda y profundamente herido y afrentado por los actos sediciosos y sangrientos ocurridos en día once” (“Los sucesos de Villaguay” en El Diario, 17/2/21).

Estos violentos sucesos alcanzaron repercusión nacional y La Nación dio cuenta de los mismos, elevando el tono antisemita, xenófobo y antiobrero, al sostener que se trata de “el estallido de una verdadera lucha entre criollos y judíos... al servicio de propagandistas y agitadores profesionales” (La Nación 17/2/21).

Como bien señala McGee Deutsch, para el diario de Mitre se trató de un “enfrentamiento entre revolucionarios judíos y criollos ordenados, basándose en el hecho de que 18 de los prisioneros eran judíos. Sin embargo, la mayoría de los detenidos eran criollos” (McGee Deutsch, S., “La derecha durante los primeros gobiernos radicales”, en Vergara, J. La derecha Argentina, Buenos Aires, 2001, p. 85).

La Vanguardia le respondería acusándolo de ser el primero en calificar de “guerra de razas” a los sucesos de Villaguay (La Vanguardia 25/2/21). La discusión llegó incluso al Congreso Nacional, donde el diputado radical de Concordia Eduardo Muesca afirmó que los colonos de Entre Ríos son gente sin ningún tipo de arraigo y sentimiento hacía el país.

Por otra parte, un colono cerealista de apellido Abramovich reunió firmas (junto a otros colonos judíos entrerrianos) en apoyo a la Liga Patriótica, haciéndole llegar dicho apoyo al mismísimo Manuel Carlés (hecho que da cuenta que la pertenencia de clase era más fuerte que la étnica a la hora de alinearse en los enfrentamientos).

A partir de este momento, la represión, tanto de parte de la policía cómo de la Liga Patriótica, alcanzó su punto más álgido, con gran cantidad de obreros rurales detenidos y golpeados. Debido a la repercusión nacional de los acontecimientos, Aksentzoff recuperó su libertad mediante una orden judicial, no sin algunas golpizas en el medio y debió abandonar la provincia, en el medio de una fuerte campaña antisemita, al no contar con las mínimas garantías para su vida.

Finalmente, el 22 de marzo (un mes y once días después de los sucesos) el juez Izaguirre decretó la liberación de todos los detenidos (El Diario 23/3/21).

Tras la represión, desorganización y reflujo

Los acontecimientos de Villaguay no se agotaron en los sucesos que aquí hemos descrito, como bien señalamos en las primeras palabras que abren este artículo. Los hechos se hilvanarían en el entramado represivo que entretejió la ofensiva burguesa sobre los trabajadores con su vertiente militar y paramilitar (es decir, fuerzas represivas “oficiales” del Estado y la acción de la Liga Patriótica Argentina) en un proceso que condujo a los hechos más conocidos del 1º de mayo de aquel año en Gualeguaychú, donde los liguistas (con Alberto Montiel entre los más enfervorizados de ellos) desataron una cruenta represión sobre los obreros que celebraban el día internacional de los trabajadores, con complicidad de la burguesía local y el cura de la ciudad.

Como consecuencias directas de los hechos de Villaguay tenemos la organización – formalización de la Liga Patriótica Argentina en el territorio y una verdadera caza de brujas (ejemplificada en el ensañamiento con la figura de Serebrinsky, de Concordia, y el propio Aksentzoff) desatada sobre los elementos más activos y militantes de la clase obrera, sus organizaciones, sus imprentas, sus centros, etc.

Esto redundó en un proceso de enorme desmovilización que culminó, tras la masacre desatada sobre las fuerzas obreras en Gualeguaychú y la desaparición de una gran cantidad de los sindicatos que se habían organizado (incluyendo a la experiencia de la FOPER que feneció a poco de nacer), con un duro golpe a la incipiente organización clasista entrerriana y la apertura de una nueva fase signada por la des organización obrera y la reacción burguesa hasta, por lo menos, 1927.

(*) Artículo publicado en La Izquierda Diario este 11 de febrero.

 

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